Con una reflexión sobre el valor de la verdad para superar el conflicto armado y críticas a la posición de la familia de Álvaro Gómez Hurtado, el expresidente Ernesto Samper se refirió al reconocimiento de responsabilidad que hicieron las FARC del asesinato del político conservador, sucedido en noviembre de 1995.
En diálogo con El Tiempo, Samper, quien durante años ha sido señalado por la familia de Gómez Hurtado como responsable de su muerte, afirmó que mientras que las FARC no prueben que fueron responsables del magnicidio, insistirá en “respetar” todas las hipótesis que hay al respecto y que están investigando las autoridades.
“Mientras que yo no conozca las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que ellos dicen que asesinaron a estas personas, por lo menos en el caso de Álvaro Gómez, que es el que tengo más claro, por supuesto nosotros vamos a seguir defendiendo nuestra hipótesis y vamos a seguir respetando las otras”, dijo el expresidente.
¿Cómo recibió este anuncio de las FARC reconociendo su responsabilidad en el crimen de Álvaro Gómez Hurtado?
Pues con Horacio Serpa fuimos los primeros sorprendidos. En ningún momento, en la época en que tuve la presidencia (1994-1998) y sucedió el lamentable episodio de Álvaro Gómez, tuvimos información de ninguna índole de que las FRAC pudieran estar comprometidas en este episodio.
¿Es decir que nunca hubo información ni rumores al respecto?
Nada. Eso también nos lleva a un segundo sentimiento y es que nos sentimos víctimas del silencio de las FARC y que en todo este tiempo no hubiéramos tenido la oportunidad de saber los hechos por los que ellos mismos se están autoincriminando. A partir de ello, la actitud que hemos mantenido en estos años ha sido construir una versión oficial de lo sucedido en los hechos de noviembre de 1995.
¿Por qué cree que las FARC se demoraron 25 años en reconocer su responsabilidad en este crimen?
Yo distinguiría entre lo que es reconocer y reivindicar. Las FARC hubieran podido reivindicar políticamente el asesinato desde el momento en que lo cometieron. No tengo elementos de juicio para saber por qué no lo hicieron. El reconocimiento es distinto. Esa es la importancia que tiene la justicia transicional, porque no es una reivindicación política, sino que son personas que estaban en el secretariado y llegan a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) a decir ‘yo reconozco que cometí estos crímenes’.
¿Cree que esta hipótesis de la responsabilidad de las FARC aclara el crimen de Álvaro Gómez?
Nosotros celebramos y apoyamos que ellos hayan recurrido a la jurisdicción de paz a contribuir con su verdad, pero mientras que yo no conozca las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que ellos dicen que asesinaron a estas personas, por lo menos en el caso de Álvaro Gómez, que es el que tengo más claro, por supuesto nosotros vamos a seguir defendiendo nuestra hipótesis y vamos a seguir respetando las otras.
¿Qué opina de que la familia de Álvaro Gómez no crea, por el momento, en la hipótesis de la responsabilidad de las FARC en este crimen?
Me preocupa la posición de la familia porque ya es una posición política. Ellos lo que están cuestionando es el sistema de justicia transicional. La gente sabe que ellos están del otro lado: contra la política de paz. Lamentablemente, en este país todo está terminando en la polarización alrededor de la paz y de la guerra. No hemos sido capaces de salir de las elecciones presidenciales pasadas, mientras que el gobierno tampoco tiene ningún interés en hacerlo. La actitud que ha adoptado el presidente en estos días es francamente preocupante. El presidente está politizando la justicia.
¿Y, según usted, cuál sería el interés de la familia de Álvaro Gómez en este caso?
La actitud de ellos, contra lo que seguramente el doctor Gómez hubiera aconsejado, es una actitud peligrosa, de politización de los fallos y de los jueces. Tengo la preocupación de que lo que ellos están haciendo no es defender la memoria de Álvaro Gómez, sino tratando de crear un debate político alrededor de su memoria. Y hay que agregar el tema económico: ellos lo que quieren es que se determine que hubo un crimen de Estado que les permita pasar una indemnización y reclamar un ‘billete’ que vamos a pagar todos los colombianos. Esto le quita bastante credibilidad a la hipótesis de la familia de Álvaro Gómez.
Pero la responsabilidad que admitieron las FARC también le quitaría peso a su tesis, es decir, la de una conspiración contra Álvaro Gómez…
Es verdad, y si después de conocidos los hechos que presenten las FARC yo me llegara a dar cuenta de que mi hipótesis no corresponde a la realidad, les pediría perdón a todas las personas que de alguna manera aparecieron involucradas en ella y, por supuesto, reconocería la verdad, que es lo que hemos perseguido todos durante 25 años. Yo lo reconocería y espero que hagan lo mismo los otros voceros de las vertientes.
Mauricio Gómez, hijo de Álvaro Gómez, dice que Piedad Córdoba está tratando de librar a los culpables del hecho, entre quienes, para esa familia, está usted, ¿qué opina sobre esto?
Esto forma parte de la manipulación, las falsas calumnias, el acomodamiento de las mentiras para producir unos impactos. Desconozco al periodista Mauricio Gómez que yo conocí y del cual fui muy amigo en mi ya lejana juventud. No es ni la sombra de lo que fue. Ha incurrido en problemas de objetividad. Respeto su dolor, pero él tenía unos deberes éticos como periodista que, por supuesto, está traicionando. Me parece que la gente ha sido injusta con Piedad Córdoba.
¿Por qué?
Porque Piedad está jugando un buen papel. Toda la gente la rodea, la ensalza, dice que es una luchadora, que es una persona que se la juega. Cuando libera secuestrados e interviene en episodios que prácticamente estaban acabando con la paz es una heroína, pero de golpe, si la gente no está de acuerdo con lo que está haciendo, dice que es el diablo, una persona perversa, manipuladora. Ella, en este caso, lo que hizo fue traer una alerta, una noticia, de la cual había tenido conocimiento.
No es cierto que lo supiera desde antes. Este tema de la posible autoría de las FARC en este hecho está dando vueltas desde hace muy poco tiempo, por lo menos en los círculos internos. Que haya seis personas, cuyos homicidios lamentables, en condiciones desconocidas hasta ahora y respecto de las cuales se pueda saber efectivamente qué pudo pasar con ellos, me parece que es una deuda que tenemos con los familiares de estas personas.
¿Qué impacto político cree que tenga este reconocimiento de responsabilidad que hicieron las FARC sobre el crimen de Álvaro Gómez?
Esto hay que verlo dentro de un contexto. No sé qué fuerza ha llegado sobre el sistema de justicia transicional, pero veo desde hace unos pocos meses que hay mayor voluntad, de parte de todos los actores armados, de decir la verdad. Le perdimos el miedo a la verdad, diría yo que es lo que estamos registrando. Si usted se pone a ver que hay 3.000 oficiales de las Fuerzas Armadas de Colombia reconociendo su participación en los ‘falsos positivos’, pero que también, presionados por la opinión, la gente de las FARC comenzó a llamar secuestros a los secuestros y a entregar información sobre en qué condiciones se habían producido, se da cuenta que esa verdad, así entendida, es sanadora. El problema no es si usted cree o no cree. Uno no cree, sino acepta la verdad. En el momento en que ellos lleguen, digan la verdad y nosotros aceptemos que es la verdad, el país va a vivir una etapa de pacificación interior muy importante.