Las autoridades de Panamá anunciaron este viernes que el número de migrantes en ruta hacia Estados Unidos que cruzan en julio la inhóspita selva del Darién, fronteriza con Colombia, está a punto de pulverizar los registros de todo 2022.
«Hoy sumamos 227.000 migrantes que han pasado por nuestro territorio, este mes (de julio) vamos a rebasar la fecha histórica del año 2022, cuando fueron 248.000 migrantes» que pasaron por el Darién, dijo el ministro panameño de Seguridad, Juan Manuel Pino, a periodistas.
La selva del Darién se ha convertido, pese a los enormes peligros, en un corredor para la migración que desde Sudamérica trata de llegar a Estados Unidos a través de América Central.
Las autoridades de Panamá sospechan que el tráfico de migrantes por el Darién está manejado por el Clan del Golfo, un cartel de drogas colombiano.
En el último año se han reportado varios enfrentamientos armados en la jungla panameña entre bandas criminales que buscan extorsionar a los migrantes y la policía.
Selva del Darién
Según estadísticas del Servicio Nacional de Migración de Panamá, más de 248.000 personas realizaron esta travesía en 2022, lo que supuso una cifra récord.
Ahora, ese registro histórico, según Pino, está a punto de superarse, cuando aún faltan más de cinco meses para que termine el año.
A este ritmo, «calculamos una cifra de 400.000» migrantes que habrán pasado por el Darién en 2023, señaló Pino.
«Estas personas, lo que quieren en 99% es seguir transitando hacia el norte, ese es su cometido», añadió el funcionario.
Según los datos oficiales, hasta el 30 de junio más de 100.000 venezolanos cruzaron el Darién este año, casi la mitad del total de personas que realizaron esta ruta.
También destaca el número de haitianos (cerca de 33.000), ecuatorianos (más de 25.000) y chinos (más de 8.500).
Del total, una quinta parte fueron menores de edad.
Los migrantes cruzan la frontera natural del Darién, de 266 km de largo y 575.000 hectáreas de superficie, pese a estar plagada de peligros como animales salvajes y ríos caudalosos.
Además, enfrentan organizaciones criminales que les roban o les exigen pagos para guiarlos en su travesía.