Fue una imagen que recorrió el mundo entero: una enorme multitud de cientos de miles de personas desbordaba y se derramaba de la principal vía de San Juan, la capital de Puerto Rico, extendiéndose la gente por millas y millas como un valle azul, blanco y rojo, que son los colores de la bandera puertorriqueña.
Ocurrió el 22 de julio de 2019. Una multitud, calculada, al menos, en 500.000 personas, paralizó la vía exigiendo la renuncia del entonces gobernador Ricardo Rosselló. Fue el clímax de la histórica ola de protestas que por 15 días enfiebró a Puerto Rico y que logró algo nunca visto, e incluso inimaginable, en la historia de esta isla de 3.2 millones de habitantes: la renuncia de un gobernador.
El desenlace se originó dos días después, el 24 de julio de 2019. El rugido de la celebración estremeció la febril noche en que ocurrió. Llamó la atención la gesta por la cantidad de personas que salió a la calle, por la magnitud de lo logrado y por lo rápido que fue todo: apenas 15 días.
¿Qué llevó a Puerto Rico, un pueblo normalmente paciente, no muy dado a protestar, a salir en frondosas multitudes a la calle a pedir la dimisión de un gobernante? ¿Cuáles fueron los detonantes de las manifestaciones más masivas en la historia de esta isla?
Fue la proverbial gota golpeando la roca. Puerto Rico venía encajando golpes por algún tiempo. Más de 10 años de recesión. Casi la mitad de la población bajo el nivel de pobreza. Uno de los niveles de desigualdad más altos del mundo. Emigración masiva de cerca de 10% de su población en menos de 10 años. Servicios públicos inservibles o gravemente deteriorados.
Todo se complicó tremendamente el 20 de septiembre de 2017. El huracán María, el más potente en azotar la isla en un siglo, la destruyó. La respuesta de los gobiernos de Puerto Rico y de Estados Unidos fue desastrosa. En numerosos sectores a través de toda la isla, las comunidades tuvieron que levantarse por su cuenta, sin Estado presente de ninguna manera. Algunos sitios no recuperaron el servicio eléctrico hasta 11 meses después.
El gobierno, aferrado en principio a la cifra de 64 como el total de fatalidades de la tormenta, tardó casi un año en reconocer que casi 3.000 personas murieron a consecuencia de la tormenta. Esa cuenta estuvo pendiente hasta el verano pasado.
Todas esas frustraciones estaban agolpadas bajo el ánimo por lo regular pacífico del boricua. Latían, pero no salían. Faltaba la mecha que las encendiera.
La mecha llegó a mediados del ardiente julio de 2019.
Empezaron a filtrarse, poco a poco, capturas de pantalla de una conversación en la aplicación de mensajerías Telegram entre Rosselló y su círculo más allegado. Se les leyó insultando a periodistas y a opositores. La tierra empezó a temblar.
El 10 de julio arrestaron por corrupción las ex jefas de las agencias de educación y del plan de salud pública. El temblor aumentó de intensidad. El día de las capturas se dio la primera protesta, todavía pequeña. Rosselló, quien estaba de vacaciones en Europa, volvió a la isla y pidió perdón.
El sábado 13 de julio ya era de terremoto. El Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico colgó en su página web 889 páginas del chat de Telegram entre Rosselló y sus allegados. Llovían insultos a periodistas y opositores, incluso a opositores muertos, vulgaridades, burlas, lenguaje soez. Incluso, había evidencia de posibles actos de corrupción. El gobernador era un entusiasta partícipe de las conversaciones.
No hubo vuelta atrás. El mismo día se desintegró el círculo íntimo de Rosselló. Las protestas se multiplicaron exponencialmente. Se unieron artistas globales como Ricky Martin, Residente, Bad Bunny y Benicio del Toro, entre otros.
Fueron protestas creativas, alegres, cantadas, bailadas, pintadas, declamadas y hasta lloradas. Fue protagonista la siempre sobresaliente creatividad puertorriqueña. Hasta el “perreo”, el sensual baile surgido de las comunidades marginales de la isla que se convirtió en un fenómeno global, tuvo su rol con una noche de “perreo combativo”.
Después de la marcha del 22 de julio, la más grande en la historia de Puerto Rico, Rosselló, como un boxeador sacudido por un golpe inesperado, entró en cuenta de protección. Desde el día después se sabía que la renuncia era cuestión de horas. El 24 de julio la tensión en el país era incontenible. La isla se había convertido en un hervidero de rumores. Se temió violencia. Los líderes legislativos dieron un ultimátum a Rosselló: o renunciaba o era destituido.
El 24 de julio, a las 11:53 de la noche, Ricardo Antonio Rosselló Nevares, undécimo gobernador del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, a través de un mensaje en Facebook, renunció a su cargo.
El resto, como dicen, es historia.