Rusia afirmó el jueves tener la «prueba» que los autores del atentado en una sala de conciertos cerca de Moscú, que dejó 143 muertos, tenían vínculos con «nacionalistas ucranianos», lo que Estados Unidos tachó de «propaganda absurda».
El ataque, que se produjo el viernes por la noche en el Crocus City Hall, fue reivindicado por la organización yihadista Estado Islámico (EI), pero las autoridades rusas insisten desde hace varios días en la pista ucraniana.
Ucrania y sus aliados desmienten cualquier implicación en la matanza y estiman que el Kremlin, en pleno conflicto armado con Ucrania, busca culpar a su vecino por motivos políticos.
El Comité de investigación ruso, encargado de las principales investigaciones criminales, afirmó que tiene nuevos elementos que avalarían la pista ucraniana.
«El trabajo llevado a cabo con los terroristas detenidos, el examen de los dispositivos técnicos que llevaban y el análisis de las transacciones financieras permitieron obtener pruebas de sus vínculos con los nacionalistas ucranianos», declaró en Telegram el Comité.
De acuerdo con este órgano, los cuatro atacantes recibieron «importantes sumas de dinero y criptomonedas provenientes de Ucrania, que usaron para preparar el crimen». Pero no publicaron ningún documento o elemento para corroborar sus declaraciones.
Los investigadores informaron también sobre el arresto de un nuevo sospechoso, al que acusan de haber participado a financiar el ataque.
Con esta persona, un total de 12 fueron detenidas por esta matanza, incluyendo los cuatro presuntos atacantes. Ocho de ellos fueron inculpados y puestos en detención preventiva.
«Echar la culpa»
La Casa Blanca acusó a Rusia de querer difundir una «propaganda absurda» sobre el atentado, del cual el Estado Islámico es el «único responsable».
«Mi tío solía decir (…) que los mejores vendedores de estiércol a menudo llevan sus muestras en la boca. Los funcionarios rusos parecen ser bastante buenos vendedores de estiércol», dijo a periodistas el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby.
El atentado tuvo lugar el 22 de marzo, antes de un espectáculo del grupo de rock ruso Piknik, en una sala de conciertos del Crocus City Hall, en Krasnogorsk, un suburbio del noroeste de Moscú.
Los atacantes abrieron fuego en la sala con armas automáticas e incendiaron el edificio.
Este atentado, el más mortífero en los últimos 20 años en Rusia, dejó al menos 143 muertos y 360 heridos, incluyendo niños.
Según el presidente Vladimir Putin, los cuatro atacantes fueron detenidos en la región rusa de Briansk cuando intentaban huir a Ucrania.
El jefe de los servicios de seguridad rusos (FSB), Alexander Bortnikov, aseguró que los servicios secretos ucranianos y occidentales habían «facilitado» el atentado.
Ucrania niega enérgicamente cualquier implicación en la masacre, y acusa a Moscú de querer «echar la culpa» a Kyiv.
Estados Unidos afirmó que advirtió a Rusia en marzo de que era probable que un atentado terrorista tuviera como objetivo grandes concentraciones en Moscú.