Centenas de fábricas textiles de Bangladés tuvieron que paralizar su actividad por las violentas manifestaciones para que se triplique el salario mínimo de los trabajadores de un sector clave en el país. Así lo informó el jueves de esta semana la policía.
En la capital, Daca, y en varias ciudades industriales de su periferia, decenas de fábricas terminaron saqueadas por obreros furiosos. Además, cientos tuvieron que detener su trabajo, según las autoridades.
Además, este jueves se produjeron enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden, según la misma fuente.
«Más de 250 fábricas de confección cerraron durante las manifestaciones», indicó a la AFP Sarwar Alam, jefe de la policía de Gazipur (norte de Daca). «Unas 50 fueron saqueadas y vandalizadas», añadió.
En Ashulia (también al norte de Daca), al menos «50 fábricas muy grandes» con más de 15.000 trabajadores cerraron, precisó el jefe adjunto de la policía, Mahmud Naser.
Protestas en Bangladés
Según un recuento de la policía, dos trabajadores resultaron muertos y decenas de ellos heridos desde que empezaron las manifestaciones, a principios de la semana pasada. Desde el lunes, se volvieron violentas.
El sector textil es una industria clave de Bangladés, y sus 3.500 fábricas -que trabajan para marcas occidentales como Gap, H&M y Levi Strauss- representan el 85% de los 55.000 millones de dólares de exportaciones anuales de este país empobrecido del sur de Asia, que es el segundo exportador mundial de ropa, solo superado por China.
Pero las condiciones de trabajo son duras para muchos de los cuatro millones de empleados del sector, en su mayoría mujeres, con un salario mensual mínimo de 8.300 takas (74 dólares).
Los obreros exigen 23.000 takas (208 dólares), casi tres veces más, para hacer frente al fuerte aumento del coste de la vida y mantener a sus familias.
La Asociación de Fabricantes y Exportadores de Ropa de Bangladés, que representa a los propietarios de fábricas, solo propone un aumento del 25%.
Sin ajustes salariales desde 2019
El auge de la industria textil contribuyó en gran medida al éxito económico de Bangladés, uno de los países más densamente poblados del mundo, con 170 millones de habitantes.
«Fabricamos ropa cara, que se vende a precios más altos en el extranjero por los propietarios de la fábrica, que ganan mucho dinero. ¿Por qué no pueden pagarnos un salario mejor?», se pregunta Nasima, de 30 años.
Diez años después de la tragedia del Rana Plaza, una fábrica textil que se derrumbó en Daca en 2013 matando a más de 1.100 trabajadores, los salarios y la seguridad mejoraron, reconocen los sindicatos.Pero los progresos resultan insuficientes.
Además de las fábricas cerradas, varios miles de trabajadores bloquearon el jueves las carreteras de los barrios industriales alrededor de la capital.
En Mirpur (oeste de Daca), policías antidisturbios dispararon balas de goma, gases lacrimógenos y granadas ensordecedoras para dispersar a unos 5.000 obreros que bloqueaban una carretera. Así lo constató un corresponsal de la AFP.
En Gazipur, la policía dispersó a unos 1.000 trabajadores, según un responsable de la policía, Abu Siddique.
Las tropas paramilitares de la Guardia Fronteriza (BGB) fueron desplegadas para «prevenir la violencia» en las zonas más afectadas, indicó a la AFP un teniente coronel de la BGB, Zahid Parvez.
La red mundial de defensa de los derechos de los trabajadores Clean Clothes Campaign «condenó firmemente la violenta represión» de los manifestantes de la confección, acusando a la mayoría de las marcas clientas de negarse a apoyar públicamente sus reivindicaciones.
Sin embargo, grandes marcas -como Adidas, Hugo Boss y Puma- escribieron a principios de mes a la primera ministra, Sheikh Hasina, después de «darse cuenta» de que los salarios netos mensuales promedio «no fueron ajustados desde 2019, pese a que la inflación aumentó considerablemente durante el mismo período».