Las escuelas primarias empezaron a reabrir sus puertas el lunes en Inglaterra, un paso en el desconfinamiento que muchos padres, profesores y gobiernos locales consideran precipitado en el segundo país del mundo con más muertos por el coronavirus.
El Reino Unido contabiliza más de 38.000 muertes confirmadas por covid-19, pero la cifra se dispara a más de 46.000 contando los casos sospechosos. Solo Estados Unidos, con una población cinco veces mayor, tiene más fallecimientos.
Tras imponer un confinamiento tardío el 23 de marzo, el primer ministro Boris Johnson está bajo presión ahora para relajar unas restricciones con un elevado coste económico.
Así, a partir del lunes, autorizó las reuniones de hasta seis personas en lugares exteriores -parques públicos o jardines particulares- lo que permite a familiares y amigos volver a verse.
También reabrieron negocios al aire libre como mercados exteriores y concesionarios de automóviles. Y se prevé que el resto de comercios pueda hacerlo dentro de dos semanas.
Para aliviar la carga de los padres, las escuelas primarias empezaron a abrir el lunes, de momento solo para niños 4 a 6 y de 10 a 11 años.
Estas medidas se aplican sin embargo solo a Inglaterra, porque los gobiernos autónomos de Escocia, Gales e Irlanda del Norte siguen sus propios calendarios de desescalada, mucho más lentos.
Reticencia de los padres
Incluso en Inglaterra, muchos consideran que la reapertura de las escuelas es una decisión prematura.
El Sindicato Nacional de Educación pidió más «pruebas y evidencias científicas sólidas» para «reabrir cuando llegue el momento» y la Asociación de Dirigentes Escolares está preocupada por los «importantes problemas logísticos» que plantea.
«No podemos prometer a los padres que sus hijos estarán siempre a dos metros de distancia», decía Bryony Baynes, director de una escuela primaria en Worcester, en el oeste de Inglaterra, cuando los alumnos retomaban el camino de las aulas.
También a algunos padres les preocupa la perspectiva.
Un estudio realizado por la Fundación Nacional de Investigación Educativa entre 1.200 directores de escuela mostró que casi la mitad de familias prevé mantener a sus hijos en casa.
«Entiendo que algunas personas no quieren ver que las escuelas reabran ya. Pero tenemos que avanzar y también tenemos que asegurarnos de que nuestros hijos no retrocedan», argumentaba el ministro de Educación, Gavin Williamson, en las páginas del diario conservador Daily Telegraph.
Ayudar a niños desfavorecidos
La comisionada de la Infancia, Anne Longfield, pidió en el mismo periódico que el gobierno organice escuelas de verano en julio y agosto para ayudar a los niños «más desfavorecidos» a recuperar el terreno perdido durante los meses de confinamiento.
«Es un momento delicado», reconoció el ministro de Empresa, Alok Sharma, el lunes en las ondas de la BBC, afirmando que el gobierno actúa con cautela y no quiere «ver un segundo pico de contaminación».
Reticentes también ante este calendario, los gobiernos locales de numerosos municipios y condados ingleses pidieron a sus escuelas que no abran todavía.
E incluso algunos miembros del comité científico que aconseja al gobierno sobre el coronavirus expresaron sus temores: el profesor John Edmunds consideró «arriesgado» pasar a la siguiente etapa de desconfinamiento cuando hay todavía varios miles de contaminaciones diarias.
Johnson pasó gran parte de la semana pasada intentando apagar el incendio provocado dentro de su gobierno por la noticia de que su «asesor especial», el controvertido Dominic Cummunigs, había realizado dos viajes en coche en el momento álgido de la pandemia.
Medio centenar de diputados del Partido Conservador pidieron su dimisión por considerar que había vulnerado las reglas del confinamiento, debilitando la credibilidad del ejecutivo.
Cummings y Johnson aseguraron en varias ruedas de prensa que todo se hizo según las reglas. La policía acabó determinando el jueves que hubo una «infracción menor» por la que no presentó cargos.
El primer ministro dio «por cerrada» la polémica, pero su popularidad perdió un terreno que ahora deberá esforzarse por recuperar.