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«Nunca traicioné al Chapo y aún así intentó matarme cuatro veces»

Miguel Angel "El Gordo" Martínez, ex piloto del narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán Loera, aseguró que este realizó cuatro atentados en su contra pese a que él nunca le falló mientras trabajó a su lado

Por AFP
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Un ex piloto y amigo del capo mexicano del narcotráfico Joaquín “El Chapo” Guzmán que fue forzado a declarar en su contra por el gobierno estadounidense en su juicio aseguró el miércoles que aunque nunca robó o traicionó al acusado, este le mandó matar cuatro veces.

Miguel Ángel “El Gordo” Martínez, de unos 60 años, dijo al jurado del proceso contra el Chapo que tras su arresto en México en 1998 luchó «como un gato boca arriba» contra su extradición a Estados Unidos en el 2001.

“Cuando estuve luchando contra mi extradición yo nunca mencioné al señor Guzmán, nunca le fallé, nunca le robé, nunca le traicioné, cuidé de toda su familia y lo único que recibí de él es cuatro atentados contra mi persona”, se quejó el Gordo Martínez, que fue también gerente del Cártel de Sinaloa en Ciudad de México y era experto en hacer contactos con los narcos colombianos.

Testigo clave del gobierno en el proceso por narcotráfico contra Guzmán, Martínez tiene una nueva identidad secreta e integra el programa de protección de testigos del gobierno estadounidense.

Aseguró que no quería declarar contra Guzmán en este juicio porque teme que este ordene matarlo nuevamente.

“¿Por qué no quería declarar en contra de El Chapo?”, le preguntó el fiscal Michael Robotti. “Imagínese cuánto más pueda recibir”, respondió Martínez, un voluminoso sesentón, calvo y de mostacho.

Contó que está viendo a un psicólogo que el gobierno estadounidense le recomendó porque sufre de ansiedad. “No puedo dormir”, afirmó.

Martínez dijo que los primeros tres ataques fueron a puñaladas cuando estaba en una prisión mexicana. Recibió más de una docena de puñaladas que perforaron sus pulmones, páncreas e intestinos. En el tercer ataque, recibió unos seis cuchillazos en la cara.

Para el cuarto ataque, ya estaba en otra cárcel, en aislamiento. Al llegar a la prisión Reclusorio Preventivo Sur de Ciudad de México, contó que los presos comenzaron a preguntarle cuánto calzaba. “Querían quedarse con mis zapatos porque yo ya estaba muerto. Ya habían pagado para matarme”, explicó.

La noche previa a su intento de asesinato, relató, una banda de músicos tocó durante más de 20 veces, una vez tras otra, una de las canciones preferidas del Chapo. Era un corrido “que dice que vivas la vida intensamente, porque lo único que te llevas cuando mueres es un pedazo de tierra”.

Dos horas después del fin de la música, un sicario consiguió llegar hasta la puerta de su celda, amenazó con una pistola al guardia que cuidaba su celda y finalmente le lanzó dos granadas. Martínez se escondió y se salvó.

El testigo pasó casi 10 años en prisión en México y Estados Unidos. Tras su extradición se declaró culpable y comenzó a cooperar con el gobierno a cambio de una nueva identidad para él y su familia y la esperanza de una reducción de su condena inicial de 18 años de cárcel.

Actualmente reside y trabaja en Estados Unidos.

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