Un depósito subterráneo de residuos nucleares del estado de Washington que data de la Segunda Guerra Mundial parece estar filtrando líquido contaminado en el suelo. Así lo informó el jueves el Departamento de Energía de Estados Unidos.
Es el segundo depósito que se cree que tiene una fuga de residuos procedentes de la producción de plutonio para armas nucleares en la Reserva Nuclear de Hanford. El primero fue descubierto en 2013. Y se sospecha que muchos más de los 149 depósitos de almacenamiento de pared sencilla del complejo tienen fugas.
El depósito B-109, el último que se cree que tiene una fuga, contiene 465,000 litros (123,000 galones) de desechos radiactivos. El gigantesco depósito fue construido durante el Proyecto Manhattan y recibió residuos de las operaciones de Hanford entre 1946 y 1976.
El complejo de Hanford, cerca de Richland, produjo alrededor de dos terceras partes del plutonio utilizado para el arsenal nuclear de Estados Unidos. Esto incluyendo la bomba lanzada sobre Nagasaki, Japón, y actualmente es el sitio de residuos radioactivos más contaminado de la nación.
Durante décadas, se ha llevado a cabo una limpieza medioambiental multimillonaria en el extenso complejo de Hanford.
La notificación de la fuga
La notificación de la fuga se conoció el jueves. Se le informó a las autoridades sobre lo que estaba ocurriendo.
“No hay un mayor riesgo para la salud o seguridad de los trabajadores de Hanford o del público”. Así lo aseguró Geoff Tyree, portavoz del Departamento de Energía.
Agregó: “La contaminación en esta zona no es algo nuevo. Durante décadas se han realizado labores de mitigación para proteger a los empleados. También proteger al público y al medio ambiente”.
El depósito había sido vaciado previamente de líquidos bombeables, dejando una pequeña cantidad de residuos líquidos en su interior, señaló la dependencia. Añadió que los sistemas en la zona capturan y eliminan contaminantes que llegan al agua subterránea y con ello garantizan la protección del río Columbia.
La primera sospecha de una fuga en el depósito B-109 surgió en marzo de 2019. En ese momento, parecía haber una ligera disminución en el nivel de sus residuos líquidos. Las revisiones mensuales mostraron que el nivel era estable, hasta que en julio de 2020 se detectó otra disminución y el Departamento de Energía abrió una investigación.