Turquía bombardeó este sábado la estratégica ciudad siria de Kobane, en la provincia noroccidental de Alepo y un importante bastión de las fuerzas kurdosirias, días después de señalarlas por el atentado que hace una semana causó seis muertos y 81 heridos en Estambul.
Farhad Shami, portavoz de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada liderada por kurdos, informó en su cuenta de Twitter de que Kobane, «la ciudad que derrotó al Estado Islámico», fue «sometida un bombardeo por parte de aviones de la ocupación turca».
La emblemática localidad, escenario en 2014 de una cruenta batalla entre el EI y las fuerzas kurdosirias que le hicieron frente, es a menudo considerada un símbolo de la resistencia kurda contra el «califato», al que estas milicias arrebataron su último bastión en el país en 2019.
Según Shami, también fueron bombardeadas esta noche las aldeas de Dahir al Arab y Al Beilonya, ambas habitadas por personas desplazadas de dos zonas sirias tomadas por Turquía y sus milicias aliadas en sendas operaciones transfronterizas lanzadas en los últimos años.
Los ataques aéreos se producen después de que esta semana Ankara asegurase que la persona que colocó una bomba el pasado domingo en Estambul fue una mujer siria entrenada por las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), uno de los principales componentes de las FSD.
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Según la versión turca, la orden de ejecutar el atentado fue dada «desde Kobane».
Las autoridades turcas consideran que las YPG y el Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK), la guerrilla kurda de Turquía, son ramas regionales de la misma organización y, por tanto, consideran ambas como organizaciones terroristas.
Las fuerzas kurdosirias negaron vinculación alguna con la explosión de Estambul y acusaron al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de buscar una excusa para atacar el norte de Siria con el objetivo de ganar apoyos de cara a las elecciones que se celebrarán en su país el año próximo.