Todo inició en un garaje. Con 26 años de edad ya figuraba en las revistas económicas como millonario. Steve Jobs fundó Apple en 1976 junto con un amigo de la adolescencia, Steve Wozniak.
La década de los 80 supuso la entrada de potentes competidores en el mercado de los ordenadores personales. Esto originó las primeras dificultades empresariales. Su reacción fue innovar. A principios de 1984 su compañía lanzaba el Macintosh 128K, que fue el primer ordenador personal que se comercializó exitosamente que usaba una interfaz gráfica de usuario y un ratón en vez de la línea de comandos. Después de tener problemas con la cúpula directiva de la empresa que el mismo fundó, renunció.
Jobs vendió entonces todas sus acciones, salvo una. Ese mismo año recibía la Medalla Nacional de Tecnología del presidente Ronald Reagan, cerrando con este reconocimiento esta primera etapa como emprendedor. Regresó en 1997 a la compañía, que se encontraba en graves dificultades financieras, y fue su director ejecutivo hasta el 24 de agosto de 2011. En ese verano Apple sobrepasó a Exxon como la empresa con mayor capitalización del mundo.
En su segunda etapa en Apple, también cambió el modelo de negocio de la industria musical: aprobó el lanzamiento del iPod en 2001, y en 2003 la tienda online de música de iTunes, que en siete años vendió más de 10 000 millones de canciones y dominó completamente el negocio de música en línea, a un precio de 0,99 dólares por canción descargada.
Ya en 2009 lograba acaparar 25% de la venta de música en Estados Unidos, y es la mayor tienda musical por volumen de ventas de la historia. Esto según el registro de patentes de EE UU, 323 patentes de Jobs figuran a nombre de Apple.
El día de su muerte la capitalización bursátil de Apple era de 350 670 millones de dólares. Cuando salió a bolsa en 1980 una acción costaba, según su precio ajustado, lo que hoy serían unos dos euros. El día en que murió, una acción valía más de 280 euros (377 dólares) incluyendo unos intereses financieros envidiables. Estos datos avalan el reconocimiento como ejecutivo que lo acompañó en la última etapa de su carrera. En palabras de Rupert Murdoch: «Steve Jobs fue simplemente el mejor consejero delegado de su generación». Con Murdoch coincidió la revista Harvard Business Review, que ya lo reconoció como tal a finales del 2009.