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¿Por qué medio EE UU rechaza unas presidenciales entre Joe Biden y Donald Trump?

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“Esta es probablemente la elección más singularmente horrible que he tenido en mi vida”, le dijo hace pocos días a la agencia Associated Press Andrew Collins, 35 años, de Windham (Maine) registrado como votante independiente, sobre la campaña presidencial que arranca entre el presidente Joe Biden y su antecesor, Donald Trump, y que durará hasta la votación del 5 de noviembre.

“Me parece triste para nuestro país que esas sean nuestras mejores opciones”, expresó Randy Johnson, republicano de 64 años de Missouri. “Estamos reducidos a elegir el menor de dos males”.

Según una encuesta de Associated Press y el Center for Public Affairs Research, 56% de los votantes están insatisfechos al ver a Biden buscar su reelección, mientras 58% lo está de ver al expresidente Trump como candidato republicano. Ninguno de los dos tiene una opinión mayoritariamente favorable. Biden inicia el año con solo 42% de opiniones a favor, mientras Trump suma aún menos: 36%.

A pesar de contar con menos opiniones positivas en el conjunto de los estadounidenses, Trump le lleva a Biden una ligera ventaja en intención de voto. Según el promedio de encuestas que actualiza a diario el portal Real Clear Politics, el exmandatario marca 46,5% contra 44,3% del actual presidente.

Trump está arriba en cinco de seis estados críticos, cuyos delegados al Colegio Electoral resultan definitivos a la hora de ungir al ganador en un país que –bueno es recordarlo– no escoge al mandatario por votación directa sino en virtud de los delegados que cada estado elija, con base en el voto popular.

Cada uno de los 50 estados tiene un número definido de delegados y, en principio, en la gran mayoría de los estados, todos sus delegados al Colegio Electoral deben votar por el candidato que haya ganado el voto popular en dicho estado.

Según una encuesta del Siena College, Trump se impondría hoy con relativa comodidad en Nevada, Georgia, Arizona, Míchigan y Pensilvania. Trump se quedaría así con todos los votos electorales de esas zonas, mientras que Biden ganaría solo en Wisconsin, y por muy poca diferencia (47% contra 45%).

Cada uno con enredos

El mayor problema lo tiene Joe Biden con los jóvenes, que lo apoyaron ampliamente en 2020, al obtener entonces 20 puntos porcentuales de ventaja sobre Trump en la franja de votantes de 18 a 29 años. Según la encuesta de Siena College, ahora esa capa etaria parece inclinarse por Trump.

Muchos jóvenes demócratas e independientes que apoyaron a Biden lo han abandonado, unos porque lo ven muy viejo (tiene 81 años), otros porque lo ven demasiado al centro y lo quisieran un poco más a la izquierda, y otros porque rechazan el apoyo de la Casa Blanca a Israel, en la guerra que las tropas de Tel Aviv libran contra Hamás en la Franja de Gaza.

Pero Trump tampoco la tiene fácil, aunque sus líos sean más con la justicia que con los electores. Pesan contra el expresidente 91 acusaciones penales en media docena de procesos, que van desde abuso sexual y fraude hasta las maniobras dolosas para voltear la elección que perdió con Biden en 2020, incluido su apoyo a la turba que asaltó de manera violenta el Capitolio hace tres años.

Colorado y Maine impidieron la inscripción del nombre de Trump en las papeletas de las primarias republicanas, con base en un parágrafo de la enmienda 14 de la Constitución que prohíbe que sean nombrados o elegidos a cargos públicos quienes hayan estado vinculados a actos de insurrección. E insurrección es la palabra que varios fiscales, jueces y magistrados usan para describir el asalto al Capitolio por los trumpistas, el 6 de enero de 2021, apoyado por el entonces mandatario.

La suerte de Trump está en manos de la Corte Suprema. Hay cuando menos tres casos que llegaron ya a la máxima instancia judicial de los Estados Unidos. El primero tiene que ver con la inmunidad que Trump alega tener, entre otras cosas, porque cuando se produjo el asalto al Capitolio, él aún ocupaba la Casa Blanca y, según el argumento de sus abogados, por esos hechos debía procesarlo el Congreso, que ya se abstuvo de procesarlo.

Otras dos decisiones tienen que ver con los vetos en Colorado y Maine a su candidatura en las primarias. Los abogados de Trump han apelado tanto la decisión de la Corte Suprema del estado de Colorado como la que adoptó, en el mismo sentido, la secretaria de Estado de Maine, Shenna Bellows. Y como en una docena de estados más hay demandas similares, es muy probable que esos casos también lleguen a la Suprema.

El argumento para vetar la inscripción de Trump se basa en la norma constitucional ya mencionada, diseñada en los años que siguieron a la guerra civil que tuvo lugar entre 1861 y 1865. Con esa norma, los vencedores de la Unión (de los estados del norte) buscaron que los derrotados de la Confederación (de los estados del sur) no pudieran llegar, por nombramiento o elección, a cargos públicos, pues esos líderes habían participado en la insurrección sureña contra el gobierno del presidente Abraham Lincoln, que ocasionó la guerra civil.

La Corte Suprema tiene una mayoría de seis magistrados conservadores contra tres progresistas. Y entre los seis conservadores, tres fueron nominados por Trump cuando era presidente. Con eso en mente, muchos analistas apuestan por una decisión favorable a Trump en el máximo tribunal.

Pero hay otras consideraciones. A raíz de varios escándalos protagonizados por algunos de los magistrados, por recibir favores y regalos de empresarios privados –algunos cercanos a Trump–, y del rechazo de amplios sectores a fallos como el que posibilitó que tribunales estatales prohíban el aborto, la Corte Suprema enfrenta una crisis de credibilidad.

Tras décadas de contar con la confianza de la mayoría de los estadounidenses, ese indicador ha caído. Una encuesta de Gallup que mide cada verano la confiabilidad de las instituciones entre el público mostró que la confianza en la Corte Suprema, que era del 50 por ciento de los encuestados en 2002, para 2020 había caído a 40%. Entre 2021 y 2023, el derrumbe siguió: de 36 a 27%.

Por eso hay quienes piensan que, a pesar de la mayoría conservadora, nada está definido. “Los fallos de la Corte podrían resultar decisivos para la elección presidencial en una manera que jamás hemos visto antes”, aseguró al portal Politico.com, Erwin Chemerinsky, el decano de la Escuela de Leyes de la Universidad de California en Berkeley.

“Pero también –agrega el decano– van a impactar en cómo la Corte es percibida”. Todo comenzará a aclararse después del 8 de febrero, cuando las partes presenten sus alegatos finales ante los nueve magistrados del máximo tribunal, en Washington D. C. Para entonces, las votaciones primarias en Iowa, New Hampshire, Carolina del Sur y Nevada, habrán tenido lugar, pero faltarán 46 más.

Polarización

Mientras en las redes sociales la campaña de mutuos ataques y descalificaciones personales arrancó con singular ferocidad, el tono de los discursos anuncia desde ya que, si no se producen cambios en las papeletas de los dos grandes partidos, el año electoral estará marcado por la agresividad.

“Saber si la democracia sigue siendo la causa sagrada de América es el asunto más urgente de nuestra época, y el desafío de la elección de 2024”, dijo Biden el viernes en Valley Forge, Pensilvania, en su primer discurso de campaña. “Al intentar reescribir los hechos del 6 de enero (de 2021), Trump trata de robarse la historia de la misma manera que trató de robarse la elección”, dijo el mandatario.

“Pero conocemos la verdad porque la vimos con nuestros ojos en televisión”, agregó antes de rematar: “El tumulto de Trump no era una manifestación pacífica, eran asaltantes violentos, eran insurgentes, no patriotas, no estaban ahí para hacer respetar la Constitución sino para destruirla”.

Trump ha ido aún más lejos: “Somos una nación que está fracasando (…), una república bananera del corrupto Joe Biden”, dijo en un evento en Kissimmee, al sur de Orlando, en Florida, hace algunas semanas. Y desde entonces ha repetido los conceptos de “república bananera” y del “corrupto Biden” decenas de veces.

Además de atacar a Trump por su respaldo a los asaltantes al Capitolio, Biden tendrá que esforzarse por hacerles ver a los votantes que los resultados económicos de su gestión no son para nada malos, como lo confirma el hecho de haber mantenido el desempleo por debajo del 4 por ciento desde 2021. En diciembre, la economía creó 200.000 nuevos puestos de trabajo.

Algo similar sucede con las cifras de inseguridad. Según la firma AH Datalytics, los homicidios cayeron en 2023 13%, una de las mayores bajas del siglo. Para Biden, no será fácil posicionar estos logros, pues la efectividad del manejo de fake news por los trumpistas es bien conocida y con ella buscarán desmentirlo.

Aun así, los sondeos muestran que, durante diciembre, Biden registró una ligera mejora: a inicios de mes, Trump marcaba hasta seis puntos porcentuales por arriba, y ahora la diferencia se ha reducido y está en el rango del empate técnico.

La contienda apenas comienza y ni siquiera está claro si Biden y Trump serán candidatos. Aparte de los riesgos jurídicos de la aspiración del exmandatario, el propio Biden dijo hace poco que está en la contienda porque Trump se lanzó, lo que sugiere que de no estar Trump, él daría un paso al costado. A diez meses de la votación, ni siquiera eso está definido, y lo único claro es que mientras ellos sean los candidatos, la campaña será a muerte.

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