Los amantes de música se deleitaban con la última ópera, los jóvenes bebían la última copa o aprovechaban la última salida con amigos a los restaurantes antes de entrar en un mes de confinamiento cuando hombres armados acabaron con la quietud de Viena.
Quedan numerosos interrogantes, pero según los primeros elementos, el ataque, realizado por hombres armados de los que al menos uno logró huir y otro, según la policía, está muerto, golpeó el corazón de la capital austriaca hacia las 10:00 pm.
Perpetrado cerca de una sinagoga, después los tiroteos se habrían desplazado por otros cinco lugares en las inmediaciones.
Testigos contaron que habían visto a un hombre disparar «como un loco» un arma automática. «Al principio pensábamos que eran petardos pero después nos dimos cuenta de que eran disparos», explicó uno de ellos a la cadena de televisión pública ORF.
«Hasta ahora, el balance es de dos hombres y dos mujeres fallecidos», dijo a la AFP un portavoz del ministerio de Interior.
Viena sorprendida
Hubo conmoción en los restaurantes y bares, donde dieron órdenes a los clientes de permanecer en el interior, con las luces apagadas, mientras las sirenas de las ambulancias ululaban en el exterior.
«De pronto entró gente y me dijo ‘no hay que salir, hay un tiroteo'», dice Jimmy Eroglu, de 42 años de edad, camarero en un café.
«Al principio, me dije que quizá estaban rodando una película estadounidense o que habían bebido demasiado», cuenta.
Pero entonces escuchó disparos y se precipitó a cerrar la puerta. «Después llegó la policía y dijo: ‘deben permanecer en el interior porque probablemente allí hay un hombre muerto'», dijo.
Pánico también en los gimnasios, llenos en las últimas horas de apertura, que de pronto se vieron sumidos en la oscuridad para evitar ser vistos por los atacantes.
En las redes sociales, la policía no cesa de recomendar prudencia a los habitantes: «Quédense en casa», se repiten los mensajes en Twitter.
Helicópteros sobrevuelan el lugar, cordones policiales, fronteras controladas, soldados y policía movilizados para encontrar al asaltante fugado. La ciudad de Viena se convierte de pronto en una zona blindada, mientra el canciller Sebastian Kurz condena el «ataque terrorista repugnante».
Robert Schneider, que vive no lejos del lugar del drama, sale de su edificio cuando de pronto se encuentra con «dos láseres sobre el pecho».
«¡Manos arriba, quítese la chaqueta!», le ordenan los policías. «Nosotros no habíamos visto ni oído nada. Estamos conmocionados», dijo este hombre de 39 años de edad.
Mientras reina una calma extraña en las calles vacías, unos padres preocupados van a buscar a su hija de 17 años de edad, que había salido con amigos unas horas antes del segundo confinamiento decretado por el gobierno para tratar de frenar la ola de contagios por el coronavirus.
Los espectadores de la Ópera salen escoltados por la policía, sorprendidos de encontrar su ciudad sitiada, tras asistir a una representación del tenor francoitaliano Roberto Alagna y de la soprano polaca Aleksandra Kurzak.
Las nuevas restricciones han entrado en vigor pero, de repente, la pandemia parece haber quedado muy lejos.