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Tensión en la frontera turco-griega, con miles de refugiados atascados

por Avatar EFE

Miles, o quizás decenas de miles, de refugiados se agolpan este domingo en el paso fronterizo entre Grecia y Turquía, en la tercera jornada de un movimiento masivo desencadenado por el bulo de que las fronteras de la Unión Europea estarían abiertas.

Hastiados de esperar ante la valla fronteriza, donde la policía griega carga de vez en cuando con gas lacrimógeno contra quienes se acercan demasiado a la linde, cientos de migrantes han decidido probar suerte en otros puntos y se han dispersado a lo largo del río Evros, que marca la frontera.

Pero cruzar el río, a veces de más de 100 metros de ancho y que corre con fuertes corrientes entre orillas escarpadas y sotobosques, es casi imposible sin barca y los traficantes de personas han descubierto rápidamente su oportunidad de negocio.

Desde el sábado en la tarde, el Ministerio del Interior de Turquía ha dado abultadas cifras en continuo incremento sobre el número de refugiados que habrían «abandonado el país» hacia Grecia, de 36.000 a 76.000 este domingo en la mañana hasta rebasar los 100.000 al anochecer.

Son más las personas que han fracasado en su intento de cruzar la frontera con Grecia que las que los han logrado

Estafas de traficantes

En las redes sociales de los migrantes, en las que proliferan noticias y bulos en árabe, estas cifras han insuflado esperanzas a los refugiados, muchos de ellos desde hace años asentados en Turquía, dispuestos ahora a dejar todo para montarse en un autobús o un taxi a Edirne y probar suerte.

Pero la realidad era que poco más de un centenar realmente llegó a suelo griego, según las autoridades helenas, que afirmaron haber detenido en las últimas 24 horas a 73 personas en el intento de cruzar la frontera del Evros, llevando el total desde el viernes a 139.

Más frecuente es fracasar en el intento, como le ocurrió a un grupo de sirios, iraquíes y paquistaníes, que pagaron 50 euros por cabeza a un traficante el viernes en la noche para cruzar el río fronterizo en una lancha neumática.

Nada más desembarcar en lo que creyeron era la orilla griega, descubrieron empero que se hallaban en un islote boscoso, sin posibilidad de avanzar ni de regresar.

Tras dos noches y casi dos días a la intemperie, los más fuertes acabaron nadando de vuelta a la orilla turca, mientras que otros, recién llegados, consiguieron tender una cuerda a través del mismo brazo del río, de unos 40 metros de anchura.

Gracias al improvisado dispositivo, otras tres personas pudieron regresar y el resto fue rescatado finalmente este domingo en la tarde por un equipo de AFAD, la agencia turca de emergencias.

Sirios, iraquíes y paquistaníes han pagado hasta 50 euros para que un traficante los ayude a cruzar el río fronterizo

Acampada con pocas esperanzas

Mientras tanto, miles de personas, la mayoría de Siria, Irak, Pakistán, Afganistán y Somalia, seguían congregadas delante del paso fronterizo con la esperanza de que la UE cambie de parecer.

Desde el sábado en la noche, la policía turca veta a la prensa el acceso a esta zona, donde sí permite la entrada a los migrantes que siguen llegando desde Estambul y otras regiones del país para sumarse a la espera, aunque otros se deciden por dar marcha atrás.

En conversación con Efe, un portavoz de la asociación turca UMHD de ayuda a los refugiados calculó que cerca de 30.000 refugiados se hallaban en la zona fronteriza.

Los voluntarios de la ONG turca ASAM, la única que tiene permitido el acceso a la zona para llevar comida y artículos de primera necesidad a las familias acampadas, ha declinado hacer estimaciones, limitándose a admitir, en respuesta a la pregunta de Efe, que había «miles», «mucha gente».

También aumentó el movimiento de refugiados por las costas del mar Egeo y este domingo llegaron más de 200 personas a la isla griega de Lesbos.

No es un incremento demasiado llamativo, sin embargo, dado que la media diaria desde inicios del año superaba el centenar.

El desencadenante: escalada en Siria

El movimiento migratorio se desencadenó el jueves en la noche, cuando altos cargos turcos anunciaron que su país «ya no está en condiciones de retener a los refugiados».

La declaración vino tras una jornada de conmoción nacional por la muerte de 34 soldados turcos en la provincia siria de Idlib, donde en las últimas semanas se han intensificado los combates entre las fuerzas del régimen del presidente sirio, Bashar al-Assad, y grupos rebeldes.

Turquía, que respalda a los rebeldes, mantiene desde hace dos años varios puestos de observación militares en la zona, la última aún dominada por milicias islamistas.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, relacionó el sábado el cambio en la política de migración y el fin de los esfuerzos para controlar su parte de la frontera con la falta de apoyo de la UE en su enfrentamiento con el régimen sirio.

Por otro lado, la contraofensiva que las tropas turcas han lanzado en los últimos días en Idlib también supone un empeoramiento de las relaciones con Moscú, que respalda a Al-Assad.

Erdogan se entrevistará con su homólogo ruso, Vladimir Putin, el próximo jueves en Moscú, tras varios días de negociaciones infructuosas entre delegaciones de ambos países para reducir la tensión en Idlib.