John Ladd enlazaba becerros a los cinco años y cabalgaba antes de caminar. Cuarta generación de una familia de rancheros que llegó a Arizona antes de que fuera Arizona, y cuando la frontera entre Estados Unidos y México era apenas una línea, siente que su rancho y su forma de vida están amenazados.
«La frontera ahora rige cómo llevamos el rancho, y esa no es la forma más eficaz», dijo a AFP Ladd.
Por sus tierras, a los pies del muro entre los dos países, transitan a diario migrantes que cruzan ilegalmente hacia Estados Unidos, y oficiales de la patrulla fronteriza que los interceptan.
La frustración de Ladd y sus colegas crece en la región, sacudida por el juicio de un ganadero de 75 años, acusado de homicidio por la muerte de un migrante en su propiedad.
George Alan Kelly dijo que disparó al aire un AK-47 al ver a un grupo de personas en su hacienda en enero de 2023. Gabriel Cuen-Buitimea, un mexicano de 48 años, falleció en el incidente.
Su defensa lo caracterizó como un hombre que intentó defender a su esposa y su propiedad de quienes consideró eran traficantes.
Pero la fiscalía afirmó que Kelly, autor de una corta novela sobre un ranchero de la frontera convertido en un vigilante contra traficantes mexicanos, abrió fuego contra los hombres, desarmados y a 90 metros de distancia, motivado por una ardiente animosidad contra los migrantes.
Ladd no conoce personalmente a Kelly pero cree que una eventual condena «sentará precedentes».
«Él se estaba protegiendo a sí mismo, a su esposa y a su propiedad, y esa es una de las principales características de Estados Unidos: poder proteger tu propiedad privada», dijo.
«Hay mucha gente que tiene cinco o seis acres (entre 2 y 2,5 hectáreas) y que tienen ilegales cruzando en su propiedad. No podrán hacer nada para protegerse. Eso es lo que le preocupa a todo el mundo del resultado de este juicio».
«Un poco amenazados»
El hastío es palpable en esta región de cielos infinitos y vastas planicies enmarcadas por las irregulares montañas de Arizona de tonos malva.
«Paso la mitad de mi tiempo arreglando el daño que causan las personas que cruzan el rancho», explicó Ladd señalando su alambrado roto.
«Cortan mis cercas. Mi ganado escapa de ellos y pierde peso. Pierdo unos 10.000 galones de agua (unos 38.000 litros) por semana porque cortan las tuberías para beber y dejan el agua correr».
«Nos hemos sentido un poco amenazados. En la noche entras en la casa y no miras afuera», explicó Kyle Best, dueño del Rancho Marley, en Amado, a unos 160 kilómetros al oeste del Rancho Ladd.
Los ganaderos están armados y defienden su derecho a proteger sus tierras, pero, aseguran, evitan cualquier confrontación y creen que la seguridad es responsabilidad del gobierno.
George Kelly «no estaría en esta situación si nuestro gobierno no lo hubiese puesto en esa situación», opina Mike Gannuscio, presidente de la Asociación de Ganaderos de Arizona.
«Si el gobierno controlara la frontera, esa gente no estaría cruzando y él no temería por su vida», añadió.
Cansados de ser tachados de racistas o xenófobos, los rancheros apuntan que es fácil criticar a la distancia a quien está en la línea de frente.
«Me hablas de la parte humanitaria, bueno, la gente que guía a los migrantes a Estados Unidos los deja para que mueran, nadie entiende eso. Y ver un cadáver en tu rancho es un punto de inflexión», sostuvo Ladd.
«Somos una nación de inmigrantes y respeto a quienes vienen aquí a trabajar, y a quienes vienen legalmente», comentó Gannuscio. «Pero la oleada que está llegando a la frontera… no es justo».
Best también dice ser favorable a la migración: «Las familias de todos llegaron aquí como migración, pero tiene que hacerse de forma correcta».
«Es un problema no sólo para quienes vivimos en la frontera, sino para todo Estados Unidos», afirmó Best, quien cree que la crisis migratoria es una emergencia nacional que decidirá las presidenciales de noviembre entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump.
Los ganaderos con los que conversó la AFP declararon su insatisfacción con Biden y su apoyo a Trump, a quien aplauden por haber ampliado el muro fronterizo en Arizona.
Para Ladd, «él tenía la frontera mejor resuelta que cualquier otro presidente».
Pero el hombre de 68 años subraya que los republicanos también tienen su cuota de responsabilidad en la crisis.
«Suelo decir que los republicanos quieren mano de obra barata, los demócratas quieren votos baratos y Estados Unidos quiere tomates baratos», resumió.
La inestabilidad en la región, dicen los rancheros, ha forzado a algunos a desistir de sus tierras.
«Mis hijos no se irán», dijo Ladd, cuyos dos nietos ya cabalgan. «Pero es duro».
Gannuscio concuerda: «Está es una forma de vida que, lento pero seguro, está desapareciendo».