En Sídney, una de las primeras metrópolis en recibir el año nuevo, la postal se dibuja en el cielo con los fuegos artificiales cuando llegó medianoche.
Las autoridades calcularon que se reunieron alrededor del puerto más de 1,5 millones de personas para ver el espectáculo pirotécnico, valorado en unos cuatro millones de euros.
Esta orgía de color que da la bienvenida al nuevo año y es un icono turístico del verano australiano ha vacilado hasta el último momento.
Mientras la Nochevieja de Sídney se tiñó de color entre el puente de hierro y la Ópera de Jørn Utzon, el país vive una grave crisis forestal.
Millares de funcionarios combaten las llamas de los incendios masivos que afectan grandes zonas de Nueva Gales del Sur, las colinas de Adelaida y Victoria.
Se calcula que se han quemado más de 4,6 millones de hectáreas y diez personas han perdido la vida; la última, un bombero voluntario en Jingellic, cuando luchaba contra el incendio de Green Valley.
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