Los síntomas se acumulan y se convierten en tendencia. Ucrania parece que ha perdido la confianza de sus aliados occidentales, cuyo apoyo a las fuerzas de Kyiv ha terminado por congelarse del todo con la llegada de las temperaturas invernales varios grados bajo cero al campo de batalla.
El pánico se desató en las semanas previas a las navidades, cuando el Congreso de Estados Unidos bloqueó, por el veto de los senadores republicanos, un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania por valor de más de 60.000 millones de dólares.
Lo mismo sucedió en el Consejo Europeo, donde Hungría ejerció su derecho de veto e impidió que la Unión Europea aprobara un paquete de ayuda a Ucrania por valor de más de 50.000 millones de euros.
De forma paralela, Rusia ha logrado esquivar las sanciones e incrementar su proceso de fabricación de municiones, drones suicidas y carros de combate.
La aceleración de la industria militar rusa y la acumulación de nuevas fuerzas parece indicar que Rusia se prepara para lanzar una gran ofensiva en primavera en toda la línea del frente con el objetivo de concluir la conquista de Donetsk y Lugansk, reconquistar lo perdido en Jarkov y Jersón en septiembre y octubre de 2022 y tal vez ocupar y anexionar nuevas regiones.
Sin la ayuda militar de sus aliados, poco podrá hacer Ucrania una vez agotadas sus reservas de armas. El escenario es similar al de febrero de 2022, cuando, sin casi ayuda ni recursos, Ucrania logró frenar el imparable avance ruso y hacerle retroceder y abandonar más de la mitad de los territorios ocupados.
¿Tendrá ahora Ucrania la misma capacidad para resistir una acometida a gran escala como no se ha visto desde el inicio de la invasión?
La diferencia de ahora respecto a los inicios de la guerra es que las fuerzas ucranianas están ahora agotadas y desmotivadas. Las mejores fuerzas ucranianas están muy erosionadas.
En ese contexto, las fuerzas ucranianas lo apostaban todo a la llegada de los aviones de combate F-16 en los primeros meses de 2024.
Con esos cazas, Ucrania pretendía recuperar el control de sus cielos y marcar un punto de inflexión que volviera a dar a las fuerzas de Kyiv la iniciativa en el campo de batalla.
Sin embargo, Ucrania ha recibido un nuevo revés al ver cómo la llegada de los F-16 volvía a retrasarse.
El primer país que, según el calendario, debía hacer entrega de las primeras seis unidades de aviones de combate F-16, Dinamarca, anunció que aplaza su entrega al menos seis meses. Copenhague se comprometió a entregar hasta 19 aviones F-16 a la fuerza aérea ucraniana.
Según apunta Kyiv Independent, el retraso en la entrega de los F-16 daneses se debe a un retraso en la entrega a Dinamarca de los modernos aviones de combate F-35.
Dinamarca pretende sustituir parte de su flota de F-16 con F-35 y el retraso en la entrega de las nuevas unidades por parte del fabricante Lockheed Martin Corp habría retrasado la cesión a Kyiv de los F-16.
El Ministerio de Defensa danés, sin embargo, negó esa explicación y aseguró que el retraso se debe al entrenamiento de los pilotos ucranianos que se encargarán de operar las aeronaves.