Un anciano sacerdote ortodoxo gritó al papa Francisco que era un «hereje» cuando éste se disponía a entrar al arzobispado ortodoxo en Atenas y fue alejado por la policía.
«Papa, eres un hereje», gritó el anciano cuando el pontífice estaba entrando al arzobispado para realizar una visita a la máxima autoridad de la Iglesia ortodoxa griega, Jerónimo II.
Inmediatamente la Policía intervino y alejó al religioso de la zona.
Este incidente no empaña la visita de Francisco a Grecia, que se produce en un clima muy diferente respeto a la que realizó el papa Juan Pablo II en 2001 y que contó con una neta oposición de los ortodoxos más conservadores y fundamentalistas.
En la primera jornada de su viaje a Grecia – procedente de Chipre – el papa se entrevistó con el también arzobispo de Atenas, y la ocasión sirvió para, igual que hizo Juan Pablo II en su difícil visita al país helénico, pedir perdón, en alusión a episodios como el saqueo de Constantinopla, ocurrido en el 1204 a manos de los ejércitos venecianos.
«Con vergüenza, lo reconozco por la Iglesia católica, acciones y decisiones que tienen poco o nada que ver con Jesús y con el Evangelio, basadas más bien en la sed de ganancias y de poder, han hecho marchitar la comunión. De este modo hemos dejado que la fecundidad estuviera amenazada por las divisiones», afirmó el papa.
Los ortodoxos responsabilizan a Roma y los cruzados de ser culpables de que en1453 Constantinopla cayera en manos de los Otomanos, poniendo fin al imperio Bizantino.
«La historia tiene su peso y hoy aquí siento la necesidad de renovar la súplica de perdón a Dios y a los hermanos por los errores que han cometido tantos católicos», añadió.
Francisco recordó que hace cinco años acudió junto con Jeronimo II a la isla de Lesbos, «ante la emergencia de uno de los dramas más grandes de nuestro tiempo, el de tantos hermanos y hermanas migrantes que no pueden ser dejados en la indiferencia y vistos sólo como una carga que hay que gestionar o, todavía peor, que hay que delegar a otro».
En el resto de su discurso, Francisco volvió a hablar de importancia de la unidad de los cristianos tras una alejamiento que dijo ha sido fruto de «venenos mortales» y «de la cizaña de la sospecha» que «aumentó la distancia».
El pontífice también se reunió en Chipre con los máximos representantes de la Iglesia ortodoxa y visitó al Santo Sinodo, desde donde lazó también una petición de dejar al lado las diferencias para «trabajar juntos».
«No nos tengamos miedo, ayudémonos a adorar a Dios y a servir al prójimo, sin hacer proselitismo y respetando plenamente la libertad de los demás», dijo.
Las relaciones entre los católicos y los ortodoxos en Grecia son prácticamente inexistentes y se espera que este viaje pueda al menos impulsar el dialogo.