En Ecuador la eliminación de los subsidios a los combustibles desató la furia en las calles contra el gobierno de Lenín Moreno, que se vio obligado a dar marcha atrás y abrir una mesa de diálogo con las organizaciones indígenas que habían convocado a las protestas.
En Chile, desde hace cinco días se mantiene el caos por el estallido de manifestaciones violentas que tuvieron su origen en la suba del boleto del Metro. El presidente Sebastián Piñera también reculó y el martes en la noche anunció un paquete de medidas para atender las demandas sociales.
Uruguay, que junto con Argentina tiene elecciones el próximo domingo, ¿debe temer por un efecto contagio de esas revueltas?
Referentes en asuntos internacionales del oficialismo y la oposición coinciden en que la situación uruguaya no es comparable con la de esos países.
El diputado Roberto Chiazzaro, integrante de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara y secretario de Relaciones Internacionales del Partido Socialista, considera que es algo muy difícil de medir si las revueltas en Chile o las que se registraron en Ecuador incidirán en los procesos electorales del Río de la Plata, pero dijo que no están dadas las condiciones para que esas situaciones se registren en Uruguay.
“A pesar de las dificultades de la economía mundial, Uruguay ha mantenido un crecimiento, aunque bajo, sí, y el grado inversor. No hay la sensación de que aquí vaya a haber una situación como la que está sucediendo en el resto del continente”, dijo a El País.
El diputado socialista atribuyó las crisis en Chile y Ecuador a los “modelos económicos” que se han aplicado en esos países.
“Sociedades en las cuales hay una concentración del ingreso, tremendamente desiguales, se generan estas tensiones. En ambos países se hicieron políticas de ajuste muy violentas, en las que se les hizo pagar los costos al pueblo”, agregó.
Chiazzaro dice que “hay un mar de distancia” entre lo que sucede en esos países y Uruguay, porque allí “hay una gradualidad que ha permitido mantener la economía y una estabilidad social muy importante”.
Incluso, indicó, en caso de que el frente amplio gane las elecciones y tenga que adoptar medidas de ajuste, “no serán saltos abruptos en el vacío, todo va a tener una gradualidad”. Y en caso de que gane la oposición, “tampoco va a poder hacer cambios tan bruscos”.
El diputado tiene la convicción de que el Frente Amplio ganará las elecciones, aunque posiblemente sin mayorías parlamentarias. “Vamos a tener que negociar”.
“Y creo que a pesar de que ha surgido una ultraderecha como lo es Guido Manini Ríos, acá hay un sentido democrático y un respeto a la institucionalidad, por lo que no creo que se vaya a situaciones extremas” como en los casos chileno y ecuatoriano.
“Creo que hay conquistas que hoy ha tenido el pueblo uruguayo que estoy seguro de que ningún partido de oposición sería tan tonto de quitarlas. Sería ridículo, como pegarse un tiro en los pies”, indicó.
Chiazzaro tampoco cree que el régimen venezolano de Nicolás Maduro esté detrás de esos levantamientos, como denunció en el caso de Ecuador el presidente Lenín Moreno.
“Eso es ridículo. Ni Cuba ni Venezuela están en condiciones sociales, políticas y económicas de incidir en ninguno de los procesos que se están dando en América Latina. Es más, para Maduro y para Cuba lo último que desearían es que se generen este tipo de situaciones, que hasta podrían agravar la de ellos mismos”, manifestó.
Desde la izquierda más radical, el candidato presidencial de Unidad Popular, Gonzalo Abella, dijo que si bien ahora no prevé un alzamiento popular como en Chile, otra cosa sería luego de que asuma el próximo gobierno.
“No habrá una explosión social como en Chile en lo inmediato porque el Frente Amplio acumuló catorce años de bonanza económica donde entregó el país a las transnacionales, entraron muchos dólares y goteó asistencialismo político a los más humildes. Por eso, no habrá en este momento saqueos de supermercados. El año que viene es diferente”, dijo Abella.
Para el politólogo, docente y experto en temas internacionales Romeo Pérez Antón, afín al Partido Nacional, los casos de Chile y Ecuador se encuentran en bases muy distintas.
En Ecuador el presidente Lenín Moreno logró frenar las manifestaciones instalando una mesa de diálogo con las organizaciones indígenas que habían convocado las protestas.
En cambio, en Chile este miércoles sería el sexto día consecutivo de incidentes callejeros, pese a que el presidente Piñera derogó la suba del precio del boleto del Metro de Santiago. Tampoco en Chile hay organizaciones convocantes que se responsabilicen de las protestas, como hubo en Ecuador.
“El aumento de la tarifa del Metro en Chile suena a pretexto para aplicar un plan preconcebido. No diría eso respecto de Ecuador”, consideró Romeo Pérez.
En su opinión, en el caso de Chile “se ve un propósito desestabilizador del gobierno de los partidos políticos bajo arbitraje electoral, del mecanismo democrático”.
Al igual que Chiazzaro, Pérez Antón no ve posibilidad de que en Uruguay ocurran revueltas como las de Chile. “No conozco ninguna minoría que pudiera preparar planes para desatar ese tipo de violencia”, dijo.
“En Uruguay, además, el sistema de partido comprende absolutamente todas las variantes de conducta política que uno puede imaginar. Incluso se comenta con alarma que la extrema derecha y la extrema izquierda están dentro de partidos del sistema. Pero eso somete, puesto que son minorías, a esos extremismos a la lógica de gobiernos de partidos”, explicó Pérez Antón.
“Uno puede lamentar cierto clima de campaña electoral bastante sucio, que no está dentro de los mejores antecedentes del país. Uno puede lamentar el hecho de que evidentemente el gobierno ha tratado de influir en la campaña usando dineros públicos. Pero las garantías básicas están dadas en Uruguay. Surgirá un nuevo escenario político, pero sin que se dude de la legitimidad de los ganadores”, afirmó.
Pérez Antón dijo que ante la hipótesis de ajuste en el próximo gobierno para combatir el déficit fiscal, las medidas que se adopten no serán “de choque”, y que tanto Daniel Martínez como Luis Lacalle Pou se inclinarían por ajustes graduales.
Tampoco cree que Venezuela haya estado detrás de los levantamientos en Ecuador. “No porque no quieran los venezolanos, sino porque no pueden. No pueden ni gobernar su propio país”. Explicó que la forma en cómo se procesó la crisis en Ecuador demostró que Maduro no estaba detrás.
Rendirse a narcos
Además de los casos de Chile y Ecuador, donde dos presidentes cedieron a las protestas callejeras, Pérez Antón llamó la atención por lo que sucedió en México la semana pasada, cuando el gobierno de Andrés Manuel López Obrador primero capturó y luego liberó al hijo del narco Joaquín “Chapo” Guzmán.
“Lo de México es todavía más grave que lo de Ecuador y Chile, porque se trata de un gobierno que da marcha atrás ante el narcotráfico. Y segundo, da marcha atrás en aplicación de la ley penal, no de medidas económicas”, dijo.
“Habría que averiguar mucho para encontrar un caso análogo en que un Estado se rinde a la manifestación abierta del poder del narcotráfico. Lamentablemente nos tiene que seguir preocupando mucho América Latina. No lo tememos para Uruguay, pero está ahí. No estamos vacunados. Tendríamos que encontrar la manera de contribuir con el robustecimiento de las instituciones democráticas en todos los países”, concluyó.
Cambios respecto a Venezuela
Tanto en Argentina como en Uruguay el caso venezolano ha marcado diferencias entre el gobierno y la oposición. En Uruguay el gobierno del Frente Amplio reconoce al régimen de Nicolás Maduro, pero la oposición no.
En Argentina es al revés. Por eso, en función de cómo terminen los procesos electorales en el Río de la Plata, puede haber un giro en la política exterior en ambos países.
En caso de que Daniel Martínez obtenga para el Frente Amplio un cuarto gobierno consecutivo, Uruguay seguirá alineado a los países que reconocen a Maduro.
Martínez ha apoyado la estrategia del canciller Rodolfo Nin Novoa, si bien condenó las violaciones de los derechos humanos en Venezuela y compartió las conclusiones del informe de la alta comisionada de la ONU, Michelle Bachelet.
Por el contrario, en caso de que gane el candidato del Partido Nacional Luis Lacalle Pou, el giro será de 180 grados: Uruguay se sumará al Grupo de Lima y desconocerá a Maduro como gobernante legítimo. La oposición uruguaya también ha avalado el informe de Bachelet sobre torturas y ejecuciones extrajudiciales, entre otras violaciones de los derechos humanos en Venezuela.
Por su lado, el posicionamiento de la Argentina de Mauricio Macri con respecto a Venezuela ha sido claramente de oposición al régimen chavista, encabezando junto con Colombia, Brasil y Estados Unidos la ofensiva regional para sacar a Maduro del poder.
El candidato opositor Alberto Fernández ya anunció que si gana habrá un giro en la política exterior frente a Venezuela. Fernández dijo que retirará a Argentina del Grupo de Lima, y que se sumará a la estrategia de México y Uruguay de ambientar un diálogo entre el régimen y la oposición.