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Venezolanos que viven en Argentina ven la libertad de su país más cerca

Una mujer llamó a su hijo, que se encuentra en la nación suramericana, para saber lo que sucedía en Caracas, porque el Twitter estaba caído y solo se veía información del gobierno por televisión  

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“Esta vez parece que sí va en serio”, dice Vincenzo Pensa Terán, presidente de la Asociación de Venezolanos en Argentina, mientras que Mario, su sobrino, habla por teléfono con Iraida, su mamá, que está en Barinas, cerca de la frontera con Colombia.

La mujer llamó a su hijo, que desde hace dos años vive en Argentina, para que le cuente qué está pasando en su propio país, porque allí Twitter está cortado, solo funciona Instagram y las imágenes que ve no le alcanzan para entender lo que ocurre.

Y la información en la televisión es escasa o nula. Por eso, Mario y Vicenzo le relatan por teléfono a Iraida todo lo que ven en la televisión y leen en los portales. “Me llama la atención que Maduro no ha aparecido todavía. Ese silencio me hace creer que esta vez, sí”, dice Vicenzo.

A la distancia, los venezolanos que residen fuera de su país se convirtieron en la única fuente de información sobre lo que acontece para miles de personas que, fronteras adentro, permanecen aisladas de toda comunicación. Desde muy temprano, la noticia rodó por las redes, y los celulares de los venezolanos en Argentina no pararon de sonar.

“¿Viste lo que está pasando? ¿Qué me cuentas?”, el mensaje de su primo se activó en el Whatsapp de Anthony Fernández, que maneja un auto de Cabify. A pesar de que se había levantado muy temprano para trabajar durante el paro de transporte, Anthony no se había enterado hasta que le llegó ese mensaje. Paró el automòvil y empezó a buscar noticias y ahí se encontró con la foto de Leopoldo López junto a Juan Guaidó y las noticias en las que el presidente interino de Venezuela aseguraba que había comenzado la fase definitiva de liberación. De inmediato llamó a sus dos hermanos, que también viven en Buenos Aires.

Hace dos años, Anthony, que es profesor de inglés, tramitó su pasaporte y salió vía Brasil con destino a Buenos Aires. Tiempo después llegaron sus dos hermanos. Pero en el país quedó su mamá, que es peluquera y tiene 47 años de edad, y su hermana que tiene dos hijos. Viven en Barinas, y dependen casi exclusivamente de las remesas que él y sus hermanos les pueden enviar. “Llamé a mi mamá y le conté lo que estaba pasando, porque allá no tienen mucha información. Estamos todos expectantes, ilusionados. No sé si es la fase final, como dice Guaidó, más bien es el comienzo del fin”, asegura.

Pensa Terán se despertó hoy a las 6:00 de la mañana, sin despertador pero con un extraño pálpito que lo llevó a abrir Twitter desde la cama. Apenas deslizó el scroll, se encontró con la foto de López y Guaidó, que lo empujó a sentarse y prender la televisión.

“¿Qué pasó?”, dijo. Llamó a sus amigos en Venezuela, pero no sabían mucho. Había más información en Argentina. “Algo está pasando en Caracas. Algo muy importante, pero no sabemos bien qué”, le dijeron.

Desde ese momento, Vincenzo está pegado a la televisión y al teléfono, con los nervios de quién mira la final del Mundial. “Aquí estamos con mucha angustia. No sabemos hasta qué punto sigue. Pero parece que esta vez sí es verdad. Ya asistimos a muchos intentos, pero parece que esta vez sí. El hecho de que Maduro no haya hablado es muy significativo. En mi pueblo, la luz todavía no se cortó. El Instagram está funcionando, pero el Twitter está bloqueado. Estamos todos muy esperanzados, pero a la vez tenemos miedo. Estamos en una dulce espera, si puedo usar ese término, porque hasta ahora todas las esperas habían sido amargas. Hay informaciones de que varias guarniciones militares se revelaron. Se habla de Maracaibo, de Táchira, de Valencia. Pero son versiones. La gente está en las calles, pero la diferencia es si esta vez los militares los apoyan. Hoy más que nunca dependemos de ellos”, dice Vincenzo.

“Huele a libertad”. Esa fue la frase que apenas pudo teclear en el grupo de Whatsapp de su familia, con los ojos todavía pegados, este martes en la madrugada Laudi Abreu Mendoza, de 43 años de edad, que desde hace seis vive en Argentina y que hace cinco pudo reunirse con sus hijas de 17, 15 y 13 años de edad.

Las respuestas no tardaron en llegar: “Amén”, dijo su papá. “Amén”, sus hermanos. “Ojalá sea cierto”, su abuela. Eran las 8:00 de la mañana, las 7:00 en el estado de Táchira. Enseguida, Laudi asumió su papel de informadora, tal como ocurre cada vez que pasa algo en Venezuela. “Allá no sabían que Leopoldo estaba libre”, se entusiasma.

Ahora está pegada al celular, cambia de canales y lee todos los portales que puede, mientras que sus hijas y su prima revolotean tras las noticias. “Aquí somos cinco mujeres tachirenses que seguimos con expectativa, tristeza, angustia y  esperanza”, resume.

“Todos estamos iguales. Pendientes de las noticias, leo todo lo que puedo. Y comparto. Estamos todas con la piel de gallina. Es ese latido del corazón que se quiere salir”, resume.

Lo mismo que la mayoría de los venezolanos que viven en el país. En las últimas horas, las agrupaciones que los nuclean empezaron a preguntar qué hacer si realmente cae hoy el gobierno de Maduro. Mientras que algunos querían juntarse a festejar, otros pedían respetar el paro general. Por lo pronto, comenzó a organizarse una misa en la iglesia de Caacupé, en Rivadavia al 4800, en el sector de Caballito, para este martes en la tarde, para rezar por la situación en Venezuela. También se convocó a una marcha a la Embajada de Venezuela, en Palermo.

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