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Petro: No tengo intención de reelegirme y no impulsaré una constituyente en ese sentido

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El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en entrevista exclusiva con el Director General de El Tiempo, Andrés Mompotes, le salió al paso a la fuerte polémica que se desató en el país tras su anuncio de promover una asamblea nacional constituyente como la del 91. Afirmó que con esa idea no busca sacar adelante los proyectos que no han pasado su examen en el Congreso ni alargar su permanencia en la Casa de Nariño.

El jefe del Estado sostuvo que lo que busca es que se examine qué aspectos de la Constitución firmada hace 33 años no se han desarrollado en temas de educación y reforma agraria, entre otros. Insistió en la movilización de la gente y habló de usar mecanismos existentes en la Constitución, como los cabildos abiertos, para empezar a debatir los cambios que busca promover en la carta magna.

-Presidente, usted ganó las elecciones legítimamente con una propuesta de cambio y bajo esos mismos mecanismos democráticos logró aprobar leyes en el Congreso como la reforma tributaria. Pero ahora que las reformas van lentas y está a punto de ser archivada la de la salud, debido a la evaluación legítima de los legisladores, usted dice que las instituciones no están a la altura de sus propuestas y por eso pide una asamblea constituyente. ¿No es contradictorio argumentar eso cuando lo que precisamente está funcionando es la democracia de un Congreso elegido, al igual que usted, por los votos de los colombianos?

-El presidente no decide el futuro de una asamblea nacional constituyente. Ese es el primer error del debate propuesto este fin de semana. La asamblea nacional constituyente es un mecanismo democrático contemplado en la Constitución del 91. El proceso constituyente que he propuesto no tiene que ver con recuperar los proyectos de ley que el Congreso hunda, primero, por razones de tiempo. Si el Congreso hunde la reforma de la salud, nos lleva a una crisis y no por decisión del presidente, es porque esa es la realidad de hoy de nuestro sistema. La infraestructura del sistema ha llevado a que fracasen. Se han quebrado 100 EPS de las 126, y solo quedan 5 que cumplen los requisitos y que han pedido, la mayoría, participar en ser gestoras. Así que el proyecto de ley lo único que trata es de una transición equilibrada y ordenada hacia los objetivos que propuso el Gobierno. Estos temas no tienen que ver con una asamblea nacional constituyente. Si se convocara mañana, sería apenas para corregir los errores de los sistemas actuales y contrarrestar las crisis que vengan. Mi propuesta de constituyente no es para las reformas actuales.

FOTO: Sergio Acero. El Tiempo

-Pero si no tiene que ver con las reformas, como lo entendimos buena parte del país tras su discurso en Cali, ¿para qué se convoca una asamblea constituyente?

-No he hablado de una constituyente para cambiar la Constitución de 1991. Ese es el principal error de quienes apresuradamente, algunos histéricamente, han saltado a atacar la propuesta presidencial. Lo que tenemos que examinar es qué, del texto de la Constitución del 91, no se ha desarrollado: como la priorización del gasto en la educación de todos los colombianos; como la facilidad para hacer una reforma agraria. Lo fundamental está en lo que, en los últimos treinta años, los poderes constituidos no han podido desarrollar. Este tema tiene que ver con seis puntos fundamentales.

-¿Cuáles son esos seis puntos?

-Propongo seis temas de diálogo que requieren atención urgente. En primer lugar, es crucial implementar de manera efectiva el Acuerdo de Paz de 2016, el cual fue desatendido y atacado durante el gobierno anterior. Se robaron los recursos de la paz y la Fiscalía de Barbosa nada investigó. Aspectos fundamentales como la reforma agraria y la solución al problema de las drogas ilícitas deben abordarse con premura. Además, proponemos complementar el acuerdo para hacer frente a los desafíos actuales de violencia en los territorios. En segundo lugar, es esencial garantizar condiciones mínimas de vida digna, que incluyan salud, pensión y acceso al agua para las poblaciones históricamente excluidas. En tercer lugar, se requiere una reforma judicial que acerque el sistema judicial al ciudadano, lo haga más efectivo y tenga una dimensión reparadora en términos de verdad y garantías de no repetición. La verdad como el eje de la justicia. Sin verdad no hay perdón ni reconciliación. Que nunca más se patrocine un fiscal general que use la entidad como plataforma política contra un gobierno en ejercicio. Cuarto, proponemos el reordenamiento territorial y, en quinto lugar, planteamos la prioritaria atención a la educación. Aunque también es una meta, en sexto lugar, instamos a establecer un diálogo en torno al fin de la violencia en Colombia y la reconciliación. También me interesa el cambio climático, tema que no se tocó en la Constitución del 91 por el contexto en el que se vivía en ese momento. Todos estos objetivos pueden alcanzarse dentro de nuestro marco constitucional utilizando los mecanismos de participación ciudadana existentes.

-Pero la actual constitución y los procesos legales ofrecen mecanismos para desarrollar todos esos propósitos que usted señala. De hecho, ya se ha realizado. ¿Por qué buscar entonces una constituyente?

Porque los poderes constituidos no han hecho estas reformas que tienen que ver con la paz. Porque afectan el sistema político y no cambian. Porque la manera de gobernar después de expedir la Constitución del 91 fue la manera de gobernar paramilitar. Porque la Constitución del 91 nunca se aplicó. Sino que se aplicó de facto un régimen construido en una alianza entre el poder político, sectores del Estado, y dejó 200.000 colombianos muertos.

-Acaba de afirmar que lo que hubo después de la constitución fue una especie de alianza para aplicarla en favor de intereses criminales. ¿Cuál es la prueba de eso?

-La pregunta sobra. Al día de hoy, lo dije en el momento en que hicimos los debates en los que se discutía si era cierto o no, hay confesiones por miles. Hay 17.000 procesos contra terceros en la justicia ordinaria, derivados de confesiones de los actores del Congreso, que no se han movido un centímetro. Hoy, las confesiones de los actores de la guerra de los últimos décadas, ante la justicia, lo que demuestran es que después de la Constitución del 91, en lugar de construir el Estado Social de Derecho que proponía, se construyó un régimen mafioso.

-Presidente, pero si eso fuera cierto no es culpa de la Constitución…

-La constitución no tiene la culpa. Ella no dijo, ‘no me aplique’. Es culpa del régimen político. Una vez aprobada la Constitución del 91, lo que vino fue un régimen, y las instituciones que se generaron se crearon en ese régimen. El Congreso de la República y la Corte Suprema en uno de los actos más valerosos de la justicia mostró la infiltración de todas las mafias en la hechura de las leyes después de la Constitución del 91. Antes del ‘cartel de la toga’ mostró cómo esos poderes mafiosos se apropiaron de varias secciones del Poder Judicial y de la Fiscalía.

-Pero Presidente, en el marco de la actual Constitución se han logrado avances como el acuerdo con las Farc y castigar la ‘parapolítica’, es decir, bajo ese mismo texto se han logrado resultados en función de la paz y limpiar las instituciones…

-La Constitución no tiene la culpa de lo que pasó después. Precisamente porque no la aplicaron. Y un proceso constituyente no es cambiar la Constitución del 91. Un proceso constituyente puede reformar la Constitución o puede agregar los aspectos que la Constitución en su momento no pudo ver por la época en que se hizo. Después de la Constitución del 91, un régimen de facto, no un régimen constitucional, gobernó el país y aún lo gobierna en varias regiones desde una perspectiva paramilitar. Lo que ha sucedido con la Constitución, claro con sectores institucionales que han dado peleas como la que usted mencionó contra la parapolítica, es que no se aplica. Ahora, uno de los efectos que ha sucedido es que yo gané las elecciones, que incluso un sector de la votación de (Rodolfo) Hernández y la mía votaron por cambiar el país, no por conservar lo que hay. No votaron contra la Constitución del 91. Pero votaron para cambiar el régimen de facto que había o que hay. Y la Constitución del 91 dice que el voto es mandatorio. El voto tiene la capacidad de dar una orden. La orden que se ha dado en Colombia es el cambio. El cambio hacia el objetivo que el candidato ganador propuso: más democracia, más paz y más justicia.

-No recuerdo que usted haya propuesto durante su campaña reformar o agregar temas a la Constitución…

-Nosotros propusimos los objetivos. Eso es lo que tiene que hacer un líder. Y los medios son los que se han venido usando, como el congreso. Ahora, ¿qué es lo que estamos observando en el día de hoy? Que los poderes constituidos tratan de evitar que se exprese el constituyente, porque son incoherentes con la Constitución del 91, por una razón específica: están fuertemente penetrados por el régimen de corrupción.

-Pero esa supuesta situación que menciona se podría reformar de otra manera, a través de otros mecanismos, sin necesidad de una Constituyente que abre las puertas a todo…

-Cuando se abre la puerta para una constituyente, el pueblo decide. Y a eso le llamo democracia. Puede que a una persona en particular no le guste lo que el pueblo decida, pero la democracia es así. Yo he convocado que el pueblo decida.

-Además del tema de las reformas, usted también criticó en su discurso en Cali las decisiones que han afectado a sus congresistas y un embajador, esto en alusión a fallos recientes del Consejo de Estado. ¿Presidente, no son esas situaciones propias de la independencia de poderes, pilar de toda democracia? ¿Qué concretamente piensa usted que debería cambiar frente a la independencia de poderes, o frente a las cortes, en una Asamblea Constituyente?

-Es fundamental garantizar una justicia imparcial e independiente, lo que implica abordar los decretos, leyes y discusiones relacionadas con mi gobierno sin sesgos ideológicos, sin la influencia de los lobistas y clientelistas habituales de los grupos de interés. Reconozco que en la construcción de textos normativos se han cometido errores jurídicos en mi presidencia, espero que no siga sucediendo, pero pido que mi gobierno sea tratado con imparcialidad y autonomía. Los organismos de control no deben utilizarse para obstruir las legítimas intenciones gubernamentales respaldadas por el mandato popular y el programa de reformas elegido democráticamente. Reitero mi compromiso de respetar la independencia de poderes y la autonomía judicial, como dicta la Constitución. Soy un demócrata que aboga por una democracia más profunda y garantista, aunque esto no impide plantear preguntas ni abrir un diálogo público sobre ciertas decisiones judiciales.

-¿Esta Asamblea Constituyente podría terminar reviviendo la reelección en favor suyo?

-No estoy buscando una reelección presidencial. No tengo intención de reelegirme y no impulsaré reformas o una constituyente en ese sentido, así lo he dicho desde siempre. Yo no quisiera volver a ser presidente a partir de 2026.

FOTO: Sergio Acero. EL TIEMPO

-¿Y tampoco una ampliación de su mandato?

-No me interesan esos temas. Varias veces ha salido el asunto de que el periodo de los alcaldes coincida con el presidencial. Y allí tienen que hacer un ajuste constitucional. Pero mi obsesión no es esa.

-Presidente, ¿qué ruta tiene en mente para convocar la propuesta? ¿Tiene fechas previstas?, ¿qué pasos siguen?

-Es un proceso constituyente. El primer paso, y ese fue el discurso de Puerto Resistencia (en Cali), es organizar los comités municipales, es decir que las organizaciones de base municipales se movilicen, se junten; convocar al pueblo a la movilización, a la calle, al debate, a ejercer el poder constituyente que se puede ejercer ya en unos niveles que la constitución del 91 permite, que están definidos como cabildos abiertos, que son mecanismos de participación ciudadana vigentes. Por eso yo digo que comenzamos un proceso constituyente, y comienza en la base de la sociedad y en todos los lugares de Colombia. El primer escenario geográfico, por el escenario organizativo que existe, es el suroccidente. Por ello estuve en Cali. Apenas dijimos que el poder constituyente es de la minga y no de la gente armada, se produjo el sábado pasado un hecho violento en Toribio (Cauca).

-Presidente, para sacar adelante una ley de referendo, que convoque a una Constituyente, se debe pasar por el Congreso. ¿Cómo piensa usted sacar el proceso constituyente, si se requiere de unas importantes mayorías en el Congreso que hoy no parece tener? ¿Cómo piensa entonces sacar adelante esta iniciativa?

-Hay varios caminos. Yo soy un poder constituido, no soy el poder constituyente. No es un problema de mayorías, es un problema de fuerza popular. Es el pueblo decidiendo, el momento constituyente es siempre. Si el pueblo decide, el poder constituido tiene que aceptar, no lo puede desconocer. El poder constituido es subordinado.

FOTO: Sergio Acero. EL TIEMPO

-Presidente, si hubiera ley de convocatoria a referendo para la Constituyente, ¿el Gobierno se sometería plenamente a lo que determine la Corte Constitucional sobre su legitimidad?

-Todo depende de la fuerza del poder constituyente, que se expresa con votos. Recordemos cómo se dio el proceso en el gobierno (Virgilio) Barco con (Carlos) Pizarro, y cómo la sala constitucional de la Corte permitió el poder constituyente.

-Eso quiere decir que si no hay ese respaldo en la votación, se acaba el proceso de una constituyente…

Si no hay fuerza constituyente, no hay constituyente.

-Una situación que ha generado sorpresa es que usted en campaña dijo no una vez, sino varias veces ante medios nacionales e internacionales, que no iba a convocar una Asamblea Constituyente con el argumento de que la Constitución del 91 tiene todos los elementos para hacer reformas en democracia. Seguramente muchos colombianos tuvieron en cuenta esa promesa para votar por usted…

-La foto que me tomaron con (Antanas) Mockus fue en 2018, perdimos y esa es la realidad. Luego asumió Duque y su gobierno representó la entrega del poder ejecutivo a las mafias. Ante tal situación, es imperativo tomar medidas. En cualquier área que reviso, en la que me involucro, encuentro expoliación y robo y, lamentablemente, la Fiscalía no investigó, ya sabemos por qué. No niego que en mi gobierno pueda ocurrir lo mismo, por eso he instruido a los ministros que no encubran nada. La situación actual da asco, la corrupción no conoce límites y parece que algunos la consideran un derecho. Es necesario actuar.

-¿Qué tiene que ver eso con su cambio de opinión en relación con convocar una Asamblea Constituyente?

-Cuando usted convoca a una asamblea constituyente, está llamando al pueblo, y al hacerlo, se dignifica lo público. Como dijo Mockus, lo público se eleva a la categoría de sagrado. ¿Por qué en países como Francia, Estados Unidos o Corea no hay tanta corrupción como aquí? Porque en esos lugares se valora lo público, mientras en Colombia, lamentablemente, priman los intereses privados. El propósito de la Asamblea Constituyente es precisamente reivindicar lo público. Para lograrlo, debemos purificar nuestras instituciones, lo cual se logra llenándolas de pueblo, no de mafias. Mi desempeño será evaluado en función de mi capacidad para erradicar del Estado a esas mafias de la corrupción.

-¿Usted estaría de acuerdo con que la constituyente toque el modelo económico actual?

-Nosotros en la campaña dijimos que no vamos a afectar la propiedad privada, incluso mi gobierno no ha hecho ninguna expropiación. No hemos expropiado a nadie. Ellos, la oposición, sí han expropiado a miles legalmente. Nosotros vamos a desarrollar el capitalismo. Yo soy socialista, pero una sociedad poscapitalista -cualquiera que sea- aparecerá es porque se desarrolla el capitalismo.

-¿Cómo sería la reforma agraria que resulte de la constituyente?

-Lo que salió del acuerdo de paz. Es el primer punto pero no hubo ley fast track; el presidente Santos reconoce que faltó esto. Hay tres cosas importantes en ese acuerdo, y ese es uno. Incumplieron el acuerdo de paz con las Farc y hay que cumplirlo, si queremos una sociedad avanzada y en paz. Ese es uno de los temas de por qué hay que desatar el proceso constituyente.

-¿Eso significa expropiar las tierras?

-No. Incluso yo propuse comprarlas a precio comercial.

-¿Usted sería partidario de que la Asamblea Constituyente tramite un marco jurídico que permita una ley de punto final, aún con el riesgo que eso implica en materia de impunidad frente a la Corte Penal Internacional?

-Hay una tensión entre venganza y verdad. ¿Qué preferimos más, la venganza o la verdad? Volvemos entonces a los sistemas, a los instrumentos, pero las concepciones es lo primero que hay que determinar. Si el punto final es final, y no puntos suspensivos que es lo que hemos tenido siempre, y logramos vivir en paz, previa verdad y previa restauración, entonces estoy de acuerdo. La verdad es la antesala de la reconciliación y la reconciliación es el punto final.

FOTO: Sergio Acero. EL TIEMPO

-¿Cree tener tiempo suficiente para sacar adelante la iniciativa antes del 7 de agosto del 26 que es cuando termina su mandato?

-El proceso constituyente puede finalizar antes o después. No está amarrado al 26, puede ser determinante para el 26. Eso yo no lo puedo predecir.

ANDRÉS MOMPOTES LEMOS – DIRECTOR DE EL TIEMPO – En X: @amompotes


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