Uno reconoció que había leído libros de Donald Trump. Otra miró con inquina al acusado en la sala del tribunal de Manhattan y se excusó diciendo: «No podría».
Más de 8 millones de personas viven en Nueva York, pero solo 12 podrán juzgar al hombre más controvertido del país, y no es un trabajo que todos puedan o se sientan capaces de hacer.
Trump creció en Nueva York, se hizo famoso allí y durante décadas ha formado parte del paisaje de la ciudad. Y por supuesto también ha sido presidente y se presenta de nuevo en las elecciones de noviembre para regresar a la Casa Blanca.
En la Gran Manzana es difícil no tener una opinión sobre el republicano, o sobre los múltiples cargos penales que pesan sobre él.
Así que será un reto enorme para el jurado que sea seleccionado pasarse las próximas semanas juzgando a Trump por supuestamente haber pagado para comprar el silencio de una exactriz del cine porno con la que habría mantenido una relación hace casi 20 años.
Los abogados de ambas partes están barajando decenas de posibles candidatos en una búsqueda de neoyorquinos que puedan ser imparciales y físicamente capaces de asistir al maratón legal.
Una de las descartadas, Kara McGee, dijo que sus compañeros «realmente intentan dejar a un lado sus propios sentimientos y ser imparciales».
McGee pidió que la excusaran porque su trabajo en ciberseguridad planteaba un conflicto de horarios. Pero «había una sensación de ‘Oh, tenemos que estar aquí y cumplir con nuestro deber cívico», dijo a la AFP esta joven de 29 años de edad.
Los miembros del jurado seleccionados se mantendrán en el anonimato y responderán por un número para ser protegidos ante posible hostigamiento. McGee era conocida en la sala solo como jurado B377.
Los seleccionados finales deberán decidir por unanimidad si el candidato a la Casa Blanca, de 77 años de edad, es culpable de 34 delitos graves por falsificación de registros comerciales.
Con esa falsificación, Trump habría intentado ocultar, en vísperas de su victoria electoral de 2016, que tuvo una relación extramatrimonial con la actriz del cine porno.
Muchos de los jurados se dijeron incapaces de ser imparciales. «Simplemente no pudo hacerlo», se oyó confesar a una mujer en el pasillo cuando se marchaba.
Imparcialidad y equidad
«Probablemente me va a resultar difícil ser imparcial», dijo al tribunal el martes por la mañana un hombre de pelo ralo y barba, citando el «sesgo inconsciente» que podría adquirir trabajando como contable, sector en el que dijo que muchos de sus colegas «se inclinan por los republicanos».
También él fue descartado. Un hombre mayor, con el pelo canoso y gafas de montura oscura, dijo que había leído varios de los bestsellers escritos para Trump, incluyendo El arte de negociar y Cómo hacerse rico.
Pero reconoció que podría ser imparcial.
«Creo que nadie está por encima de la ley», dijo, y añadió que haría todo lo posible por evitar hablar del caso con su esposa.
Una profesora de Harlem -una mujer negra de unos 20 años- también dijo que pondría el deber cívico por encima de los sentimientos personales.
«Hubo una división en el país (durante las últimas elecciones), y no puedo ignorarlo», dijo. «Sin embargo, nunca la he equiparado a un individuo».
En la era de los teléfonos inteligentes y las informaciones sin pausa, pocos pueden decir que se han mantenido al margen de la cobertura sobre Trump.
Aunque una de las candidatas sí pudo: dijo a los abogados que había estado ausente en febrero y marzo junto a un lago sin internet. «Realmente no sé de qué va exactamente este caso», dijo.