Algunos de los 33 sobrevivientes al accidente de un bus de Expreso Brasilia que rodó por un abismo en El Playón, Santander, que han ido egresando de la Clínica La Merced y el Hospital Universitario de Santander, en Bucaramanga, relataron los dramáticos momentos que vivieron durante la tragedia que cobró 9 vidas, entre esas las de dos niños de 4 y 8 años.
Tragedia en Bucaramanga
El bus, que iba ocupado en su mayoría por migrantes venezolanos que viajaban hasta Valledupar para luego llegar a Necoclí, cruzar la selva del Darién, Centroamérica y alcanzar los Estados Unidos, habría caído al abismo por una falla mecánica -según informó inicialmente la Policía de Santander-; sin embargo, los sobrevivientes explicaron que se trató de un exceso de velocidad por parte del conductor, quien se habría confiado al tomar una curva muy cerrada.
Yilber de Jesús Lugo Villarreal, uno de los ocupantes que fue atendido en la Clínica La Merced, relató que la mayoría de viajeros iban dormidos pero él no porque tenía mucho frío y estaba un poco preocupado por la velocidad a la que se desplazaba el vehículo.
“En una curva ya después de la loma, bajando El Playón, que es muy cerrada, él iba muy duro. Él se le confió a la curva. El bus se balanceó a un lado y luego al otro, y en ese momento fue que nos caímos al barranco. Dimos como 20 vueltas y ahí perdimos todo”, relata el joven de 25 años, quien viajaba con un grupo de 17 amigos y familiares políticos en busca de un mejor futuro.
Lugo explica que el salió despedido del vehículo y no llegó a quedar al final del abismo, por lo cual sus heridas no fueron tan graves: “Solo me cogieron seis puntos en la pierna y seis en la frente”.
Él explica que justo en ese momento el conductor de un camión que iba por la vía se detuvo y, junto con su hijo de 7 u 8 años, les ayudaron a subir haciendo un camino por el monte. “Yo estaba sangrando mucho por la cara, así que estaba muy asustado. Pero ayudé a sacar a tres niños que estaban heridos”.
Otro de los sobrevivientes fue Franyer Javier Landínez Moreno, quien también dijo que el bus iba muy rápido y él incluso intentó pararse a pedirle al conductor que redujera la velocidad, porque había mucha gente mareada por las curvas.
“Fue justo ahí que sentimos que todo se estremeció y nos fuimos al abismo. Yo no pude hacer nada y afortunadamente no me fui hasta el fondo. Apenas pude moverme ayudé a los que tenía cerca y busque a mi esposa y mi hijastra”, narró el migrante.
Landínez explicó que nadie les habló de una falla mecánica, él solo recuerda que «el conductor iba muy rápido y estaba como compitiendo con otro carro más atrás». Además, en cada curva sentía que se iban a voltear, porque “a él cada curva lo sorprendía, como si no conociera el camino”.
El hombre explica que se salvó porque Dios es grande y porque salió expulsado del bus en la parte de arriba del barranco, por eso no sufrió ninguna herida grave.
“Los que se fueron hasta el fondo fueron los que murieron, la mayoría quedamos arriba. Toda mi familia está bien y los han atendido bien en el hospital. Una amiga de nosotros sí falleció”, agrega Landínez.
Tanto Lugo como Landínez aseguran que lo que pasó fue una tragedia en la cual Dios les dio una nueva oportunidad: “Volvimos a nacer”, coincidieron ambos.
Además, señalaron que lo perdieron todo en el accidente y que se trata de una señal para que definitivamente se regresen a Venezuela y cambien sus vidas, así que no van a intentar migrar a los Estados Unidos de nuevo, aseguraron.
La identidad de los 9 muertos en el accidente:
Noribel Rangel Perez, Norbelys De Jesus Monsalve Florez, Andrey Jose Vielma Marquez, Algenis Junior Perozo Semprun, Jhordan Andres Picon Gonzalez, Angel Segundo Torres Suárez, Jeinson Francisco Aguilar Simancas y dos menores de cuatro y ocho años. Ocho de las víctimas fatales son de nacionalidad venezolana y uno es boliviano.
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