El asedio ruso a la ciudad de Bajmut es una carnicería para las tropas rusas con un ritmo de bajas insostenible para cualquier Ejército. Sólo en la jornada del 26 de mayo, Rusia perdió 510 soldados en la guerra de Ucrania, la mayoría en el asalto a Bajmut.
Según la última actualización de bajas rusas ofrecidas por el Ministerio de Defensa ucraniano, Rusia perdió, desde el inicio de la guerra el 24 de febrero de 2022, 188.920 soldados, y se acerca peligrosamente a la frontera psicológica de las 200.000 bajas.
Por poner la cifra en contexto, y comprender la magnitud de la catástrofe que la guerra de Ucrania supone para el Ejército ruso, en la Guerra de Afganistán (1978-1992) perdieron la vida 15.000 soldados soviéticos en diez años, y 55.000 resultaron heridos.
O por citar un ejemplo más reciente, en los 20 años de la guerra de Estados Unidos contra los talibanes de Afganistán, murieron 5.000 soldados estadounidenses.
Las causas de estas bajas tan abultadas son varias, empezando por la indiferencia del gobierno ruso hacia el destino de sus soldados.
Desbordar al enemigo
Al igual que hizo la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, la estrategia de Rusia en Ucrania pasa por doblegar al enemigo por desbordamiento.
Es decir, enviar inmensas masas de soldados sin formación y mal formado para desgastar a las defensas enemigas, lo cual se va a traducir en unas bajas enormes. Después, envía en una segunda oleada a tropas mejor formadas y equipadas que son las que se encargan de tomar la posición.
Esa misma estrategia se sigue también con los carros de combate. Una vez agotados gran parte de sus reservas de tanques T-90 y T-72, Rusia pretende enviar al frente remesas masivas de anticuados carros T-55 y T-62, fabricados en los años 40 y 50 del siglo pasado.
Estos carros nada tienen que hacer frente a los modernos tanques de la OTAN Leopard o Challengher, pero empleados de forma masiva, pueden llegar a romper las defensas masivas, aunque se dejen por el camino batallones enteros de carros de combate.
Los desastrosos resultados de esta estrategia se vieron en la batalla de Vuhledar en enero de 2023, donde la 155 Brigada de Infantería Naval rusa quedó aniquilada tras una serie de asaltos frontales frenados en seco por la artillería ucraniana.
Sin capacidad de combate
El segundo motivo que explica la alta mortandad entre tropas rusas se refiere, precisamente, a la formación de los reclutas.
Tras fracasar rápidamente en sus objetivos iniciales de tomar Ucrania en cuestión de semanas, Rusia perdió a gran parte de sus mejores soldados, aquellos que conformaban las unidades de élite de la Infantería de Marina o los Spetsnaz de operaciones especiales.
El asedio a Mariúpol, a Sverodonetsk o los asaltos a Soledar y Bajmut fueron letales para las tropas regulares rusas.
Esa situación llevó a Putin a firmar el decreto de movilización parcial en septiembre de 2022 para reclutar a 300.000 nuevos combatientes.
La movilización parcial se centró, sin embargo, en las poblaciones pertenecientes a minorías étnicas de las inmensas zonas rurales, y empobrecidas, del centro asiático y el extremo oriente ruso.
El Kremlin evitó reclutar en los centros urbanos de Moscú, San Petersburgo y la Rusia europea, y evitar protestas sociales por el reclutamiento y la guerra.
Las poblaciones de las zonas rurales se consideran más manejables, más dóciles a la voluntad del Kremlin, pero también menos motivadas, más indisciplinadas y con menos vínculos con el nacionalismo ruso.
Las circunstancias personales de los nuevos reclutas, junto con el poco tiempo para entrenar a una masa sin ninguna formación militar previa, hizo que la fuerza real de los nuevos reclutas fuera escasa.
Pronto mostraron su poca capacidad en el campo de batalla y empezaron a caer de forma masiva bajo las bien entrenadas y motivadas fuerzas ucranianas.
Para tratar de suplir esa carencia en personal, el Kremlin recurrió a los mercenarios del Grupo Wagner, que han llevado el peso de la ofensiva de invierno de Rusia, centrada en el Donbás y, en concreto, en Bajmut.
Sin embargo, la gran intensidad de los combates, que también ocasionaron grandes pérdidas a las tropas ucranianas, desgastó enormemente los recursos del Grupo Wagner.
Necesitado también de nuevos efectivos, el jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, inició una agresiva campaña de reclutamiento en las cárceles rusas.
El resultado fue una masa de miles de nuevos mercenarios, pero de muy escaso valor en combate. Prigozhin los empleó como carne de cañón para lanzarnos en ataques frontales sobre las tropas rusas antes de enviar a los mercenarios de élite.
Muerte en las trincheras
El último intento del Kremlin para lograr un flujo sin fin de reclutas que reemplacen a sus inmensas y continuas bajas fue la reforma de la legislación de reclutamiento de ciudadanos rusos para el servicio militar, pero permite el envió de la orden de reclutamiento por correo electrónico a los movilizados.
Con esta medida, ya no será necesario entregar el borrador de llamada en filas en persona, lo que permitía a muchos afectados esquivar el reclutamiento.
Ahora basta con que el borrador llegue a la bandeja de entrada, con independencia de que se descargue o no, para que se considere entregado y el afectado tenga la obligación de presentarse en el centro de reclutamiento.
Con esta medida, el gobierno ruso pretende lograr que la mayor parte de la población rusa entre los 18 y 30 años pase por el Ejército y pueda ser enviado a morir a las trincheras ucranianas.
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