La crisis de la Cámara Baja del Congreso de Estados Unidos se ha agudizado aún más este martes, cuando el tercer candidato republicano a presidirla tiró la toalla poco después de ser designado, afirman medios de prensa.
La Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos lleva paralizada desde la destitución el 3 de octubre del anterior líder, Kevin McCarthy, por una rebelión de partidarios del expresidente Donald Trump.
Desde entonces dos republicanos probaron suerte para reemplazarlo. En vano.
Congreso de Estados Unidos
En un intento por poner fin a la crisis, este martes los republicanos, con mayoría en la Cámara Baja del Congreso de Estados Unidos, acordaron nombrar a Tom Emmer, el más moderado de los que se presentaban al cargo, pero él, consciente de las reticencias de algunos trumpistas a respaldarle en una sesión plenaria, prefirió renunciar al cabo de unas horas.
Así las cosas el Congreso de Estados Unidos, supuestamente uno de los más poderosos del mundo, no ha podido votar ningún proyecto de ley desde el 3 de octubre.
Y esto en un contexto tenso: tienen de plazo hasta el 17 de noviembre para ponerse de acuerdo sobre un presupuesto si quieren evitar el cierre parcial de la administración federal de Estados Unidos, que obligaría a cientos de miles de trabajadores a quedarse temporalmente en casa sin salario.
En el frente internacional tienen dos asignaturas pendientes.
Sin líder, la Cámara de Representantes no puede acceder a la petición del presidente Joe Biden de desbloquear más de 100.000 millones de dólares en fondos de urgencia, sobre todo para ayuda militar para Israel y Ucrania.
«Esta es probablemente una de las cosas más vergonzosas que he visto», declaró el domingo a ABC News el líder del comité republicano de Relaciones Exteriores, Michael McCaul.
«Porque si no tenemos un presidente de la Cámara, no podemos gobernar. Y cada día que pasa estamos básicamente cerrados como gobierno», añadió.
Incertidumbre
Con la renuncia de Emmer, McCarthy, de 62 años de edad, podría ser un Plan D del partido, pues goza de gran popularidad entre la mayoría de los republicanos de la cámara.
En cualquier caso ninguno de los candidatos que disputaban este martes la nominación tenían mucha experiencia en liderazgo.
Emmer es partidario de Trump pero algunos trumpistas lo consideran desleal por haber votado a favor de la certificación de la victoria de Biden en las elecciones de 2020.
Sólo 117 parlamentarios votaron por él en la ronda final este martes, según la prensa estadounidense, y 97 prefirieron a su rival Mike Johnson.
Los republicanos tienen una estrecha mayoría en la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, de modo que el candidato solo puede permitirse el lujo de que un máximo de cuatro legisladores le den la espalda en la votación en sesión plenaria.
El camino que seguirá el partido, muy dividido, es incierto.
¿Sacarán los republicanos un nombre de la chistera sobre el que puedan llegar a un consenso?
¿O bien llegarán los demócratas, que controlan el Senado, a un acuerdo con algunos republicanos moderados? Parece muy improbable.
Lo único seguro es que este culebrón parlamentario promete más golpes de efecto en los próximos días… o semanas.
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