Estados Unidos y Turquía han dado este lunes el primer paso para la creación de una franja bajo control militar turco en el noreste de Siria que limitará el territorio dominado por las milicias kurdo-sirias.
El Ministerio de Defensa confirmó este lunes por Twitter la llegada de una delegación estadounidense para preparar el centro de operaciones conjuntas desde el cual se coordinará el establecimiento de la franja.
«Han empezado los trabajos para crear un centro de operaciones conjuntas para la ‘zona de seguridad’ cuya creación en el norte de Siria se planifica con Estados Unidos. En este marco, ha llegado a Sanliurfa una delegación estadounidense de seis personas con la intención de realizar los trabajos previos», indica el mensaje.
La agencia privada Demirören informó que a la misma ciudad llegó un contingente de 90 militares estadounidenses.
La provincia de Sanliurfa, en el sureste de Turquía, comparte más de 200 kilómetros de frontera con las zonas del norte de Siria al este del río Éufrates, una región con población kurda y árabe dominada por las milicias kurdas Unidades de Protección del Pueblo (YPG).
Ankara considera las YPG terroristas por sus vínculos con el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), la guerrilla kurda activa en Turquía, mientras que Washington las respalda como aliadas en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico.
El envío de militares para la creación de un centro común de operaciones es el primer paso de un acuerdo pactado por Washington con Ankara el pasado 7 de agosto, cuyo objetivo final es poner bajo control turco una franja fronteriza de territorio.
El pacto se alcanzó días después de que Ankara reiteró su amenaza de intervenir militarmente en el noreste de Siria ante la falta de acuerdo que había con Washington sobre este asunto.
Recep Tayyip Erdogan, presidente turco, había advertido a principios de agosto que a Turquía «se le acaba la paciencia», aunque ha pronunciado discursos similares respecto a una «pronta intervención» en los últimos dos años.
Estados Unidos y Turquía no han alcanzado aún un acuerdo sobre el ancho de la futura «zona de seguridad», que se extendería previsiblemente desde la frontera sirio-iraquí hasta las zonas bajo control de las tropas turcas al oeste del Éufrates.
Altos cargos turcos han adelantado que el ancho debería ser de 32 kilómetros, pero esto pondría bajo control de Ankara casi todo el territorio poblado mayoritariamente por kurdos en el noreste de Siria, por lo que las YPG difícilmente aceptarían un pacto de este tipo.
Tras la operación «Escudo del Éufrates» al norte de Alepo en el verano de 2016 y la intervención en el cantón kurdo de Afrin en el extremo noroeste de Siria, Turquía domina ahora un territorio fronterizo de unos 4.000 kilómetros cuadrados en la mitad occidental de Siria.
El pacto alcanzado con Washington añadiría otros 12.000 kilómetros cuadrados, si efectivamente se acuerda un ancho de 32 kilómetros, o menos de la mitad si el límite se queda entre 5 y 14 kilómetros, una propuesta que la prensa turca atribuye a los negociadores estadounidenses.
El gobierno sirio ha rechazado enérgicamente el citado pacto acordado por Washington y Ankara, al considerar que el plan es un ataque a su soberanía y una violación flagrante de los principios del Derecho Internacional y la Carta de la ONU.
También lo rechazan los kurdos de Siria, que acusan a Turquía de querer atacar las zonas autónomas de la región, declaró a Efe, el pasado jueves, Shahin Najib al Ali, portavoz de la administración civil de Kobane, en el Kurdistán sirio, tras conocerse el acuerdo turco-estadounidense.
«Nosotros como kurdos, al igual que las otras etnias en la zona, conocemos la intención del Estado turco a la hora de crear esta franja segura. Su objetivo es simple y claro: atacar estas administraciones autónomas», dijo Al Ali.
Las autoridades kurdosirias rechazan esta franja de seguridad «porque ya el norte de Siria es una zona segura y no necesita ninguna otra zona para que lo sea», subrayó el portavoz.