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Orbán defiende su ley homófoba y afirma que la educación es un asunto nacional

por Avatar EFE

El primer ministro de Hungría, el ultranacionalista Viktor Orbán, volvió a salir en defensa de la polémica ley de su gobierno que vincula la homosexualidad con la pedofilia, arguyendo competencias nacionales a la hora de determinar la educación de los menores.

«Estoy seguro de que son los alemanes los que deben decidir sobre la educación de los niños alemanes. También estoy seguro de que solo los húngaros pueden decidir sobre la educación de los niños húngaros», asegura Orbán en un texto publicado este lunes en su página web.

La controvertida legislación que prohíbe hablar de homosexualidad y el cambio de sexo en colegios y medios de comunicación, fue adoptada el pasado día 15 por el Parlamento magiar con los votos de la mayoría absoluta del conservador partido Fidesz de Orbán.

De hecho, la normativa vincula la homosexualidad con la pederastia, lo que desató una gran ola de indignación y críticas dentro y fuera del país por ser considerada homófoba, discriminatoria y además, según muchos, viola los valores fundamentales de la Unión Europea (UE).

Se convirtió así en tema central de la cumbre de los líderes comunitarios del jueves y viernes pasados, donde 17 socios comunitarios recibieron a Orbán con una dura crítica por escrito, después de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijera que la ley es «una vergüenza».

Frente al gran rapapolvos que tuvo que afrontar, el primer ministro magiar defendió ya entonces que él no está contra la homosexualidad y que «se trata de que los padres puedan controlar la educación de sus hijos», resumieron fuentes europeas.

En el texto de este lunes, Orbán, que lleva años defendiendo sus políticas, que lo enfrentan a Bruselas, como parte de una «democracia iliberal», afirma que el debate sobre la controvertida ley divide a los europeos.

Los liberales piensan que «la elección de los padres no debe ser exclusiva y que los niños pueden ser sensibilizados sin el consentimiento de los padres y sin restricciones del Estado», critica.

Frente a esa postura está la de los «no liberales», para quienes «la educación de los niños es una competencia exclusiva de los padres» y ni el Estado, ni ONG, ni «activistas arcoíris» pueden asumir esa responsabilidad.

El primer ministro asegura que los liberales parten «de la premisa de que existe solo una respuesta: la que se ajusta a la hegemonía liberal», mientras que los «demócratas no liberales» abogan por la «unidad en la diversidad, para poder mantener unida a la UE».

«Los dos lados argumentan su opinión» y «ambos tienen razón» cuando se habla de «si es mejor vivir en un mundo binario o en otro arcoíris», prosigue el mandatario, evidentemente en una defensa ya más suave que otras previas.

«Cómo se educa sexualmente a un niño no es un derecho humano del niño. No existe tal derecho humano», indica por otra parte.

Finalmente, Orbán cita el artículo 14 de la Carta de Derechos Fundamentales, donde se establece que los padres tienen derecho a garantizar que sus hijos reciban una educación adecuada.

«Si queremos mantener unida a la UE, los liberales deben respetar los derechos de los no liberales. Unidad en la diversidad. Ese es el futuro», concluye Orbán.