Rusia amenazó este jueves a la vecina Finlandia con medidas de respuesta técnico-militar tras su decisión de ingresar de manera inminente en la OTAN, que a juicio de Moscú pone en peligro la estabilidad y seguridad en el norte de Europa.
«Rusia se verá obligada a adoptar medidas de respuesta tanto técnico-militares como de otra clase con el fin de contrarrestar las amenazas que han surgido para su seguridad nacional», informó el Ministerio de Exteriores ruso en un comunicado.
No por esperado, el anuncio dejó de ser un jarro de agua fría para Moscú, que siempre había mantenido una relación privilegiada con el país escandinavo después de la Guerra de Invierno que ambos protagonizaron entre 1939 y 1940.
La segunda ciudad rusa, San Petersburgo, se encuentra a apenas 200 kilómetros de Finlandia, a lo que hay que sumar también la cercanía de la frontera del puerto de Severomorsk (mar de Barents), la base de la Flota rusa del Norte.
Un nuevo flanco de la OTAN
«El objetivo de la OTAN (…) es claro: proseguir su ampliación hacia las fronteras de Rusia, crear un nuevo flanco de amenaza militar para nuestro país», denuncia la diplomacia rusa.
Moscú considera que el anuncio de los dirigentes finlandeses supone un «cambio radical de la política exterior de ese país».
En la misma línea, el Kremlin insistió en que, pese a la actual contienda militar en Ucrania, «la OTAN avanza hacia nuestro lado».
«Todos estos serán elementos para un análisis especial y para que se elaboren las medidas necesarias para equilibrar la situación y garantizar nuestra seguridad», dijo Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, en su rueda de prensa telefónica diaria.
Preguntado sobre cuál podría ser la respuesta de Rusia a la adhesión de Finlandia, contestó: «Todo dependerá de cómo se manifieste la ulterior ampliación, de cuánto se acerque la infraestructura militar hacia nuestras fronteras».
Antes de iniciar su intervención militar en Ucrania, Rusia había exigido a la OTAN garantías de seguridad de que no aceptaría en su seno a ninguna antigua república soviética y de que retiraría su infraestructura militar de los países que ingresaron después de 1997.
En particular, el presidente ruso, Vladímir Putin, se refería a Georgia y Ucrania, país este último que ha renunciado a entrar en la Alianza Atlántica, pero aspira a adherirse a la Unión Europea.
Con la intervención en Ucrania y la alianza militar con Bielorrusia y Armenia (Cáucaso), Rusia logra que la OTAN se aleje por su flanco sur.
No obstante, al mismo tiempo alentó la creación de un nuevo flanco, ya que varios de sus vecinos se sienten ahora amenazados por Moscú, desde Georgia a Moldavia, los países bálticos y escandinavos, que buscan ahora la protección de la OTAN.
Noruega, país que no es miembro de la Unión Europea, es miembro del bloque desde su fundación en 1949, al igual que Dinamarca.
De amigo a enemigo por Ucrania
«En Helsinki deben tener en cuenta la responsabilidad y las consecuencias de dicho paso. El ingreso de Finlandia en la OTAN causará un grave daño a las relaciones bilaterales y al mantenimiento de la estabilidad y seguridad en la región del norte de Europa», subrayó Exteriores.
Rusia se pregunta «para qué Finlandia convertirá su territorio en la frontera del antagonismo militar con la Federación Rusa».
El país nórdico se había beneficiado durante décadas de su relación de puente con el Kremlin, pero la actual «operación militar especial» rusa en Ucrania precipitó los acontecimientos, al igual que en el caso de Suecia, también decidida a acceder al bloque occidental.
Durante muchos años el no alineamiento militar del país escandinavo sirvió de base para una cooperación entre ambos países, «en la que el papel del factor militar se redujo a cero», recuerda la nota.
Y lamenta que ni las promesas de Rusia sobre la ausencia de «cualquier intención hostil» ni la larga historia de relaciones de buena vecindad y cooperación mutuamente beneficiosa «convencieron a Helsinki sobre las ventajas del mantenimiento de la política de no alineamiento militar».
Se duplica la frontera rusa con la OTAN
El ingreso finlandés, que se formalizará muy probablemente en la cumbre aliada de junio en Madrid, duplicaría la frontera rusa con la Alianza Atlántica.
Rusia, que comparte unos 1.300 kilómetros de frontera con el país escandinavo, tiene ahora frontera con Polonia, Noruega, Estonia, Letonia y Lituania, además de 49 kilómetros de frontera marítima con Estados Unidos.
En su momento, Vladímir Putin ordenó desplegar armamento estratégico en el enclave báltico de Kaliningrado -incrustado entre Polonia y Lituania-, aunque se desconoce su potencial.
Se desconoce también cuáles serán las medidas «técnico-militares» que Moscú adopte, aunque Carelia, una región fronteriza boscosa y muy poco poblada, y la península de Kola deberían ser los probables destinos del despliegue de armamento moderno con el punto de mira en los nuevos miembros de la OTAN.
A su vez, Rusia acusó a Finlandia de que, en caso de ingresar en la Alianza Atlántica, violaría el Acuerdo de Paz de París de 1947, que impide el ingreso en alianzas o coaliciones contra el otro país.
También infringiría el Acuerdo ruso-finlandés de 1992, que estipula que ambos países se abstendrán de amenazar o usar la fuerza contra la integridad territorial o independencia política de la otra parte, y tampoco permitirán el empleo de su territorio para una agresión militar contra el otro país.
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