El presidente chileno, Sebastián Piñera, descartó renunciar y admitió por primera vez estar dispuesto a reformar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. Esto en un intento por acallar las protestas que siguen vivas en las calles del país después de 20 días.
Este martes unas 2.000 personas se volvieron a reunir en Plaza Italia, epicentro de las masivas manifestaciones de las últimas dos semanas.
La manifestación se ejecutó con incidentes aislados. No hubo enfrentamientos como los que se vivieron el lunes, cuando en varios puntos de la ciudad se generaron choques entre policías y manifestantes. Dichas protestas dejaron al menos dos agentes heridas por bombas incendiarias lanzadas a sus rostros.
El mandatario, que llevaba días en silencio, concedió una entrevista a la BBC de Londres -difundida este martes- en la que afirmó que no dimitirá.
En la entrevista afirmó: “Por supuesto que voy a llegar al fin de mi gobierno. Fui elegido democráticamente por una enorme mayoría de chilenos”.
Reforma Constitucional
La Constitución establece que si se produce una renuncia antes de que falten dos años para completar el mandato de cuatro años -Piñera cumple 24 meses en el poder el próximo mes de marzo-, el presidente es remplazado por el ministro del Interior, quien debe convocar a nuevas elecciones.
Quien gane esos comicios, asume hasta que finalice el mandato original de Piñera. En caso de una renuncia a menos de dos años, es el Congreso quien debe decidir el nombre del reemplazante.
Como una opción para desactivar la crisis, Piñera se mostró por primera vez abierto a reformar la Constitución que data de la dictadura (1973-1990).
“Estamos dispuestos a conversarlo todo, incluyendo una reforma a la Constitución”, afirmó el mandatario.
Aprobada en 1980 en un cuestionado plebiscito, la Constitución fue un traje a la medida para que el régimen de Pinochet y los sectores conservadores pudieran mantener su poder, incluso más allá del fin de la dictadura, en 1990, y hoy es señalada como origen de las desigualdades y la distancia del mundo político con la sociedad chilena.
Ayuda en plena crisis
En un guiño al sector empresarial, Piñera anunció también un paquete de ayuda a 6.800 pequeñas y micro empresas afectadas por la crisis que impacta también a la economía. El nuevo ministro de Hacienda, Ignacio Briones, adelantó que en octubre el PIB local caería hasta 0,5% como consecuencia de las protestas, que mantienen semi paralizado al comercio y las industrias.
El peso se transó el martes a 749 por dólar, con una depreciación de 1,8% frente al cierre anterior, para alcanzar su menor valor desde 2003.
Pero después de dos semanas y media de protestas, una encuesta reveló que el 79% de los chilenos cree que estas «tendrán consecuencias positivas y las cosas van a estar mejor en el país», según un sondeo de la consultora Criteria.
Violentas manifestaciones
Piñera encara el estallido social con un paquete de reformas sociales, que incluyen un aumento de 20% en las pensiones básicas y una rebaja en las cuentas de la electricidad.
Removió a ocho de sus 24 ministros, incluido su jefe de gabinete y primo Andrés Chadwick, y a su ministro de Hacienda, Felipe Larraín.
Pero sus medidas no logran acallar las protestas.
Este martes, con protestas menos masivas, dos estudiantes resultaron heridas cuando la policía ingresó a un liceo público y disparó perdigones.
El incidente se produjo cuando estudiantes del Liceo Femenino Número 7 de Santiago decidieron tomar el establecimiento en apoyo a las protestas y su directora autorizó el ingreso de la policía.
La semana pasada, Piñera anunció la cancelación de la organización del encuentro de líderes del foro económico APEC; y la cumbre del cambio climático COP-25 de la ONU, previstas para las próximas semanas en Santiago.
Para el miércoles, en tanto, en redes sociales convocaron manifestaciones en el sector oriente de Santiago, sobre zonas más exclusivas y donde el estallido social ha estado más ausente que en el centro capitalino.