Los electores rumanos otorgaron un segundo mandato presidencial este domingo a Klaus Iohannis por un amplio margen. Un resultado originado tras dos sondeos realizados a boca de urna, una victoria que confirmaría el anclaje proeuropeo del país.
Este ex profesor de Física de 60 años de edad recabó entre 64,8% y 66,5% de los votos, según esos sondeos. De esta forma, asentó la derrota más dura a una candidata del principal partido de izquierda del país desde la caída del régimen, hace treinta años.
Victoria Dancila, la dirigente del Partido Socialdemócrata (PSD) y rival del jefe del Estado saliente, habría obtenido entre 33,5% y 35,2% de los votos.
Dancilia dirigió el gobierno durante casi dos años, hasta que terminó derrocada en octubre por el Parlamento.
El PSD pagó así su impopularidad creciente vinculada. En especial, con sus intentos de debilitar la justicia en la lucha contra la corrupción y a los escándalos que salpicaron a buena parte de sus diputados.
La formación socialdemócrata terminó acusada en los últimos años de socavar el Estado de derecho y de apartar a Rumania de la escena europea.
Cerra un capítulo
Klaus Iohannis, que partía como gran favorito, contaba con el apoyo de decenas de miles de rumanos que salieron a las calles desde 2017 para denunciar las reformas de la justicia ideadas por la izquierda.
Una electora de Bucarest, Cristina, de 42 años de edad, afirmó a la AFP que esperaba que prevalezca la democracia, para que los rumanos puedan por fin vivir en paz. Además, también cerrar el capítulo de las reiteradas crisis causadas en los últimos años por los socialdemócratas.
Tras 21 meses caóticos, el gobierno de Dancila resultó tumbado en octubre por el Parlamento y reemplazado por un gabinete de centro derecha bajo la dirección del Partido Nacional Liberal (PNL), del que proviene Iohannis.
Esta brutal salida de escena debilitó la candidatura de la ex primera ministra en un contexto en el que el PSD, que había dominado la vida política rumana desde 1990, multiplicó los reveses tras su victoria en las legislativas de 2016.
Un país que cambia
Durante sus casi tres años de convivencia agitada con la izquierda, Iohannis libró una guerra de desgaste para obstaculizar la reforma del sistema judicial llevada a cabo por el PSD.
Según el sociólogo Alin Teodorescu, esta reforma terminó impugnada durante meses por decenas de manifestantes y costó al PSD más de un millón de votos.
Los socialdemócratas incluso perdieron popularidad en sus bastiones. La emigración y el acceso a internet, que han permitido a los rumanos descubrir Europa occidental, modificó sus preferencias electorales en detrimento del PSD, según el antropólogo Vintila Mihailescu.
Hace dos semanas, Dancila recogió menos del 3% de los votos entre los emigrantes en busca de mejores condiciones de vida.
Séptimo país más poblado de la Unión Europea con 19,4 millones de habitantes, Rumania presenta profundas disparidades entre los centros urbanos, cuyo nivel de vida se acerca al europeo, y las zonas rurales, de las más pobres del continente. Uno de cada dos rumanos vive en el campo.
En los últimos años, Rumania registró altas tasas de crecimiento económico (7% en 2017 y 4,1% en 2018). Esta se vio estimulada por un aumento de las pensiones y de los sueldos en el sector público, una medida del PSD. Pero esas medidas generosas crearon inquietud en la UE y en el FMI, que advirtieron que el déficit podría dispararse.
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