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Talibanes excluyeron a mujeres de universidades afganas por incumplir código vestimentario

por Avatar AFP

Las mujeres afganas fueron vetadas de las universidades del país porque «no respetaban el código vestimentario», justificó este jueves el ministro talibán de Educación Superior, una decisión que para el G7 puede ser sinónimo de «crimen contra la humanidad».

«Estas estudiantes que iban a la universidad (…) no respetaron las instrucciones sobre el hiyab. El hiyab es obligatorio en el islam», dijo Neda Mohammad Nadeem en una entrevista con la televisión estatal. Un comentario hecho en referencia a la obligación de las mujeres en Afganistán de cubrirse el rostro y todo el cuerpo.

Según el ministro, las niñas que estudiaban en una provincia lejana de su domicilio «no viajaban tampoco con un ‘mahram’, un acompañante masculino adulto».

«Nuestro honor afgano no permite que una joven musulmana de provincias termine en una provincia lejana sin que la acompañe su padre, hermano o esposo», declaró.

Mujeres sin acceso a la educación

En una lacónica carta, el ministro ordenó el martes a todas las universidades públicas y privadas del país impedir el acceso a las estudiantes por un período indeterminado.

Después de que los talibanes tomaran el poder en agosto de 2021, las universidades afganas ya se habían visto obligadas a adoptar nuevas reglas, particularmente para separar a mujeres y hombres en las clases.

A las mujeres solo se les permitía recibir lecciones de profesoras o de hombres mayores.

Este nuevo ataque a los derechos de las mujeres conmocionó a muchas jóvenes del país, excluidas ya desde marzo de las escuelas secundarias.

El anuncio de esta semana generó también una oleada de condenas internacionales.

Este jueves, los ministros de Relaciones Exteriores del G7 afirmaron a propósito de dichas medidas que «la persecución de género puede constituir un crimen contra la humanidad».

«Las políticas de los talibanes diseñadas para borrar a las mujeres de la vida pública tendrán consecuencias en la forma en que nuestros países interaccionan con los talibanes», añadieron los ministros del foro (Reino Unido, Canadá, Italia, Francia, Alemania, Japón y Estados Unidos) tras una reunión virtual.

A las condenas se sumaron Turquía e Irán, dos países de mayoría musulmana. La Unesco dijo condenar «firmemente» la medida, y pidió su «revocación inmediata».

«Esa prohibición no es ni islámica ni humana (…) Esperemos, si Dios quiere, que renuncien a esa decisión», declaró el canciller turco, Mevlut Çavusoglu.

El portavoz del ministerio iraní de Exteriores, Naser Kanani, dijo esperar que los talibanes afganos «abran rápidamente la vía a la reanudación de la educación de las niñas a todos los niveles».

Irán precisamente vive desde septiembre una oleada de protestas populares, a raíz de la muerte en detención de la joven Mahsa Amini, de 22 años de edad, arrestada por incumplir el estricto código vestimentario que obliga a las mujeres a cubrirse el pelo en público y a llevar ropa discreta.

Manifestación

Por la mañana, unas veinte afganas desafiaron al régimen islamista y se manifestaron en una calle de Kabul para defender su derecho a la educación.

Algunas mujeres fueron detenidas, aseguró a AFP una manifestante que pidió anonimato. Dos fueron liberadas más tarde, pero otras seguían detenidas, según la misma fuente.

«Derechos para todos o para nadie», gritaron las manifestantes, según las imágenes de video obtenidas por la AFP.

Las protestas de mujeres son cada vez menos frecuentes en Afganistán desde la detención de destacadas activistas a principios de año.

Las participantes corren el riesgo de ser arrestadas, sometidas a violencia y estigmatizadas.

«Las niñas afganas son un pueblo muerto (…) lloran sangre», declaró Wahida Wahid Durani, estudiante de periodismo en la Universidad de Herat.

«Están usando toda su fuerza contra nosotros. Me temo que pronto anunciarán que las mujeres no tienen derecho ni a respirar», aseveró la estudiante.

La decisión sentó especialmente mal porque hace menos de tres meses, miles de mujeres jóvenes habían superado los exámenes de ingreso a las universidades del país.

Excluidas de numerosos empleos públicos

Al tomar el poder el año pasado, el gobierno talibán de Afganistán prometió ejercerlo de manera menos dogmática que en el período anterior en que estuvieron al mando, entre 1996 y 2001.

Pero desde su regreso al poder han ido retomando la misma visión ultrarrigorista del islam, y multiplicado las medidas contra las mujeres.

El 23 de marzo, los talibanes cerraron las escuelas secundarias apenas unas horas después de su esperada reapertura.

En los veinte años de ocupación de las fuerzas internacionales, los sucesivos gobiernos afganos, apoyados por Occidente, permitieron a las niñas ir al colegio y a las mujeres desempeñar empleos.

Ahora en cambio las mujeres están excluidas de numerosos empleos públicos o míseramente pagadas por quedarse en casa.

Tampoco pueden viajar sin la compañía de un pariente masculino, y deben cubrirse con un burqa o un hiyab al salir a la calle.

En noviembre, los talibanes les prohibieron igualmente acceder a parques, jardines, gimnasios y baños públicos.

Los islamistas han reanudado además las flagelaciones y ejecuciones públicas de hombres y mujeres.