Para la mitad de este siglo, tres de cada cuatro católicos en el mundo no provendrán de lo que comúnmente se denomina «el mundo occidental». Europa habrá dejado –si no lo ha hecho ya hace tiempo– de ser el epicentro de la Iglesia católica, que se habrá trasladado a lo que los últimos Papas han denominado «las periferias». La población católica habrá crecido 146% en África, 63% en Asia, 42% en Hispanoamérica y 38% en América del Norte. En Europa, por el contrario, habrá descendido 6%.
Los datos los ha facilitado al National Catholic Register uno de los purpurados más recientes del colegio cardenalicio: Protase Rugambwa, arzobispo de Tabora, en Tanzania. Acostúmbrense a estos nombres porque, en no muchos años, una parte creciente del clero procederá del continente negro. «Es cierto que el futuro de la Iglesia está en África», ha señalado el cardenal Rugambwa, quien ha recordado que, al inicio del siglo XX, allí solo había 2 millones de católicos mientras que hoy rondan los 250 millones, casi 18% de la población africana. «Está previsto que, para 2050, uno de cada tres católicos en el mundo sea africano», terció el purpurado.
Pero, más allá de las cifras, la situación de la Iglesia en África no es un lecho de rosas. «Hay grandes desafíos», ha reconocido el arzobispo tanzano. En su país, por ejemplo, 27% de los 65,5 millones de habitantes es católico. Los 5 seminarios están llenos y muchas diócesis tienen incluso lista de espera, lo que llevó a la apertura de un sexto centro. «No perseguimos números, sino calidad», enfatiza el cardenal Rugambwa. El riesgo, reconoce, «es que estos futuros sacerdotes no reciban una formación integral. Puede que reciban una preparación intelectual adecuada, por ejemplo, mientras que otras áreas como la formación espiritual o humana sean descuidadas».