El primer ministro iraquí, Mustafá al Kazimi, se reunirá con el presidente Donald Trump en la Casa Blanca por primera vez el jueves, con el tema de la presencia de las tropas estadounidenses en ese país en primer lugar de la agenda.
La reunión ocurre en momentos en que los ataques de fuerzas pro Irán contra intereses estadounidenses en Irak han aumentado, y con una competencia entre Teherán y Washington por ejercer influencia sobre Bagdad.
Las diferencias entre el primer ministro, quien mantiene un vínculo amistoso con Washington, y las facciones proiraníes son cada vez mayores.
Kazimi, quien asumió en mayo, enfrenta el desafío de facciones de Hashd al Shaabi, una coalición de grupos paramilitares chiítas iraquíes que mantiene lazos estrechos con Irán.
Hashd al Shaabi está integrado oficialmente al Estado iraquí, y sus representantes políticos han llamado a la expulsión de las 5.000 tropas estadounidenses desplegadas en el país para combatir al yihadismo.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, dijo el miércoles que el progreso de sus fuerzas en Irak ha sido impedido por «grupos armados que no se encuentran bajo el control total del primer ministro».
Pompeo llamó a que la policía local remplace a esos grupos lo antes posible, durante una conferencia de prensa conjunta con el ministro de relaciones exteriores de Irak, Fuad Hussein.
El jefe de la diplomacia estadounidense pareció aludir a los paramilitares chiítas, aunque no los nombró.
Cuando fue interrogado por el plan de desplazar fuera de Irak a los 5.000 soldados estadounidenses, Pompeo dijo que no manejaba números y urgió a no enfocarse en eso.
Sobre las tropas, un alto funcionario del gobierno dijo: «No hay un cronograma inflexible, y no hay números inflexibles, pero eso por supuesto que sería parte de la discusión, en tanto evaluamos cuáles son los requerimientos de seguridad de Irak, y lo que Estados Unidos cree que puede hacer».
El funcionario describió a los grupos armados como un problema persistente que desafía la seguridad de Irak, amenaza los intereses de las fuerzas de Estados Unidos, y también son un reto a la soberanía iraquí.
Las facciones proiraníes recibieron un duro golpe en enero cuando Estados Unidos mató en Bagdad a uno de sus principales líderes, Abu Mehdi al Muhandis, quien se encontraba junto al poderoso general iraní Qassem Soleimani, emisario de Teherán en Irak, muerto también en el ataque.