Luego de que dos miembros de su familia fueran víctimas de secuestros en Caracas en 2006 y 2014, el ingeniero Roberto Patiño se unió al sociólogo Leandro Buzón para crear una iniciativa que brinde a los ciudadanos alternativas para restar espacios a la violencia.
Así nació «Caracas Mi Convive» que, dijo Patiño en una entrevista con Efe, busca trabajar con personas «independientemente de su tendencia político partidista» y trata de acercarse a quienes han creído en la llamada revolución bolivariana para mostrar desde la perspectiva de sus adversarios que pueden «hacer proyectos en conjunto».
En 2016, durante una actividad en un populoso sector del oeste caraqueño, una niña de seis años llamada Fabiola lo haló del pantalón y le dijo: «Dame algo de comer que me estoy muriendo de hambre», recuerda Patiño, que aseguró que esas palabras lo conmovieron y motivaron a brindar una alternativa.
«Para mí no hay nada más injusto en una sociedad que un niño que no come porque no puede desarrollar todo su potencial (…) Es una urgencia que no puede esperar, sobre la cual tuvimos que abocarnos y planteamos una filosofía de corresponsabilidad, donde todos ponemos algo para que este programa funcione», detalló.
Ese fue el comienzo del programa «Alimenta la Solidaridad», con el que plantearon a vecinos buscar un lugar, refrigeración, instrumentos «y lo más importante, trabajo voluntario todos los días para preparar los almuerzos» mientras que la organización aportaría semanalmente los ingredientes necesarios.
El primer comedor estaba planteado para atender a 60 niños durante ocho semanas pero se ha multiplicado «y ya en Caracas tenemos 21 comedores (…) y tenemos también ya una red nacional que atiende en ocho estados a 5.000 niños todos los días», apuntó.
El mes pasado, el Parlamento venezolano, de mayoría opositora, calificó de crítica la situación alimentaria en las escuelas del país, al denunciar que 90 % de ellas no cuenta con el Programa de Alimentación Escolar, ni con «recursos para atender a niños y adolescentes, mientras «la desnutrición va galopando».
Patiño, de 30 años y con una maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Harvard, ha estrechado lazos con líderes vecinales tejiendo una red de personas con disposición de impulsar estos programas en sus comunidades lo que les «permite decir que hoy» tienen «presencia en más de 70 comunidades de Caracas».
«Nosotros creemos que para poder resolver los problemas más urgentes de las comunidades es fundamental fortalecer liderazgos locales y los fortalecemos dándoles herramientas y capacidades», explica Patiño.
Las capacitaciones van desde cursos de organización y planificación a la creación de una nueva iniciativa llamada «Sustento».
«Estamos formando a las mujeres más comprometidas de los comedores (…) para generar almuerzos que estamos vendiendo y de ahí surgen recursos que son para los comedores», dice.
Así cada almuerzo vendido beneficia a tres personas: el cliente, a un niño en un comedor «y le permite a esa mujer empezar a recibir un ingreso para su familia», detalla Patiño.
«Para nosotros estos proyectos tienen que ser maquetas de la Venezuela que nosotros aspiramos (…) donde ningún niño pase hambre y tengan la obligación de ir a la escuela de formarse y ser personas de bien y ser venezolanos productivos, solidarios» apunta.
La educación y la solidaridad son las banderas de estos programas que buscan «ser una cantera de líderes que se aboquen a trabajar por su comunidad, a movilizar a su comunidad, a dejar de lado las diferencias y a buscar soluciones concretas para los problemas más urgentes».
Para Patiño, «falta muchísimo por avanzar», por lo que aspira a seguir emprendiendo proyectos sociales «que tengan un principio de sostenibilidad, un principio de solidaridad y un principio de productividad» para resaltar el trabajo comunitario que es opacado por la violencia.
En 2017, Venezuela registró 89 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, lo que se traduce en 26.616 víctimas, un descenso de casi 3 % respecto al año anterior, y mantiene, según la ONG Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), al país en el segundo lugar en la lista de países más peligrosos del mundo, encabezada por El Salvador.
Según el informe anual de OVV, 60 % de las víctimas y 61 % de los victimarios tienen entre 12 y 29 años mientras que 95 % de las víctimas son hombres y el 98 % de los victimarios son también de sexo masculino.