Hace un año, Janelis Beris dejó Valencia, su ciudad natal en Venezuela. La miseria mensual que ganaba como servicio de limpieza en las casas apenas era suficiente para comprar solo un paquete de arroz y dos de harina.
Llegó a Bogotá, donde recogía la basura que quedaba en la calle para reciclar plástico, vidrio o cualquier otra cosa de valor que pudiera encontrar. Con esta labor podía pagar el alquiler y alimentar a sus cuatro hijos.
Se prometió a sí misma que no regresaría hasta que Nicolás Maduro dejara el poder, pero el 12 de abril, Beris tuvo que romper esa promesa.
El virus, las restricciones y las consecuencias
La cuarentena impuesta para detener la propagación del covid-19 la ha dejado peor que cuando vivía en Venezuela. La demanda de residuos desapareció. Su casero la desalojó a fines de marzo. Después de eso, ella y sus hijos durmieron debajo de un puente.
Por ello, tomó la decisión de regresar a Valencia, donde todavía tiene su casa.
Colombia recibió a más de 4 millones de venezolanos que huyeron de Venezuela. El gobierno de Colombia, ahora dirigido por el presidente Iván Duque, les permitió asistir a la escuela y recibir tratamiento médico de emergencia y les dio muchos permisos para tomar trabajos formales. Sin embargo, la pandemia ha golpeado a los refugiados.
La situación ha hecho que venezolanos regresen a su país, más de 14.000, de acuerdo con las cifras de Migración Colombia.
Un reportaje de The Economist señaló que el virus ha aumentado la xenofobia. Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela, parte de la Universidad de Rosario en Bogotá, destacó que cientos de bogotanos han protestado contra los planes de albergar a los migrantes en instalaciones deportivas.
Además, a lo largo de la frontera, los informes falsos de venezolanos que intentaban entrar en barrios cerrados, difundidos a través de Facebook, llevaron a la policía a deportar a algunos.
El sentimiento antinmigrantes venezolanos
El gobierno de Duque continúa apoyando a los venezolanos que ya están en Colombia. Está entregando 200.000 paquetes de alimentos y canalizando ayuda internacional a los migrantes en forma de pagos en efectivo.
El gobierno sigue siendo relativamente generoso, en parte porque el conservador partido del Centro Democrático de Duque es un enemigo feroz del régimen de Maduro.
No obstante, los alcaldes colombianos, muchos de los cuales pertenecen a partidos de izquierda, han tomado la delantera en la explotación del sentimiento antinmigrante.
«Ven el virus como una oportunidad para deshacerse de los venezolanos», dijo un funcionario del gobierno de Duque.
En Pamplona, donde los venezolanos se detienen mientras caminan hacia Bogotá, el 17 de marzo el alcalde de izquierda prohibió la entrada de inmigrantes a la ciudad y cerró los refugios.
Asimismo, el alcalde de Yopal tildó a los migrantes de carga, responsable de los problemas de seguridad y salud de la ciudad. Aseveró que no les dará ni un centavo para ayudarlos a superar la crisis de salud.
Incluso Bogotá, que había sido hospitalaria con sus 350.000 venezolanos, se volvió helada. La alcaldesa Claudia López ha mostrado sus actitudes hacia los migrantes, menos liberales de lo que cabría esperar de ella, quien es abiertamente homosexual.
Volver a Venezuela
En discursos televisados, Maduro promete un regreso amistoso, con puntos de control que interceptan a los venezolanos que regresan. Por su parte, quienes han pasado por el proceso dicen que las tasas de infección son altas. Infectados o no, son puestos en cuarentena por la fuerza en escuelas abandonadas e instalaciones deportivas por hasta 15 días, de acuerdo con funcionarios colombianos.
Las condiciones son terribles. Los migrantes que regresan duermen sobre el asfalto en un calor abrasador. Comen arroz, plátano o atún podrido una vez al día, dijeron dos reclusos en uno de esos centros.
Preocupa ahora un efecto rebote de enfermos en Venezuela que recurran al gobierno colombiano para acceder a un sistema de salud, si bien saturado en el país vecino, existente.
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