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Presencia de mujeres en fincas agropecuarias favorece innovación rural

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Francielle Ribas es una productora de cerdos en Piraí do Sul, en el estado de Paraná, al sur de Brasil. Ella administra la producción porcina junto con su suegra y ambas tenían que esforzarse demasiado físicamente para realizar las faenas de crianza. Hasta que Francielle decidió hacer uso de la tecnología y automatizar su finca.

“Al principio era pesado porque tratábamos a los animales en una cubeta, ahora no. Automaticé ambas fincas, lo que ayuda mucho porque me quitó prácticamente toda la carga de manipular el pienso”, relata.

Esto les deja más tiempo para los servicios de limpieza, medicación y separación de los animales. La automatización, añade Ribas, también es importante ante la falta de mano de obra: “es difícil encontrar más gente que ayude en la crianza de los animales”.

“Creo que la mayoría de mujeres de la región también manejan granjas automáticas”, añade.

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Francielle Ribas es una de las mujeres ganaderas que ha incorporado la innovación tecnológica a su producción. Crédito de la imagen: Cortesía de Francielle Ribas para SciDev.Net

Claudia de Mori, ingeniera agrónoma e investigadora de Embrapa Pecuária del Sudeste, asegura que las mujeres son un factor clave en la adopción de tecnologías y automatización de las fincas rurales, pero ese trabajo sigue invisibilizado.

Una encuesta realizada en 2021 por AgTech Garage (hoy AgTech Innovation), un hub de innovación agrícola con sede en Piracicaba, en el estado de São Paulo, mostró que las mujeres rurales están involucradas en la innovación en toda la cadena productiva.

52% de las encuestadas dijeron estar involucradas en la innovación preproductiva, es decir, en todo lo necesario para la producción agrícola, como maquinaria, productos químicos, fertilizantes, semillas, flota, etc.).

Otro 59% participa en innovación del proceso productivo propiamente dicho (siembra, manejo, cosecha, procesamiento, mantenimiento de maquinaria, almacenamiento de insumos, eliminación de envases de pesticidas y mano de obra), y otro 34,3% incorpora innovación en la post producción, es decir almacenamiento, distribución y logística.

Un reflejo de la realidad

El trabajo agrícola, dice De Mori, refleja la estructura de la sociedad brasileña. “Las tareas ligadas al cuidado siempre recaen sobre las mujeres. Generalmente el trabajo de una huerta ligado a la subsistencia de la familia también es su papel, y las tareas que asumen normalmente no se cuentan como una actividad económica que genera ingresos a la familia”, complementa.

Ella es una de las autoras del informe “Mujeres en la ganadería”, publicado en 2023 por la Ganadería del Sudeste de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) y por el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Brasil.

Allí se señala que en Brasil la mitad de las propiedades administradas por mujeres crían bovinos, mientras que poco más de un tercio (37%) cría aves de corral. Sin embargo, la actividad pecuaria es ampliamente percibida como masculina y las disparidades de género abundan en lo que se refiere al liderazgo agrícola.

“Por lo general los hombres tienen más acceso que las mujeres a los mercados y servicios de apoyo pecuario. Además del menor acceso a los mercados, las mujeres en algunos países no pueden controlar el dinero proveniente de esta actividad y hay lugares donde ellas no pueden heredar la tierra”.

Alessandra Galiè, Instituto Internacional de Investigación Pecuaria (ILRI)

La exclusión de mujeres de la línea de sucesión de las fincas es una realidad muy palpable en Brasil, afirma De Mori. “Y cuando ellas se hacen cargo de una explotación agrícola, hay desconfianza sobre su capacidad de liderazgo. Así, las mujeres acaban haciendo un doble esfuerzo para poder capacitarse y trabajar”, subraya.

Por lo tanto, es común que las mujeres desempeñen trabajos con menor valor agregado en la cadena productiva –o que demanden una baja calificación– que los hombres.

En la ganadería, las mujeres por lo general “están al frente de actividades como la fabricación de queso, la lactancia y registro del parto, especialmente en las propiedades pequeñas”, refiere.

Es lo que le ocurrió a la productora de ovinos Francisca Neri, presidenta de la Asociación de Criadores de Ovinos y Caprinos de Betania (Ascobetânia), del estado de Piauí, al noreste de Brasil. Hija de agricultores, Neri siempre se ocupó de la producción rural. Pero cuando se involucró en las actividades de Ascobetânia, con 18 años y solo educación secundaria, sin formación técnica, se dio cuenta de que aquel realmente era un mundo masculino: entre los asociados había 94 hombres y una mujer.

Cambiando el escenario

“Cuando me incorporé, las personas todavía no creían en el potencial de las mujeres, pero fue cambiando con el tiempo”, recuerda. El camino no fue fácil. “Las mujeres necesitan demostrar todo el tiempo que son capaces, que pueden hacer el trabajo pesado de campo, que exige mucho”, reconoce Neri, que además divide sus actividades pecuarias con su labor de madre.

Francisca Neri es la orgullosa presidenta de Ascobetânia, del estado de Piauí y desde allí impulsa el reconocimiento del trabajo de la mujer en la ganadería. Crédito de la imagen: cortesía de Francisca Neri para SciDev.Net

Las mujeres necesitan “demostrar su valía todos los días. No debería ser así, pero infortunadamente lo es; ese es uno de nuestros mayores obstáculos, pero al mismo tiempo uno de nuestros mayores incentivos. Podemos admirarnos unas a otras y hacer un trabajo colectivo que produce resultados”, expresa Neri.

Una ventaja que la gestión femenina añade a la producción rural, según Neri, tiene que ver con la sensibilidad para comprender lo que ocurre alrededor, algo que las mujeres llevan de sus casas al campo.

Una mujer, explica Neri, “tiene una visión más amplia de lo que sucede a su alrededor. Se da cuenta con más facilidad si la propiedad necesita algo, si el animal necesita alguna medicina. Al frente del negocio, la mujer es visionaria”.

Disparidades limitan el liderazgo

En Brasil, y en todo el mundo, hay otras barreras que dificultan el trabajo de las mujeres en la ganadería, señala Alessandra Galiè, que dirige el grupo de trabajo de género del Instituto Internacional de Investigación Pecuaria, con sedes en Kenia y Etiopía. La diferencia en términos de tenencia de la tierra es una de ellas: globalmente, menos de 15% de quienes poseen tierras son mujeres, de acuerdo a la ONU.

“Por lo general los hombres tienen más acceso que las mujeres a los mercados y servicios de apoyo pecuario. Además del menor acceso a los mercados, las mujeres en algunos países no pueden controlar el dinero proveniente de esta actividad y hay lugares donde ellas no pueden heredar la tierra”, indica.

Pese a estas limitaciones, las mujeres también están preocupadas por agregar valor a la producción y mejorar los procesos en toda la cadena, según el informe de Embrapa Pecuária.

Para Rita de Cássia Menezes, productora de lácteos de Alagoa, en el interior de Minas Gerais (sureste del país), añadir valor agregado a sus productos es el corazón de su actividad.

Ella dirige una finca junto con su marido y producen queso Garrafão, realizando todo el proceso, que va desde ordeñar la vaca hasta la venta de los quesos. En 2021, Garrafão obtuvo medalla de plata en el Concurso Mundial de Quesos y Productos Lácteos de Tours, en Francia.

Menezes aprendió de su suegro el manejo agrícola de la finca y está a cargo de varios procesos productivos. Ella era profesora de educación primaria y tuvo que aprender todo el manejo pecuario desde cero. “Cuando comencé, los hombres decían que yo debía ayudarlos, apoyarlos y ser sumisa”, precisa.

Rita de Cássia Menezes está permanentemente en busca de actualizar el manejo agrícola de su finca. Crédito de la imagen: Cortesía de Rita de Cássia Menezes para SciDev.Net

Pero las cosas evolucionaron de forma diferente porque Menezes necesitó desempeñar diversos roles y buscar actualización constantemente. “Necesito ser médica, enfermera, veterinaria y quesera como parte de mi rutina. Tengo fama de entrometida, de mujer que no sabe cuál es su lugar”, se ufana.

Ese temperamento, sin embargo, ha inspirado a otras mujeres productoras de la región. “Los hombres dicen que van a la finca de Marcos (su marido) y corrigen a las mujeres que dicen que van a la finca de Rita. Pero ellas corrigen a sus maridos y les gusta recalcar que realmente van a la finca de Rita”, sostiene.

Para mejorar el día a día de mujeres como Neri, Ribas y Menezes, se requiere dar más visibilidad al trabajo de las mujeres de campo y tener más producción científica sobre el tema, destaca De Mori.

La producción científica, prosigue, “puede orientar la creación de innovaciones que les faciliten su trabajo, y también puede subsidiar políticas públicas que satisfagan sus necesidades”.

Galiè piensa de forma similar. “Es preciso recolectar datos del medio rural desagregados por género. Para hacer políticas y análisis efectivos se requiere entender las dinámicas de género”, remarca.

Con análisis y políticas de género más eficaces en las zonas rurales, se beneficia toda la sociedad. “No tendremos un modelo de producción alimentario sostenible si no tenemos hombres y mujeres en igualdad de condiciones”, finaliza De Mori.

Por: Meghie Rodrigues

Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net.

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