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Novios virtuales: cuando se iban a conocer la cuarentena arruinó sus planes

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Esta es una historia de amor. Seguramente no sea de las más comunes, pero la distancia y la imposibilidad de plasmar cara a cara esos sentimientos en medio de la pandemia resultan condimentos más que atractivos en medio de una cuarentena que nos está poniendo las cosas complicadas a todos.

Griselda Ortiz de 40 años de edad es una mujer emprendedora que nació en Goya (Argentina), pero desde hace unos años está radicada en Río Grande (Tierra del Fuego). Jorge Gerard de 44 años es contratista y mecánico y vive en Colón.

Un noviazgo a la distancia

Por intermedio de una excompañera de escuela de su hermana, que trabaja en un tambo en Entré Ríos, Griselda conoció a Jorge a raíz de un comentario que él hizo en una de las publicaciones. Así nació la historia de amor.

«Me llamó la atención por su forma de vestir laboral y porque observé que tenía un loro. Recuerdo que en ese momento comencé a poner me gusta en todas las fotos que tenía junto a su loro. Al rato me preguntó cómo estaba, tuvimos un breve diálogo y quedó entre mis contactos», dice Griselda, sobre la primera vez que charló con Jorge. Y agrega: «No me voy a olvidar jamás: fue el 13 de diciembre de 2019 y hacía pocos días que había fallecido su madre. Fue algo qué me conmovió mucho, detrás de una computadora, y entendí su dolor porque yo no tengo a mi padre».

Su historia de amor nación en las redes. A partir de ese momento las conversaciones por Facebook se hicieron más recurrentes hasta que decidieron comenzar a escribirse y a hablarse por WhatsApp.

«Espero que seamos compatibles para formalizar nuestro noviazgo».

«Lo que más me gusta de él es que es una muy buena persona y su tonada. Jorge me dice que quiere formar una familia y si bien yo ya tengo un hijo (Juan, de 17 años) mi deseo es casarme y volver a ser madre» , se ilusiona Griselda.

Por su parte, Jorge quedó fascinado con la esencia de Griselda y confiesa que es la primera vez que está conociendo a una mujer a través de WhatsApp. «Esto es algo raro para mí, pero espero que seamos compatibles para formalizar nuestro noviazgo «.

Si bien viven a miles de kilómetros de distancia, parecería ser que en este caso el amor es más fuerte. «Ahora estamos lejos, sí, pero nada es imposible para el amor. Yo le digo que voy a buscar la forma de viajar para conocerlo y armar mi agenda de reuniones por un proyecto que estoy armando para mi provincia», se emociona Griselda.

Desilusión y dudas

Finalmente y después de más de tres meses de noviazgo virtual, Griselda reservó un vuelo para viajar el 23 de marzo a conocer a su enamorado. Estaba muy ilusionada. Por fin, iban a poder pasar a una segunda etapa de la relación. Sin embargo, a raíz de la pandemia se suspendieron todos los vuelos y ese momento deberá esperar unos meses más.

«Cuando se canceló todo por la cuarentena lo primero que pensé fue que no sabía qué iba a pasar con Jorge, fueron unos segundos hasta que entendí que si era el hombre de mi destino, me iba a esperar. Creo que en él se fortaleció algo más la paciencia y estoy muy segura que va a llegar ese día tan esperado».

Una feliz sorpresa de amor

Sin embargo, a Griselda se le ocurrió una idea muy romántica para poder estar presente, a la distancia, en el cumpleaños de su novio. «Quería sorprenderlo para su cumpleañosy le saqué información de una panadería local, sin qué se diera cuenta, y le compré la torta chajá, un postre muy autóctono que se lo llevaron a su casa». Pero más allá de su dulce gesto, lo más importante fue la carta que acompañó el regalo. «Feliz cumpleaños, no quiero ser tu historia. Quiero ser el libro que tu corazón jamás termine de leer» , le escribió.

«Fue algo raro, nunca antes me habían hecho un regalo similar. Cuando vi las cosas que me decía en la tarjeta pensé en lo increíble que era y en lo enamorada que estaba «, se emociona Jorge.

«Escuchar su propuesta en vivo con mi mirada puesta en sus ojos»

Como Jorge trabaja hasta muy tarde, solamente se comunican por la noche, aunque a veces les resulta complicado ya que él no tiene muy buena señal. Sin embargo, en cada conversación se fortalece más ese amor y no ven la hora de poder plasmarlo cara a cara. Y Griselda ya vislumbra ese momento. » Por los cuidados voy a ponerme alcohol en gel en los guantes de látex, tomar sus manos y codo y decirle te quiero mirándolo a sus ojos. Pero no podré besarlo hasta llegar a sacarme las gafas de seguridad, barbijos, ropas y desinfectar mis valijas antes de entrar a su casa. Luego de una ducha vendrá el beso, tocar su rostro y escuchar su propuesta en vivo con mi mirada puesta en sus ojos» .

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