Durante este año de guerra, ya pasado el primer aniversario de la ocupación, las fronteras de Rusia permanecen abiertas y nunca se ha producido esa gran movilización que se temía desde el pasado mes de septiembre de 2022. Se ha mantenido, eso sí, la «movilización parcial», como lo llamó Putin. Aun con el elevado coste de bajas en ambos bando en esta contienda de Ucrania.
En el interior de Rusia no demasiadas familias se han visto afectadas, y para muchos rusos de clase media, la vida ha continuado más o menos como antes. El Kremlin que comenzó el conflicto con un asalto a gran escala contra todo el país, e intentó tomar Kiev, desplegando tanques, misiles y artillería pesada, se ha centrado finalmente en el Este y las regiones en conflicto con anterioridad a la invasión.
Eso sí el Gobierno ha anunciado medidas duras para reprimir a los medios de comunicación críticos y a la disidencia interior, así como ha lanzado medidas para poner la economía rusa en pie de guerra.
Putin está dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganar en Ucrania, sin tener que cumplir necesariamente sus peores amenazas
Según muchos indicios, este enfoque parcial y no de «guerra total» no es fortuito, ni es simplemente el resultado de una ejecución fallida de sus planes. El Kremlin parece seguir una estrategia deliberada, dirigida tanto a Occidente como a su propia población. Al adoptar esta postura pueden estar sugiriendo a Occidente que Putin está dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganar en Ucrania, sin tener que cumplir necesariamente sus peores amenazas.
En el interior el Gobierno ruso puede transmitir que aún dispone de numerosos recursos. En ambos casos, la estrategia ofrece a Putin un camino abierto hacia una progresiva escalada, pero sin costes inmediatos.
La medida de una «guerra total», como han temido muchos comentaristas occidentales, no se ha dado y la gestión de Putin de la cuestión de la movilización ha resultado sorprendente. El Kremlin no solo ha evitado una segunda oleada de movilizaciones, a pesar de las importantes demandas de efectivos y mano de obra, sino que ha recurrido constantemente al reclutamiento de mercenarios de la organización paramilitar Wagner, algunos de los cuales han sido sacados de las cárceles rusas, manteniendo la movilización solo parcial.
Wagner ha sido la única unidad que ha estado a la ofensiva y, aunque ha sufrido numerosas bajas, sus pérdidas no preocupan a los militares
La táctica parece estar sirviendo a su propósito: en las últimas semanas, Wagner ha sido la única unidad que ha estado a la ofensiva y, aunque ha sufrido numerosas bajas, sus pérdidas no preocupan a los militares.
Putin ha mostrado una relativa moderación, incluso, hacia funcionarios o agencias del gobierno implicados en algunos de los fracasos de la guerra. Históricamente, cuando los regímenes autoritarios entran en guerra, casi siempre recurren a la represión, como por ejemplo en la propia Rusia bajo Stalin y otros líderes. De hecho, Putin parecía seguir firmemente este camino, pero no ha sido así.
Los únicos en sufrir muy drásticamente la reprimenda fue el 5º Servicio del FSB (Servicio Federal de Seguridad), este brazo de la agencia era el encargado de vigilar a los vecinos inmediatos de Rusia. Fue el 5º Servicio el que informó a Putin sobre la situación política en Ucrania y sugirió, erróneamente, que el gobierno de Kiev se derrumbaría rápidamente. En marzo de 2022, el jefe del servicio, Sergei Beseda, fue puesto en secreto bajo arresto domiciliario y pronto fue trasladado a la prisión de Lefortovo.
Pero en poco tiempo, Sergei Beseda fue liberado y devuelto a su oficina en la Lubianka de Moscú y luego fue exhibido en varios actos públicos. Incluso, en febrero de 2023, su hijo, Alexander Beseda, recibió un ascenso para convertirse en jefe del departamento gubernamental que supervisa todas las agencias de seguridad.
A continuación, le tocó el turno a la Guardia Nacional: ese mismo mes, el subjefe de la Guardia Nacional, Roman Gavrilov, fue obligado a jubilarse anticipadamente: había sido el encargado de abastecer a las fuerzas especiales de la Guardia Nacional, que habían sido enviadas a la guerra mal equipadas, sin blindaje y munición. Pero al cabo de unas semanas, estas represiones cesaron.
Algunos analistas, han sugerido que Putin ya está siguiendo un manual estalinista. Pero un enfoque de este tipo requeriría medidas mucho más drásticas de las que se están aplicando.
Los militares rusos y Putin barajaron la posibilidad de usar un arma nuclear táctica contra los defensores de Mariúpol en la primavera de 2022
También los partidarios de la línea dura cercanos al régimen sugerían que los militares rusos y Putin barajaron la posibilidad de usar un arma nuclear táctica contra los defensores de Mariúpol en la primavera de 2022. Sin embargo, Putin no ha elegido ese camino. En su lugar, ha redoblado la apuesta por una guerra convencional, amplificado la movilización y los ataques aéreos masivos contra infraestructuras ucranianas.
¿A qué juega Putin?
¿A qué está jugando Putin? El principal objetivo pueden ser un mensaje a los gobiernos occidentales, preocupados por la posibilidad de una escalada incontrolable. El Kremlin se empeña en demostrarles que aún tiene muchas opciones y que tiene las cosas bajo control, a diferencia de Kiev, que en su desesperación es, según Rusia, propenso a la escalada.
En el interior, el enfoque de Moscú tiene un mayor propósito: demostrar que es capaz de calibrar su respuesta a las sanciones occidentales y a los fracasos militares y que no necesita llegar hasta el final hasta que sea imprescindible.
Pero ¿hasta cuándo podrá mantenerse esta guerra que parcial? Cuanto más dure la guerra, más tendrá que tomar Putin medidas más contundentes y avanzar en sus amenazas, sobre todo si se queda con poco margen de maniobra.
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