La caótica retirada hace un año de Estados Unidos en Afganistán dañó la credibilidad del gobierno de Joe Biden, que busca mantener su influencia en el tablero internacional mientras se le acumulan varios frentes abiertos: la lucha contra el terrorismo, la rivalidad con China y la guerra de Ucrania.
Biden había prometido que Kabul no sería otro Saigón, pero el apresurado repliegue de Afganistán se pareció mucho al fin de la guerra del Vietnam.
Las imágenes de la apresurada evacuación del personal diplomático y de los afganos que colaboraron con Estados Unidos dieron la vuelta al mundo. En el mismo momento ocurría un atentado en el aeropuerto de Kabul que mató a 13 soldados estadounidenses y más de 170 civiles.
Afganistán regresó a la casilla de salida
Tras dos décadas de invasión, miles de millones de dólares invertidos y más de 2.400 soldados estadounidenses caídos, Afganistán regresó a la casilla de salida: los talibanes controlan el país.
«El caos que hubo refleja una ausencia total de planificación. Estados Unidos creía que los talibanes no tenían fuerzas para volver al poder y estaban equivocados», dijo a Efe Robert Crews, profesor de la Universidad de Stanford.
Para Crews, el principal error fue pensar que el Ejército afgano estaba preparado para combatir a los talibanes sin presencia de las Fuerzas Armadas estadounidenses.
Combate del terrorismo
Pero no responsabiliza de todo al Ejecutivo de Biden, pues considera que fueron los Acuerdos de Doha, firmados en 2020, los que «allanaron el camino» del retorno de los integristas.
El desastre de Afganistán impactó de lleno en la popularidad de Biden, que cayó en picado y comenzó a repuntar hasta hace apenas algunas semanas.
Biden defendió la semana pasada que gracias a la salida de Afganistán, Estados Unidos puede combatir el terrorismo «sin poner en peligro a miles de tropas sobre el terreno».
Ayuda al pueblo de Afganistán
Precisamente, el terrorismo es ahora el principal escollo para que Estados Unidos cumpla su promesa de ayudar al pueblo de Afganistán. Según la Organización de las Naciones Unidas hay casi 23 millones de personas con una severa crisis alimentaria.
Y es que la presencia en Kabul del líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, asesinado en julio pasado por Estados Unidos, dinamitó las incipientes conversaciones entre Washington y los talibanes para desbloquear fondos afganos.
En total, Estados Unidos mantiene congelados 9.000 millones de dólares que el gobierno afgano envió al extranjero antes de la caída de Kabul. La Casa Blanca pretende destinar 3.500 millones para ayuda humanitaria y el resto para las familias de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre.
Acuerdos violados gravemente
En declaraciones a Efe, un portavoz del Departamento de Estado aseguró que el régimen talibán «violó gravemente» los Acuerdos de Doha al «dar cobijo» al líder de Al Qaeda.
La misma fuente detalló que Estados Unidos explora un mecanismo alternativo para desbloquear fondos que «beneficien al pueblo afgano y no a los talibanes».
Para Juan Luis Manfredi, titular de la cátedra Príncipe de Asturias de la Universidad de Georgetown, en Washington, las consecuencias de la caótica salida de Afganistán fueron mucho más allá: Biden quedó «en una posición débil y complicada en el panorama internacional».
Biden fue una gran decepción
«Las expectativas de la capacidad de liderazgo del gobierno de Biden eran altas y, la verdad, fue la primera gran decepción», dijo el profesor a Efe.
Desde entonces, Estados Unidos ha quedado «sin ninguna capacidad de influencia» en una región de alta importancia estratégica, opinó.
Esa retirada fue interpretada por muchos como un repliegue de Washington en el tablero global. Mientras que Rusia quiso aprovecharse con la invasión de Ucrania.
Sin embargo, los defensores de Biden destacan que los servicios de inteligencia estadounidenses supieron anticipar que Vladímir Putin, preparaba la ocupación de territorio ucraniano.
Y que mediante el continuo envío de armamento para el Ejército ucraniano, se ha logrado contener la guerra en el este del país.
Reorientación de Estados Unidos
Manfredi dice Estados Unidos está en una clara reorientación de su política exterior para concentrarse en la rivalidad política y comercial con China.
Prueba de ello es la última gira de Biden por Asia y la visita de la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, a Taiwán.
Pero el profesor advierte que si Estados Unidos quiere seguir siendo una superpotencia, debe poder atender «más de un frente a la vez».
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