Vientos huracanados causaron este viernes en el sureste de Australia la fusión de dos enormes incendios, y lo convirtieron en un gigantesco fuego que asuela un territorio equivalente a cuatro veces la superficie de la ciudad de Nueva York, mientras miles de manifestantes exigían acciones contra el cambio climático.
«Las condiciones son duras hoy. Los vientos cálidos y secos vuelven a constituir un verdadero desafío«. Así lo afirmó Shane Fitzsimmons, jefe de bomberos en las zonas rurales de Nueva Gales del Sur, después de algunos días de relativa calma.
Desde septiembre Australia padece una catastrófica crisis de incendios forestales.
Como se temía, las temperaturas subieron este viernes hasta los 40º C en varias partes de Nueva Gales del Sur y del vecino Victoria. En ese lugar se han unido dos fuegos para formar otro megaincendio.
El estado de catástrofe natural fue ampliado este jueves por 48 horas en Victoria debido a las fuertes temperaturas que se esperaban para este viernes.
Varias órdenes de evacuación terminaron emitidas a los habitantes de las zonas fronterizas entre ambos estados.
La primera ministra del Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian, aseguró que había más de 130 fuegos activos en su estado, de los cuales casi 50 aún están fuera de control.
La situación era también especialmente preocupante en la isla Canguro, en el sur de Australia, cuya principal localidad, Kingscote, estaba aislada del resto del mundo debido a los enormes incendios.
La temporada de incendios, particularmente precoz y virulenta, ha causado ya 26 muertos en Australia. También ha reducido a cenizas una superficie equivalente a la de la isla de Irlanda y destruido más de 2.000 casas.
Expertos de la Universidad de Sidney consideran que la catástrofe ha causado la muerte de mil millones de animales. Esa cifra incluye a mamíferos, aves y reptiles.
Estas condiciones de prolongada sequía, agravada por el cambio climático, puede generar, según los expertos, incendios más frecuentes e intensos.
Australia sufrió en 2019 su año más cálido y seco, con la más alta temperatura máxima media registrada a mediados de diciembre, de 41,9º C.
Manifestaciones
En Sidney y Melbourne, miles de personas tomaron las calles para exigir al gobierno conservador de Australia que se hiciera más para luchar contra el cambio climático global, y se reduzcan las exportaciones de carbón.
«Cambio de políticas, no de clima», se leía en una de las pancartas. Eso fue reflejo de la creciente toma de conciencia sobre el cambio climático generada por los devastadores incendios.
Pero algunos observadores destacan que existe al mismo tiempo una campaña de desinformación sin precedentes en la historia del país, con el objetivo de desdeñar el efecto del cambio climático en los incendios, y atribuirlos más bien a un origen criminal, además de los récords de sequía y temperaturas altas.
El hashtag #arsonemergency («urgencia incendio criminal») es utilizado de forma profusa. Ciertos medios de comunicación, páginas web y políticos conservadores defienden la idea sobre el origen criminal de los incendios.
«Existe un esfuerzo concertado con el objetivo de desinformar al público sobre las causas de los incendios forestales«, señaló Timothy Graham, un experto de medios digitales de la Universidad de Tecnología de Queensland.
El primer ministro Scott Morrison intentó el viernes esquivar las preguntas de los periodistas sobre si el cambio climático podría convertir en norma los terribles incendios de esta temporada en el país.
«Mire, ya hemos hablado de ello varias veces», respondió Morrison, y añadió que se harán las evaluaciones pertinentes una vez que haya terminado la temporada de incendios.