En los virulentos tiempos del Período Especial, luego de la caída del Muro de Berlín, el Granma medía la crisis económica cubana sin informar de ella. El boletín oficial del Partido Comunista de Cuba, con solo cuatro páginas, no solo trasladaba las decisiones del gobierno, también sustituía al papel higiénico desaparecido por culpa del desabastecimiento.
Las medidas económicas del castrismo y la aparición salvadora de Hugo Chávez solventaron entonces la depresión, pero situaron para siempre al Período Especial (con una pérdida de 30% del PIB) como una pesadilla fija en el imaginario colectivo de la isla. Ahora, otra vez, la amenaza de un nuevo Período Especial llama a las puertas de los cubanos y lo hace otra vez con el Granma como símbolo: pasó de publicar 16 páginas a 8, por culpa de la falta de papel. Una noticia que disparó las alarmas que ya estaban encendidas luego de la escasez de pan, huevos, pollo, aceite y medicinas de las últimas semanas. Incluso el portal cubano independiente 14 y Medio advirtió sobre las órdenes de censura informativa para evitar que las dos palabras que evocan aquella debacle se repitan más de lo debido.
«La situación podría agravarse en los próximos meses. No se trata de regresar a la fase aguda del Período Especial de la década de los 90. Hoy es otro el panorama en cuanto a la diversificación de la economía, pero tenemos que estar preparados para la peor variante», avisó esta semana Raúl Castro, secretario general del PCC, que desoyó las advertencias de su aparato de propaganda ante tan temidas palabras.
Para combatir la crisis que se avizora, el líder cubano en la sombra apostó por pedir al pueblo que ahorre energía, evite robos de combustible y aumente la producción de alimentos.
El más joven de los Castro culpó directamente al «recrudecimiento del cerco económico y financiero» promovido por Washington, que pulverizó el deshielo iniciado por Barack Obama. «Jamás abandonaremos el deber de actuar en solidaridad con Venezuela», añadió el ex presidente cubano, citando al país clave en su devenir económico.
Estados Unidos sancionó a los buques y a las empresas asociadas a la estatal Petróleos de Venezuela, que transportan 40.000 barriles diarios de Venezuela a la isla, tras la petición realizada por Juan Guaidó, presidente interino de la República.
El Departamento del Tesoro de la administración Trump redobló ayer su presión al sancionar a cuatro compañías de Italia y Liberia, y nueve barcos cargueros (Grecia, Italia, Panamá y Malta) por operar con Pdvsa y transportar crudo a Cuba.
Pese a que los cubanos son especialistas en evadir estas sanciones, la Habana sabe que su apoyo es fundamental para Caracas, sobre todo en información y tácticas represivas. Cuanto más grueso es el cordón umbilical revolucionario, mayor es la presión desde Estados Unidos que se suma a los males crónicos de su sistema económico.
Otra prueba de las dificultades que vienen la dio esta semana el general Leopoldo Cintra Frías, ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que en televisión recomendó a sus paisanos comer jutía (un roedor parecido a la ardilla), cocodrilo y avestruz para combatir la escasez de carne. «La jutía tiene más proteínas que todas las otras carnes, también la de vacuno. Y tiene una piel de alta calidad. Y nosotros no estamos cultivándola», aseguró la mano derecha de Raúl.
«Estas noticias confirman las tensiones en las finanzas públicas y la balanza de pagos internacionales cubana, y la intensificación de las medidas de austeridad como respuesta de la política económica a esta situación», resume para La Nación Pavel Vidal, antiguo funcionario del Banco Central de Cuba y profesor de Economía de la Universidad Javeriana de Cali.
El economista añade que desde hace tres años, Cuba trata de asimilar sin gran éxito el impacto de la caída del intercambio comercial con Venezuela, en un valor que equivale a 8% del PIB cubano. «Las importaciones de bienes desde Venezuela, sumando el petróleo, cayeron alrededor de 4.500 millones de dólares; las exportaciones cubanas de bienes a Venezuela, incluidas las medicinas, decrecieron 2.100 millones, mientras que las exportaciones de servicios profesionales, con los médicos a la cabeza, cayeron en 1.500 millones. Y nada indica que haya tocado fondo», explica Vidal.
El turismo, una de las tablas de salvación de los últimos años, tampoco comenzó con fuelle el año, pese a que «este, sumado al número de negocios privados y de proyectos con inversión extranjera, habían ayudado a amortiguar el choque venezolano», confirma Vidal.
«Sin liquidez para comprar petróleo, habrá crisis si Venezuela deja de enviar 50.000 barriles diarios», apuesta la economista disidente Martha Beatriz Roque.
La incidencia final de la crisis dependerá también de cómo Cuba diversificó su economía, más conectada hoy con el mundo (España, Francia, Rusia y China) y con un sector privado en constante crecimiento. Por el contrario, la dualidad monetaria, el modelo de negocio de una empresa estatal ineficiente que paga salarios muy bajos y los límites al sector privado continúan lastrando su crecimiento.
El efecto de la caída de la Unión Soviética
El Período Especial fue una grave crisis económica que golpeó a Cuba en los 90, luego de la caída del régimen soviético
Colapso
El Período Especial fue el eufemismo con el que el gobierno cubano denominó la grave crisis económica que golpeó a la isla luego del derrumbe de la Unión Soviética en 1991, y el endurecimiento del embargo estadounidense, en el año 1992. Entre 1990 y 1993, el PIB cayó 30%. La salida de la crisis fue paulatina a partir de 1994. En 2007 Cuba alcanzó el mismo PIB que en 1990.
Petróleo
El origen de la crisis fue la suspensión de los envíos de petróleo, que en 1991 quedaron reducidos a 10% de lo que habían pactado los soviéticos con Cuba. La escasez golpeó a la agricultura de la isla y su pequeña industria, sin combustible para sus máquinas. El gobierno de Castro implementó algunos cambios en el sistema agrícola para evitar una hambruna.
Cambios
El gobierno cubano puso en marcha varios cambios para superar la crisis, entre otros, lo que llamó un «modelo socialista de mercado descentralizado», con mayores libertades para la propiedad privada, descentralización económica, creación de cooperativas y fomento del turismo receptivo y remesas de dinero desde el exterior.
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