A finales de octubre, mientras caían las bombas y los tanques incursionaban en lo profundo de la Franja de Gaza, el presidente de Israel, Isaac Herzog, mantuvo una tensa conversación telefónica con el papa Francisco. Cuando el jefe de Estado israelí estaba describiendo los horrores del ataque de Hamás del 7 de octubre, el pontífice le lanzó una réplica tajante.
“Está prohibido responder al terror con terror”, le habría dicho Francisco, según un alto funcionario israelí al tanto de la conversación, que hasta ahora no había sido difundida. Herzog protestó repitiendo que el gobierno de Israel estaba haciendo lo necesario en Gaza para proteger a su pueblo. El Papa siguió diciendo que los responsables debían rendir cuentas, pero no los civiles.
Fue a la luz del contenido de esa llamada privada que el gobierno israelí interpretó la polémica declaración de Francisco durante su audiencia general en la plaza de San Pedro el 22 de noviembre, cuando dijo que el conflicto ya había “excedido una guerra: esto es terrorismo”.
Sumado al intercambio diplomático de aquella llamada -considerada “tan mala” por los israelíes que prefirieron no hacerla pública-, las implicaciones eran claras: el Papa estaba calificando la campaña en la Franja de Gaza como un acto de terrorismo. “¿Y de qué otra manera interpretarlo?”, dice el alto funcionario de Israel, que preservó su anonimato por la sensibilidad del tema.
En una declaración a The Washington Post, la Santa Sede reconoció la existencia del llamado. “Como otras llamadas de ese día, se dio en el contexto de los esfuerzos del Santo Padre por contener la gravedad y el alcance de la situación de conflicto en Tierra santa”, señaló.
Desde la oficina del presidente israelí declinaron comentar al respecto diciendo: “No estamos acostumbrados a referirnos a conversaciones privadas”. Pero las palabras públicas del Papa en la plaza de San Pedro desataron quejas de grupos proisraelíes, como el Comité Judío Estadounidense, y reavivaron tensiones históricas entre algunos líderes judíos y el Vaticano.
En cierto sentido, los comentarios del Papa cristalizaron el creciente horror global por la pérdida de vidas civiles en Gaza. Según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 13.300 gazatíes han muerto desde que Israel lanzó su campaña militar, a principios de octubre. La reacción de Francisco no fue demasiado diferente a la de organizaciones humanitarias internacionales y otros mandatarios y líderes mundiales.
Sin embargo, y aunque el Vaticano tiene menos influencia moral que en el pasado, lo que preocupa a algunas organizaciones proisraelíes es que Francisco tiene mayor capacidad que la mayoría de los líderes políticos para influir en el sentimiento global.
“Creo que el riesgo es significativo”, dice Karma Ben Johanan, experto en relaciones judeo-cristianas de la Universidad Hebrea de Jerusalén. “Incluso en nuestro mundo actual semisecular, el Papa tiene enorme estatura moral y su guía espiritual es muy valorada. Si lo que quiso decir es que Israel no tiene derecho a defenderse, el riesgo es que esa opinión se popularice, y que complique aún más las relaciones entre judíos y católicos.”
Las reuniones de Francisco
El 22 de noviembre, horas antes de su audiencia general y su referencia al “terrorismo”, Francisco celebró dos emotivas reuniones: una con familiares de personas asesinadas en Gaza y otra con familias de rehenes cautivos de Hamás.
En la sesión con los palestinos, el Papa lloró al enterarse del enorme número de muertos, señala Shireen Hilal, una docente que perdió a dos familiares. Ella y otros asistentes dicen que Francisco usó la palabra “genocidio” en inglés.
“Estaba perfectamente al tanto de lo que pasa, de lo difícil que es vivir en Gaza”, dice Hilal. “Estaba al tanto de todos los detalles. Sabía que no teníamos electricidad, ni gas, ni combustible, ni agua potable, ni asistencia médica. Y también sabía que en Gaza la Iglesia está sufriendo”.
Ante la consulta del periodismo, un vocero del Vaticano dijo que hasta donde él sabía, el Papa no había usado la palabra “genocidio”, pero no lo descartó categóricamente. El Papa viene advirtiendo periódicamente sobre el sufrimiento en Gaza y ha reclamado más ayuda humanitaria y un alto el fuego duradero. El Vaticano dice que también mantiene contacto diario con una iglesia católica en Gaza que alberga a 700 palestinos desplazados.
Los detractores judíos del Papa se quejan de que, en líneas generales el pontífice ha hecho más hincapié en la difícil situación en Gaza que a la pérdida de vidas en Israel, algo que los funcionarios vaticanos niegan. Sus críticos también lo culpan por no denunciar específicamente los comentarios antisemitas del jeque Ahmed el-Tayeb, gran imán de la mezquita de al-Azhar en El Cairo, con quien Francisco ha desarrollado una cálida relación.
Alfonso Pedatzur Arbib, gran rabino de Milán, dijo sentirse consternado por la reunión del Vaticano con israelíes y palestinos en un mismo día, como si los israelíes no tuvieran derecho a una “solidaridad exclusiva”.
Las familias israelíes habían presionado mucho para lograr esa reunión, que se logró solo después de difíciles negociaciones, pues el Vaticano quería evitar enviar un mensaje político. Los israelíes, sin embargo, siguieron presionando, con la esperanza de que la estatura global del Papa impulsara su causa.
Después del encuentro, expresaron su agradecimiento y elogiaron la naturaleza “compasiva” de Francisco. Algunos, sin embargo, se manifestaron decepcionados por la brevedad de la audiencia -menos de 20 minutos- y porque muy pocos de ellos pudieron hablar. Algunos también quedaron desconcertados por los comentarios de Francisco horas después, cuando pareció equiparar la respuesta israelí con el terrorismo.
“En Roma sentimos que estaba con nosotros, pero frente al mundo la sensación fue diferente”, dice Romi Cohen, de 19 años de edad, cuyo hermano gemelo está de rehén en Gaza. Y agregó: “Personalmente creo que no está bien comparar a las dos partes cuando se habla de terrorismo”.
Polémica afirmación
El comentario de Francisco desató una tormenta. “El Papa, por ser Papa, tiene que medir sus palabras”, dice el rabino estadounidense Abraham Cooper, director de acción social global del Centro Simon Wiesenthal, quien se reunió con Francisco tres veces. “Mostrar empatía por los palestinos que perdieron a sus seres queridos en Gaza es algo muy noble y digno. Pero el Papa estuvo a punto, y espero que no haya llegado a eso, de establecer una equivalencia moral entre la carnicería medieval de Hamás y los actos de un país democrático.”
El cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y confidente del Papa, intentó reformular el comentario de Francisco. “Eso no significa poner a todos al mismo nivel”, dijo Zuppi ante los periodistas la semana pasada. “Los del 7 de octubre fue una tragedia y punto. Fue una tragedia.”
Sin embargo, las reacciones en contra de sus palabras no amainaron. Muchos cuestionaron al Papa por no condenar explícitamente a Hamás, y algunos líderes judíos sugirieron que Francisco tenía la responsabilidad no solo de defender a Israel, sino también de sentar posición contra un alarmante auge del antisemitismo.
“Lo que estamos viendo es un retorno del odio y la demonización de los judíos”, dice Pedatzur Arbib. “Hay encuestas alarmantes que revelan que la mayoría de los estudiantes italianos piensa que Israel es equiparable a los nazis. Es muy grave lo que está pasando, porque cayeron todas las inhibiciones. Y uno esperaría un gesto inequívoco por parte de la Iglesia, algo que todavía no hemos visto”.