Este viernes se cumplió la trigésimonovena semana en la que miles ciudadanos de Argelia salieron a las calles de varias ciudades del país exigiendo la caída del régimen militar.
Los argelinos también rechazan las elecciones previstas para el 12 de diciembre. Las consideran una maniobra para que el régimen se perpetúe en el poder que ejerce desde la independencia de Francia en 1962.
“Desde el principio, hemos reclamado que se vayan todos. No es normal que lo que pase ahora es que hayan vuelto todos”. Así lo dijo Omar, de aproximadamente 40 años, en alusión a los cinco aspirantes presidenciales admitidos. Ninguno de ellos representa al movimiento popular de protesta, que se manifiesta desde el pasado 22 de febrero.
Entre los candidatos destacan los ex primeros ministros Ali Benflis y Abdelmajid Tebboune.
Pese a la lluvia torrencial y el fuerte viento, los manifestantes marcharon por las calles al grito de “Queremos un Estado civil, no militar”. También con consignas en contra el nuevo hombre fuerte del país desde la forzada dimisión de Bouteflika el pasado abril, general Ahmed Gaïd Salah. Le pidieron que se fuera como hicieron con el primero.
Gaïd Salah, colocado al frente de las Fuerzas Armadas en 2004 por el propio Bouteflika, sugirió el pasado 14 de septiembre que se celebraran las presidenciales que, por mandato constitucional, debían haber tenido lugar en junio y unas horas después las convocó el presidente interino, Abdelkader Bensalah, líder del Parlamento argelino desde la misma fecha.
Un viernes más, y van 39, los congregados ocuparon las principales calles de la capital de Argelia, desde Didouch Murad hasta la plaza de la Grande Poste.
Cientos de policías de uniforme y de civil los vigilaron. Exigieron, asimismo, la excarcelación de las decenas de activistas del Hirak que están arrestados, en una suerte de represión silenciosa muy efectiva.
Frente al pacifismo de los manifestantes, el régimen militar optó por una estrategia inteligente del miedo. De esta forma evitó las detenciones masivas durante las protestas presentadas de forma selectiva en los días de calma para infundir dudas en la población.
La estrategia unida al cansancio y ocho meses de movilización logró que el número de los manifestantes sea menor. Sin embargo, todavía son muy cuantiosos en todo el país.
En este contexto, un centenar de periodistas se concentró este viernes en la calle Didouch Mourad, una de las arterias comerciales de Argel. Reclamaron una prensa libre, también denunciaron la censura y las presiones ejercidas sobre los medios.
Tres niños, hijos de uno de esos presos de conciencia del Hirak, acapararon, la atención de todas las cámaras. Marcharon junto a su abuela portando retratos de su progenitor y pidiendo su libertad.
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