Alfred Chestnut, Ransom Watkins y Andrew Stewart tenían 16 años de edad cuando fueron arrestados el Día de Acción de Gracias de 1983. Los acusaron del crimen de DeWitt Duckett, de 14 años. Fueron declarados culpables de asesinato en primer grado y sentenciados a cadena perpetua. Pasaron 36 años en prisión. Hoy están libres porque se demostró su inocencia y la ciudad de Baltimore, en el estado de Maryland, acaba de anunciar que acordó pagarles 48 millones de dólares como compensación. Esta es la historia.
Una tarde de noviembre de 1983, Alfred Chestnut, Ransom Watkins y Andrew Stewart faltaron a la escuela para ir a visitar su antiguo colegio secundario, el Harlem Park Junior High School. Pero tras caminar por los pasillos y ver a exprofesores, fueron expulsados por un guardia de seguridad.
Unos 30 minutos después, DeWitt Duckett recibió un tiro en el cuello y murió en la escuela Harlem Park Junior High School. Quien le disparó también le quitó la chaqueta, según la policía.
De acuerdo con el Washington Post, los testigos dijeron a la policía que habían visto a Michael Willis, de 18 años, salir corriendo de la escuela y tirar una pistola, y que esa noche llevaba una chaqueta de Georgetown.
Pero lejos de seguir esa pista, el detective principal de homicidios Donald Kincaid se centró en los amigos Chestnut, Watkins y Stewart porque varias personas los habían visto en la escuela.
Además, cuando la policía registró la casa de Chestnut a la 1:00 de la madrugada del Día de Acción de Gracias, encontraron una chaqueta de Georgetown.
Pero los testigos no lograron identificar a Chestnut, Watkins y Stewart en las fotos que les mostraron los agentes, según los registros policiales citados por el Washington Post.
Juzgados como adultos
“El caso atrajo una intensa publicidad en 1983, como uno de los primeros relacionados con el robo violento de equipamiento deportivo. Los fiscales de Baltimore, encabezados por el entonces fiscal estatal adjunto Jonathan Shoup, eligieron juzgar a los menores como adultos”, reseña el Washington Post.
Durante el juicio, el fiscal Shoup dijo a los abogados defensores que no había pruebas que exculparan a los adolescentes, a pesar de la existencia de informes que mostraban que los testigos no los habían identificado y que Willis había sido señalado como el sospechoso.
Más tarde se supo que varios testigos dijeron a los investigadores que el detective Kincaid y otros investigadores los obligaron a hacer declaraciones acusando falsamente a los “Tres de Harlem Park”, quienes fueron declarados culpables y sentenciados a cadena perpetua. Para entonces ya tenían 17 años.
El Washington Post indicó que todas las apelaciones fracasaron, por lo que Watkins y Stewart dijeron que se habían resignado a vivir tras las rejas. Pero Chestnut no se rindió y siguió presionando para que se revisara el caso.
Se ocultaron pruebas
De acuerdo con CNN, Chestnut presentó una solicitud de registros públicos al fiscal general de Maryland. Gracias a esa petición descubrió que había nuevas pruebas que se ocultaron a sus abogados durante el juicio. Entonces se puso en contacto con la Unidad de Integridad de Condenas de Baltimore, que estaba revisando condenas antiguas.
Los investigadores “ignoraron las pruebas de los testigos presenciales y las pruebas físicas que contradecían la narrativa elegida, incluidas las pruebas que apuntaban a un sospechoso diferente. En cambio, moldearon la evidencia para implicar a los demandantes, incluso obligando a testigos jóvenes a declarar falsedades”, según la demanda presentada en 2020.
“Me enojó”, dijo Chestnut en una entrevista en 2019. “Solo el hecho de que todo estuvo oculto durante todos esos años. Sabía que no querían revelar esas cosas”.
CNN detalló que la demanda decía que un tal “John Doe” fue quien en realidad mató a DeWitt y huyó de la escuela con su chaqueta. Para cuando se revisaba el caso de los condenados este ya había muerto.
“El 25 de noviembre de 2019, tres días antes del Día de Acción de Gracias, un juez concedió el auto de inocencia real (presentado conjuntamente por los demandantes y el estado de Maryland) y ordenó su liberación inmediata”, dice la demanda.
La fiscal del estado Marilyn Mosby dijo en ese momento que hubo “ocultamiento intencional y tergiversación de las pruebas exculpatorias, pruebas que habrían demostrado que se trataba de otra persona”.
Se disculpó con los tres condenados cuando fueron liberados y prometió trabajar por reformas para las personas sentenciadas injustamente, según CNN.
El 25 de noviembre de 2019, los tres hombres salieron del juzgado de la ciudad de Baltimore hacia North Calvert Street y se dirigieron al encuentro con sus seres queridos, recordó el Washington Post.
Casi 15 millones de dólares para cada uno
El miércoles de la semana pasada, la Junta de Estimaciones de Baltimore aprobó el acuerdo de la demanda por 5 votos a cero.
Cada uno de los hombres recibirá 14,9 millones de dólares y el bufete de abogados que los representó, Brown, Goldstein & Levy, recibirá 3,3 millones de dólares, según los documentos legales.
El alcalde de Baltimore, Brandon Scott, dijo en una declaración pública que acuerdos como este buscan reparar “graves injusticias” contra los residentes y sostuvo que las familias involucradas merecen una compensación.
“Nuestra ciudad está en una posición en la que en 2023 literalmente estaremos pagando por la mala conducta de los agentes (del Departamento de Policía de Baltimore) de hace décadas”, dijo Scott. “Esto es solo parte del precio que nuestra ciudad debe pagar para corregir los errores de esta terrible historia”.
En 2020, los tres hombres demandaron al Departamento de Policía de Baltimore, a Kincaid y a Bryn Joyce, otro detective. Joyce dijo ese año que estaba “asombrado” al enterarse de las exoneraciones y que “nuestro objetivo cuando estaba en la unidad de homicidios era encontrar la verdad, sin importar a dónde nos llevara”.
Cuando se presentó la demanda, Watkins dijo: “Si tomas la vida de tres niños y los destrozas, nadie quiere hablar de eso… Estoy luchando por recuperar mi vida”.
El fiscal Shoup murió en 2016 y el sospechoso Willis fue asesinado a tiros en West Baltimore en 2002, precisó el Washington Post.
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