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Temor al cambio en Argentina impulsa al partido de gobierno

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Nora Beatriz Díaz dice que su decisión para las elecciones presidenciales del domingo en Argentina, la tomó, básicamente, hace seis años, cuando fue contratada por un programa gubernamental de empleo.Con 55 años de edad, la madre de dos batalló durante años para pagar las cuentas. Pero a través del programa «Argentina Trabaja», creado por el gobierno de Cristina Fernández, Díaz obtuvo un trabajo de limpieza y haciendo algo de construcción.»Si pierdo este trabajo vuelvo a cero», dijo Díaz de su salario equivalente a 275 dólares mensuales. «Este gobierno tiene que continuar en el poder».Esa actitud ayuda a explicar por qué el sucesor elegido por Fernández, Daniel Scioli, lidera las encuestas pese a los múltiples problemas económicos del país.Díaz es parte de un estimado del 30% de los votantes que, de acuerdo a los analistas políticos, conforman el núcleo del kirchnerismo, el movimiento político de Fernández y su difunto esposo y predecesor, Néstor Kirchner. Quienes respaldan a la pareja les acreditan revitalizar la economía luego de la devastadora crisis financiera de 2001-2002 al tiempo que ayudó a rescatar a los pobres.Hoy en día, cerca de 15 millones de argentinos, casi el 35% de la población, reciben algún tipo de asistencia financiera directa por parte del gobierno, de acuerdo a los investigadores de la Universidad Católica de Argentina.Los programas son tan populares que el principal candidato de oposición, Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires, se vio obligado a tomarlos en cuenta al diseñar su campaña.Macri inicialmente lanzó una campaña enfocada en el mercado, prometiendo combatir la corrupción y liberalizar a la economía proteccionista de Argentina. Pero ante sus bajos números en las encuestas, en meses recientes Macri ha hablado de alcanzar «cero pobreza» y prometió mantener e incluso incrementar parte del gasto social.»La gente tiene miedo que saquen sus planes sociales», dijo Leonardo Rajchert, presidente de una empresa de distribución de telefonía móvil y seguidor de Macri. «Macri no hará eso. Lo que sí, los va a manejar mejor».Scioli encabezaba una media docena de encuestas privadas publicadas la semana pasada, pero la contienda está apretada.En una encuesta, realizada por Ricardo Rouvier y Asociados, el 40,1% de los entrevistados dijeron que votarían por Scioli y tan solo el 29,2% lo haría por Macri. En otra, el 21,6% señaló que votarían por Sergio Massa, un ex aliado de Fernández, quien se distanció para formar su propio partido. La encuesta fue realizada de manera telefónica con 1.200 entrevistas entre el 2 y 15 de octubre y tiene un margen de error de 2,8 puntos porcentuales.Para ganar en la primera ronda, un candidato debe recibir al menos 45% de los votos, o bien 40% y más de 10 puntos porcentuales de ventaja sobre su competidor más cercano. De lo contrario habría una segunda vuelta entre los dos candidatos con mayor número de votos recibidos, a realizarse el 22 de noviembre.La cerrada contienda se da en un momento en que la inflación ronda el 30%, el producto interno bruto y el crecimiento laboral están estancados y existe una disputa con un grupo de acreedores estadounidenses que ha convertido a Argentina en un paria financiero a nivel internacional.Para los argentinos, el punto de referencia para lo peor que pudiera pasar es la crisis financiera de 2001, que empujó a millones de personas de clase media a la pobreza. Muchos de los votantes parecen inclinados a mantener el status quo debido al temor de que una administración presidencial distinta pueda generar problemas desconocidos.Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires y ex vicepresidente, ha insinuado que seguirá con las políticas de Fernández, pero hará pequeños ajustes necesarios por medio de lo que él llama «gradualismo».Al igual que otros candidatos, Scioli no ha ofrecido muchos detalles políticos, dejando a los votantes con dudas en muchos temas.Se desconoce si buscará llegar a un acuerdo con los acreedores estadounidenses que vencieron a Argentina en una corte de Nueva York. Fernández señala que son «buitres» y se niega a negociar. En semanas recientes, asistentes cercanos a Scioli han dicho que, de llegar a la presidencia, su administración expeditaría la resolución de la disputa. Pero el actual ministro de economía, Axel Kicillof, señaló que esos deseos están basados en la «ignorancia» y que es «imposible» simplemente llegar a un acuerdo.Tales contradicciones subrayan la tremenda influencia que aún posee Fernández, pese a la floja economía y varios escándalos de corrupción durante su gobierno.A principios del año, la misteriosa muerte del procurador Alberto Nisman amenazó su presidencia. Nisman fue hallado sin vida el 18 de enero, un día antes de que tuviera que comparecer en el Congreso para detallar su acusación de que Fernández conspiró para encubrir el supuesto papel de varios funcionarios iraníes buscados por el atentado de 1994 a un centro comunitario judío.Fernández refutó las acusaciones, las cortes desecharon el caso de Nisman y las autoridades no han encausado a nadie por la muerte del procurador.Las tasas de aprobación presidencial cayeron de cerca del 40% al 30% en los meses posteriores a la muerte de Nisman, dijo Roberto Bacman, director del Centro de Estudios de Opinión Pública, una firma investigadora en Sudamérica. Pero hacia julio, la popularidad se incrementó por encima del 50%, lo que Bacman atribuye al temor general de los argentinos al cambio en la economía, incluyendo un posible fin a los subsidios.»Voy a votar por Scioli», dijo Eduardo Saiach, de 56 años de edad y quien dependió de la ayuda gubernamental para adquirir el horno industrial con el que hace pan de dulce, lo que le genera ingresos de cerca de 300 dólares al mes. «Si gana otro, este país va a volver atrás».

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