El plan de importación de gas desde Venezuela a Colombia empezaría en diciembre del 2024, de acuerdo con Ecopetrol, pero este requiere unos cambios sobre el gasoducto binacional Antonio Ricaurte, que en el pasado permitió la exportación de gas a Venezuela y en la actualidad se encuentra en período de estabilización de equipos para permitir los flujos de gas hacia Colombia.
Ecopetrol viene desarrollando y madurando los proyectos costa afuera con sus socios Shell, OXY y Petrobras, para garantizar el suministro de gas natural que cubra la demanda nacional en el mediano y largo plazo.
La empresa analiza asimismo alternativas presentadas por la estatal petróleos de Venezuela, Pdvsa, las cuales se hicieron oficiales durante la visita del sábado 18 de noviembre del presidente Gustavo Petro a Venezuela, para que el país suministre gas natural a Colombia a partir de diciembre de 2024, a través del gasoducto binacional Antonio Ricaurte.
Ecopetrol señaló que conocidos los antecedentes y la necesidad de importación de gas para los próximos años, la administración debe evaluar de manera ágil «las distintas alternativas para asegurar la disponibilidad de gas en las cantidades y tiempos requeridos, dentro del marco legal y las limitaciones existentes, a efectos de garantizar la seguridad energética de manera oportuna y costo-eficiente para beneficio del sector y del país».
El oleoducto binacional y lo que se requiere
En 2007 se puso en marcha el gasoducto binacional Antonio Ricaurte, construido por Pdvsa, con el objetivo del intercambio de gas natural entre las dos naciones, pero está fuera de servicio desde 2015.
Este tubo, que tuvo una inversión para su montaje de 335 millones de dólares, cuenta con la capacidad de transportar 450 millones de pies cúbicos diarios de gas natural y tiene 224 kilómetros de longitud del tubo, 88 de los cuales están en territorio colombiano.
De acuerdo con Ecopetrol, a pesar de que el tubo lleva casi ocho años fuera de servicio, los técnicos de Pdvsa adelantan inspecciones para establecer la inversión para las reparaciones y reactivación del tubo.
Daniel Medina, presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros (Aciem), expresó en febrero: «Es indispensable hacer, con carácter urgente, una evaluación técnica y económica de los 224 kilómetros de infraestructura que conectan al gasoducto entre Venezuela y nuestro país, y el tiempo necesario para ponerlo al 100% en condiciones operativas seguras que garanticen la confiabilidad del suministro”.
Como la historia no es nueva, el año pasado, cuando la idea empezó a surgir, se recordó incluso que Ecopetrol tiene un contrato con Eversheds Sutherland Nicea desde 2007, que tiene además la misión de evaluar el compromiso firmado con Pdvsa para el suministro internacional de gas, en virtud del cual la estatal venezolana le suministraría gas bajo determinadas condiciones técnicas, comerciales y económicas.
«Dicho contrato se ha mantenido inactivo bajo la figura de estabilización de equipos, lo cual implica que no se han generado obligaciones comerciales de nominación ni entrega de gas», dijo Ecopetrol.
Y la idea es que el mismo busca la resolución de conflictos en un tribunal de arbitramento internacional; incluso ese contrato se vencerá el próximo 30 de noviembre. «Ecopetrol contrató nuevamente la firma Eversheds Sutherland Nicea para contar con la asesoría jurídica necesaria para extender el período de estabilización de equipos (como en efecto sucedió para un nuevo período entre el 1 de diciembre de 2022 y el 30 de noviembre de 2023) o para, en caso contrario, defender los intereses de Ecopetrol en el marco de este contrato», explicó la compañía.
Datos de Naturgás a cierre de 2022 indican que la posible importación de gas natural hacia Colombia no es viable todavía, sino en cuatro años.
Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgás, explicó que Colombia necesita construir un Plan Integral de Seguridad Energética (PISE) que le dé prioridad y agilidad a la exploración y desarrollo de los descubrimientos para garantizar el abastecimiento, incluso en momentos críticos de contingencias o fenómenos de la naturaleza que pongan en riesgo la seguridad energética mantenida por décadas.
«En este contexto será necesario además contemplar todas las opciones viables de fuentes de suministro de gas natural externas sin generar dependencia de las mismas; es decir, opciones de interconexión regional, infraestructura de regasificación, entre otras», dijo.
Para Murgas, Colombia no puede renunciar a mantener y fortalecer su soberanía energética. «Los descubrimientos de gas natural costa afuera ratifican que Colombia tiene gas natural para ser autosuficiente, de ahí la importancia de trabajar de manera articulada para que las licencias, consultas previas e inversiones se den oportunamente con el fin de acelerar e incrementar la exploración y producción en el país», apuntó.
Pues necesita que se ponga en marcha el gran complejo petroquímico que requieren las moléculas de gas como fuente de energía para funcionar; también que se evalúe la calidad de este sobre el que requiere Colombia y la inversión de poner en marcha el gasoducto.
Hay que tener en cuenta que los principales campos productores de gas natural en Venezuela están del lado de Guyana, es decir, en el oriente de Venezuela, mucho más allá de Caracas; además, no existe una infraestructura de gasoducto que conecte esos campos con la infraestructura en Maracaibo para importar gas en el corto plazo.
El otro punto por tener en cuenta es el incumplimiento que en el pasado se dio de ese acuerdo de importación. Inés Elvira Vesga, partner en Holland & Knight, apuntó que si bien el primer interesado en traer el gas es Venezuela, el propósito es tener una alternativa de abastecimiento.
«El gobierno del vecino país ya incumplió el acuerdo. ¿Qué hubiera pasado si Colombia estuviera dependiendo de ese gas desde 2016, cuando Caracas no inyectó al tubo los volúmenes que debía haber enviado?”, dijo la experta.
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