Audios privados del exembajador colombiano en Venezuela Armando Benedetti han sido la última pieza de la truculenta crisis institucional que ha tumbado a las personas más cercana al presidente Gustavo Petro, pero también evidencian el machismo latente que empaña la política colombiana.
Desde tratar de estúpida a la exjefa de gabinete de Petro Laura Sarabia, a infantilizarla o llamarla directamente «hijueputa», «tonta» o «hazmerreír», los audios revelados el domingo en la noche por la revista Semana, que supuestamente envió Benedetti a Sarabia, dejan entrever un trato claramente machista y condescendiente.
Estas son algunas de las frases con las que Benedetti increpa y hostiga a Sarabia, de 29 años de edad, con quien trabajó cuando fue senador, pero que se convirtió en la mujer con más poder en el gobierno de Petro.
– Benedetti no para de recordarle a Sarabia que ella está ahí por él: «Usted está allá es por mí, hijueputa, por mí. O es que alguien te iba a pasar al teléfono si no hubieras trabajado conmigo, te hubiera dejado sola a ver qué culos ibas a hacer» o «claro que todo me lo debes a mí, por yo haber nacido. Además, porque yo soy el que te llevó a donde Petro. Soy el que te doy a conocer, ¿o alguien te hubiera pasado al teléfono si tú hubieras llegado sola a donde Petro?».
– También desprecia su cargo y el intento de Sarabia de ofrecerle otros puestos: «No me jodas más con tu puesto, yo no quiero tu hijueputa puesto, me vale verga tu puesto, no quiero esa monda, no quiero estar en Palacio, no quiero ser el constructor de todas las cagadas que llevan ahí, no quiero. No quiero tu hijueputa puesto, tú fuiste la que me ofreció algo en el Ministerio del Interior, no había nadie mejor en el planeta Tierra, nadie te ayudaría más que yo. Entonces, búscame una solución rápida, la que sea, pero ya me estoy emputando de verdad, Laura».
– Hay momentos con amenazas sutiles: «Al tigre hay que dejarle una salida porque, si no, se tira encima de las personas. Y tú sabes que yo soy tigre, que sin salida, de pronto me tiro encima de las personas».
– Y no tan sutiles: «Lo que te voy a decir no es una amenaza (…), veo que esto me puede emputar, pateo hijueputa, y ahí nos caemos todos hijueputa» o «No te estoy amenazando, pero si tú quieres que te amenace, yo salgo y cuento todo lo que sé. Que sé bastante para acabar con el mundo, ¿oíste? Con el de ustedes y con el mío. Así que no me vengas a hablar en ese tono tan maricón que no te estoy amenazando, te estoy es reconviniendo, por una hijueputa como tú que se ha portado conmigo, como una hijueputa después de todo lo que yo hice por usted también».
– Después pasa a los desprecios personales: «Tú estás quedando como una tonta, eres el hazmerreír delante de todo el mundo, eh Laura, de los poderosos. Estás hecha una ‘cagá’, para que sepas» o «Laura, tú deja de ser tan imbécil, de verdad crees que esto es de contratos».
– Prosiguen los desprecios: «pero tu cabecita chiquitica, como tú eres chiquitica, no entiende; es que es verdad». Y los tratamientos denigrantes: «Tú que no sabes un culo de historia, lee cómo empezó el hijueputa [proceso] 8.000 y por qué empezó, ahí está la clave de todo lo que te va a pasar». «Como tú no sabes un culo, revisa cómo son los escándalos en la hijueputa vida aquí y en todas partes del mundo. A alguien como yo se lo culean y creen que lo van a joder».
Las respuestas de Sarabia
Unas amenazas y unos mensajes increpantes a los que Sarabia contestó, y estas son algunas de las respuestas, reveladas también por Semana, que marcan un tono más sosegado:
– «Se lo digo con todo el amor del mundo y el respeto que todavía le tengo, yo no soy su enemiga. Y de verdad, si usted cree que he sido un obstáculo, pues yo me voy. De verdad».
– «De verdad lo siento, por el ‘trato’ de estos días. Tiene razón, no fue el mejor. Pero tampoco merezco que usted también cuando me necesita sí me habla bien, pero cuando quiere me trate mal».
– «Pero si eso quiere, insisto en eso. O que usted sea ministro. Con gusto lo hago. Si quiere también le digo al presidente que mi cargo está disponible para que usted también lo asuma y me voy».
– «Venga a Bogotá y nos sentamos con el presidente. Y ya resolvemos esto. De verdad yo no voy a pelear más, no me interesa. Yo no estoy engañando a nadie ni nada. Sentémonos los tres y ponemos todo sobre la mesa».
– «¿Quiere hacer equipo conmigo? Uno no lo pide a las patadas. Las formas son importantes. Así como usted tiene razón que no fue el mejor trato en estos días, este tampoco es el mejor conmigo».
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