La letra Q, en mayúscula, ha cobrado protagonismo en las recientes elecciones estadounidenses, a menudo visible en pancartas y camisetas en los mítines de Donald Trump. Identifica al colectivo QAnon, cuyos seguidores creen en una serie de teorías de la conspiración.
¿Cómo surgió?
Su origen son unos mensajes en octubre de 2017 en 4chan, un foro de Internet sobre la cultura anime. Alertaban de una supuesta investigación a Hillary Clinton por pedofilia y corrupción. Eran rubricados por la letra Q, usada por funcionarios con acceso a información clasificada de máximo nivel.
El acrónimo QAnon se completa con la abreviatura de «anónimo», Anon. Quien firmaba como Q aseveraba poseer documentación gubernamental secreta, pero nunca ha mostrado pruebas. Solo daba pistas, que sus seguidores llaman «migas». Se llaman a sí mismos «panaderos», pues con esos indicios hornean respuestas a enigmas.
El grupo, minoritario en sus orígenes, fue trasladando sus pesquisas de 4chan a las redes mayoritarias -Reddit, Twitter, YouTube y Facebook- hasta ganar gran presencia este año, por la pandemia y la campaña electoral.
Los «anon» promulgan teorías negacionistas del covid y han apoyado a Trump, aunque algunos se distanciaron cuando pasó de escéptico del coronavirus a esperanzado en las vacunas.
En la cima de los conspiranóicos
La idea que da origen a QAnon es que existe una élite pedófila y corrupta incardinada en las principales instituciones, de la que forman parte políticos demócratas como Barack Obama y Bill Clinton, empresarios, artistas, como el actor Tom Hanks, e incluso el papa Francisco.
Los «anon» han ido sumando después otras cuantas suposiciones de todo tipo, entre ellas las referidas a la «plandemia»: el nuevo coronavirus fue creado en un laboratorio en un plan con fines económicos o genocidas.
Pocos límites han encontrado los «panaderos» en sus elucubraciones, aunque el misterioso Q sí marcó dos: no comparte el terraplanismo ni que John F. Kennedy sigue vivo. Han amalgamado conspiraciones incipientes a otras muy consolidadas, de antisemitismo y xenofobia. Ahora ya cuando se habla de QAnon no se piensa en una teoría conspirativa solo, sino en todas a la vez, ya sean de antivacunas, 5G o sobre George Soros.
La divulgadora científica Abbie Richards sitúa a QAnon en la cima de la pirámide invertida de conspiraciones, junto al terraplanismo y los reptilianos, entre las más alejadas de la realidad.
El «pizzagate» y la novela precursora
El primer mensaje de Q apareció el 28 de octubre de 2017 y las primeras «migas» las recogió una seguidora del Pizzagate, otra teoría conspirativa surgida un año antes que también vinculaba a políticos de Washington con la pederastia y que provocó que un fanático tiroteara una pizzería.
Pizzagate y QAnon coinciden en que nacieron de confidencias en 4chan, y además ambas usan códigos secretos, se obsesionan con el tráfico de menores y la pedofilia, atribuyen satánicas intenciones a una élite odiada y prometen futuros castigos.
Las investigaciones sobre QAnon no han hallado si Q es una persona o son varias. Tampoco si existió premeditación o la improvisación empujó una bola de nieve en crecimiento. Ni siquiera si su principal motor fue económico -beneficios de su tráfico en internet- o quizá fue una simple sátira.
La posibilidad de que todo partiera de una broma se basa en los parecidos con la novela «Q», un libro de éxito sobre conspiraciones en la Europa medieval publicado en 1999 por el colectivo de escritores Proyecto Luther Blissett, que tomó el nombre de un jugador jamaicano de fútbol.
Algunos miembros de Luther Blissett, los boloñeses Fundación Wu Ming, reivindicaron en 2018 esa similitud con su novela «Q» y alentaron la hipótesis de que el origen de QAnon fue un troleo de grupos izquierdistas destinado a la demasiado crédula ultraderecha estadounidense, una mofa que creció y es ya inabarcable tres años después.
Gregory Stanton, presidente de Genocide Watch, sostiene que QAnon es una copia casi exacta de los «Protocolos de los sabios de Sion», un libelo ruso contra los judíos que sirvió al nazismo para justificar pogromos.
Los vínculos con Trump
Los «anon» están convencidos de que el apoyo de Trump es previo al primer mensaje de Q, ya que el presidente anunció el 5 de octubre de 2017, tres semanas antes, que se aproximaba «una tormenta».
Trump nunca ha dado apoyo explícito, pero tampoco se ha distanciado. Este agosto en una rueda de prensa destacó que lo importante es que esos estadounidenses «aman su país» y él les «gusta mucho».
Los seguidores de QAnon se denuedan en buscar guiños implícitos de Trump. Por ejemplo, en un mitin en Tampa mencionó cuatro veces el número 17, al cuatripitir que antes de ser presidente había estado en Washington «unas 17 veces». Y la Q es la decimoséptima letra del abecedario inglés.
En agosto de 2018 recibió en la Casa Blanca a un promotor de QAnon, Lionel Lebron, y también ha retuiteado varias veces contenido vinculado a QAnon.
Otros políticos republicanos han dado soporte público aun más evidente a QAnon, entre ellos 77 candidatos electorales. Marjorie Taylor Greene ha sido elegida congresista por Georgia. Desde enero los «anon» tendrán una representante en el Capitolio.
De la desinformación a la violencia
QAnon no es una organización reglamentada, sino grupos de internet heterogéneos que comparten información, o desinformación. Por eso es difícil calibrar cuántos bulos creen sus integrantes y cuáles tienen más impacto social y político.
Una medida de su alcance son las reacciones en Twitter; por ejemplo, un mensaje que daba por hecho el rapto de 39 niños tuvo más de medio millón de «me gusta» pese a ser desmentido.
En 2019 el FBI etiquetó a QAnon como potencial amenaza terrorista. Varios incidentes violentos han sido vinculados a sus seguidores, como un parricidio en Seattle, un asesinato en Nueva York y detenciones de personas armadas que proferían amenazas, entre ellas, la de un conductor que bloqueó una presa en Nevada durante horas.
«La desinformación mata, esta súper comprobado, de forma inmediata o a largo plazo», indicó a Efe en octubre Cristina Tardáguila, directora asociada de la Red Internacional de Fact-Checking (IFCN).
El veto en las redes sociales
Facebook ha limitado el contenido sobre QAnon por su similitud a «un movimiento social militarizado». En agosto eliminó 790 grupos, 100 páginas y 1.500 anuncios y bloqueó 300 etiquetas en Facebook e Instagram. Los grupos clausurados tenían 200.000 miembros aproximadamente.
Twitter suspendió en julio más de 7.000 cuentas y anunció que dejaría de promover sus mensajes como temas populares.
Youtube tomó medidas parecidas, por promover «teorías conspiratorias que son usadas para justificar violencia en el mundo real».
Su impacto global
La repercusión de QAnon como catalizador de desinformaciones trasciende el ámbito esotérico estadounidense y se deja sentir en todo el mundo, especialmente en el Reino Unido, Australia, Canadá y Alemania, donde se enlazó a un movimiento negacionista más veterano, Reichsbürger.
Varios grupos de Facebook clausurados eran en castellano y tenían títulos de países latinoamericanos, con miles de seguidores cada uno.
QAnon impregna además las nuevas tácticas de algunas formaciones políticas en Europa. Un ejemplo es la tendencia a incluir etiquetas sobre pederastia o pedofilia en los mensajes de los partidos en las redes sociales al referirse a líderes rivales.