El Partido de los Trabajadores (PT), la fuerza liderada por el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, calificó este martes como una «artimaña» la petición presentada por la formación del actual mandatario, Jair Bolsonaro, para que la Justicia anule las elecciones.
La presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, afirmó que la maniobra del Partido Liberal (PL) debería ser investigada como un intento de litigar de mala fe y pidió a los adversarios que acepten la victoria de Lula en las presidenciales de octubre y permitan el regreso de la paz a Brasil.
La dirigente fue la primera vocera del PT en reaccionar al anuncio del PL, la formación que apoyó la frustrada candidatura a la reelección del líder ultraderechista, de pedirle al Tribunal Superior Electoral (TSE) que invalide las elecciones por considerar que las urnas electrónicas más antiguas no pueden ser auditadas.
«El recurso de Bolsonaro ante el TSE es una artimaña que tiene que ser sancionada como litigio de mala fe. Basta de malicia, de irresponsabilidad y de insulto a las instituciones y a la democracia», afirmó Hoffmann en un mensaje en Twitter.
«La elección fue decidida en el voto y Brasil necesita de paz para construir un futuro mejor», agregó la dirigente partidaria en respuesta a los militantes bolsonaristas que se resisten a aceptar el resultado de las elecciones y que alegan sin pruebas que la victoria de Lula fue producto de un fraude con las urnas.
Denuncia de fraude de Lula
En su petición, pese a que no denuncia un fraude, el PL pide «invalidar» los resultados de las urnas electrónicas de modelos más antiguos, que son más de la mitad, porque las considera imposibles de auditar.
Según una auditoría encargada por el partido, Bolsonaro fue el más votado en las urnas de modelo más nuevo, fabricadas a partir de 2020, con 51,05 % de los sufragios.
De acuerdo al resultado oficial, Lula se impuso en la segunda vuelta de las elecciones del pasado 30 de octubre con 50,9 % de los votos, frente al 49,1 % que obtuvo Bolsonaro.
Las urnas fueron avaladas por numerosos organismos oficiales, incluidas las Fuerzas Armadas, que en su informe sobre las elecciones no encontraron indicios de fraude, pero tampoco descartaron la posibilidad que pudieran haber ocurrido.
Bolsonaro hasta ahora no ha reconocido su derrota públicamente ni felicitado a su rival, aunque sí ha permitido que se inicie la transición con el equipo designado por Lula para ese fin.
Desde el día después de las elecciones, miles de activistas de la ultraderecha están acampados a las puertas de decenas de cuarteles en varias ciudades del país exigiendo un golpe de Estado que impida la investidura de Lula, pero hasta ahora los militares han ignorado por completo a ese movimiento.