El sábado 29 de junio un padre y sus cuatro hijos partieron de San Cristóbal rumbo a una nación que les abriera las puertas y les ofreciera la calidad de vida que no tuvieron en Venezuela.
La familia, integrada por Joseph Escalante y sus hijos Joseph, de 17 años de edad, Jordán, de 16 años, Samuel, de 12 años, y Ricardo, de 9 años, tiene particular característica: se movilizaron en cinco bicicletas sobre las que llevaron equipajes ligeros pero que cargaron de sueños de un futuro prometedor.
Escalante contó que el 29 de junio salieron muy temprano de San Cristóbal. A pesar de que les cayó un chaparrón en la vía, continuaron pedaleando hasta pasada las 8:00 pm. Recordó que el sol y las fuertes precipitaciones no les impidieron pedalear hacia su destino.
Familia Escalante | Foto: Facebook
Reveló que la decisión de abandonar Venezuela la tomó junto a su esposa, Kimi Ayito. Acordaron que al día siguiente de que su hijo mayor culminara los estudios de bachillerato, emigrarían con todos sus hijos.
El médico cirujano, que dirigía el ambulatorio Puente Real en San Cristóbal, dijo que fue doloroso tomar tal decisión. No quería irse de Venezuela. Pero tuvo que hacerlo por el futuro de su familia.
“Aun siendo el director del ambulatorio más grande del país, yo salí ‘limpio’ de Venezuela. Tan solo pude vender una moto que tenía y con unos ahorros de mi esposa llegué a reunir 1.200.000 pesos”, dijo.
Un viaje de fe
Escalante y sus cuatro hijos salieron pedaleando de Venezuela rumbo a Argentina, en un recorrido que describió como un «viaje de fe». La travesía no solo sirvió para buscar mejores oportunidades de vida en otras latitudes, sino que también dejó una lección a esta familia.
“Decidí irme en bicicleta porque a mí me gusta infundir a mis hijos espíritu de grandeza, una fe verdadera y plena, que confíen en Dios y que confíen en ellos, que sean capaces de meterle el pecho a lo que salga, a lo que sea. Así se forman hombres de bien para el mundo y la humanidad, que el día que sean médicos o campeones, sean primero que todo humildes y humanos”, explicó.
Agregó que el recorrido también sirvió para demostrar con hechos y no con un papel que sus hijos son deportistas de alto rendimiento, que un niño de 9 años de edad es capaz de hacer etapas de hasta 130 kilómetros a más de 41 grados centígrados, temperatura a la que estuvieron expuestos cuando pasaron por Colombia.
“Estoy apostando todo para que vean a mis hijos y que algún país se interese por ellos, ese es mi propósito de andar en bicicleta”, dijo.
Solidaridad en el camino
Escalante contó que en Colombia recibió calidez, apoyo y ayuda de quienes se encontró en el camino. Cuando salieron de Bógota, su hijo menor sufrió un accidente luego de tomar el carril equivocado en una bajada empinada. Se estrelló contra un peaje.
Al niño de 9 años de edad no le pasó nada, pero el tenedor de la bicicleta quedó torcido. Lograron enderezarlo con la ayuda de un cauchero, lo que les permitió rodar hasta Quito, Ecuador.
Cuando llegaron a ese país, 11 días después de haber salido de Venezuela, Escalante tenía que cambiar dos tenedores, pues el de la bicicleta de su hijo de 12 años se venció.
Foto: Facebook
“En Quito se me hizo muy difícil conseguir esos tenedores. Solo pude comprar uno, que fue el que estaba vencido. Mientras que el del niño de 9 años de edad, un mecánico del pueblo de Tumbaco, en Quito, me lo arregló. Lo desarmó y al ver que no tenía fisura ni estaba vencido, lo volvió a armar aunque estuviera doblado para ver en qué parte del camino lo podía cambiar, pues es obligatorio hacerlo porque es un peligro”, detalló.
Sostuvo que durante el viaje entre Venezuela y Ecuador encontraron a dos personas que los ayudaron y apoyaron durante gran parte del trayecto. El primero fue Fabián Torres, residente del municipio Bosa en Bogotá, que los orientó.
El segundo, Héctor Velásquez, un venezolano en Quito que está abocado a ayudar a los ciclistas que recorren Suramérica y se ha convertido en un ángel para la familia, de acuerdo con Escalante.
“Héctor Velásquez nos guió, nos buscó apoyo en el camino y hospedaje. Él estuvo muy interesado y preocupado por nosotros”, manifestó.
Cambio de destino
La meta final de la familia era llegar a Argentina, pero todo cambió al llegar a Ecuador. Cuando estaban en Quito, próximos a recorrer la autopista Troncal de la Costa para atravesar ese país y llegar a la frontera con Perú, un profesor de la Universidad de Cuenca se interesó en su caso, pues los Escalante tienen una cuenta en Facebook llamada «Familia viajando en bicicleta», en la que informaban sobre su travesía.
El padre y sus cuatros hijos se desviaron de la ruta y llegaron a Cuenca, en el sur de Ecuador, donde no le dieron muchas oportunidades a Escalante de ejercer su profesión por ser médico general, pero su esposa, Kimi Ayito, sí las tiene por ser especialista en cardiología.
“Para mis tres hijos menores hay cupo para sus estudios sin ningún tipo de problema. Sin embargo, el mayor debe tener paciencia porque necesita el título y las notas de bachillerato para lograr conseguir cupo en Medicina en la universidad”, contó.
Indicó que su esposa, que el próximo mes viajaría a Ecuador, se encuentra en Venezuela esperando el título del hijo mayor, pues se acaba de graduar de bachiller. En enero de 2020, él participaría en los procesos de selección en las universidades ecuatorianas para estudiar Medicina.
Subrayó que no quiso continuar la ruta hasta Perú porque a su hijo menor se le formó una ampolla que se infectó y se convirtió en celulitis, que ha sido difícil curar.
“También me veo beneficiado en algo muy importante al quedarme en Cuenca. Estoy cerca de Venezuela y eso me hace feliz, así me toque trabajar aquí en un restaurante lavando platos o lavando carros, o así me toque trabajar en construcción, no importa. Mi consuelo es que estoy cerca de Venezuela”, manifestó.
Volvería a Venezuela
Escalante aseguró que su deseo es volver al país algún día para ser parte de su reconstrucción, pues tanto él como su familia ama a Venezuela y se siente muy agradecida por haber nacido en esta nación.
“Yo quisiera ser parte de la construcción de Venezuela. Me duelen todos los niños y adolescentes que no tienen la oportunidad que han tenido mis hijos, al tener un papá que sea capaz de sacarlos y tratar de hacer algo por ellos, aunque no he hecho todavía nada en este punto porque estoy en la mitad del viaje, sin nada seguro, sin rumbo fijo, sin dinero. Pero tengo algo más fuerte que el dinero, la fe, y les estoy inculcando eso a mis hijos”, expresó.