No tiene pedigrí ni raza conocida. Militantes la rescataron de izquierda que apoyaban a Luiz Inácio Lula da Silva cuando estaba en prisión. La bautizaron Resistencia y ahora llegó al gobierno con el nuevo presidente.
La pequeña perra de Lula y su esposa, Rosângela «Janja» da Silva, subió la rampa que conduce a la sede del palacio gubernamental junto con la nueva pareja presidencial y varias personas del pueblo, que representaron en la ceremonia de investidura la diversidad de la sociedad brasileña.
Resistencia apareció a fines de 2018 en un campamento montado por decenas de personas frente a la cárcel en que estaba Lula en la ciudad de Curitiba, condenado por asuntos de corrupción en unos juicios que luego fueron anulados por la Justicia.
En la llamada «Vigilia Lula Libre» encontró abrigo y siempre tenía algo de comida, con lo que se fue instalando y hasta pasó a ser parte de ese movimiento de apoyo al ahora mandatario.
Janja, hasta entonces novia de Lula, decidió adoptarla después de que Resistencia tuvo un problema de salud y pasó unos días ingresada en una clínica veterinaria.
Desde que Lula recuperó su libertad, Resistencia, así como París, otra perrita callejera que ya tenía Janja, aparece con frecuencia en las fotos de la familia.
Ahora, la perra callejera de Curitiba pasará a vivir al Palacio de la Alvorada, la residencia oficial de la Presidencia en Brasilia, que Lula y Janja ocuparán durante los próximos cuatro años.
Resistencia será además la imagen de campañas por los derechos de los animales que Janja pretende promover desde su nueva posición de primera dama.
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